ALHAJERO
Mencionamos ayer a quienes, dentro del grupo más cercano de Andrés Manuel López Obrador, consideran, son los principales operadores políticos del Presidente (Luis Cresencio Sandoval, Marcelo Ebrard, Julio Scherer, Alfonso Durazo, Octavio Romero, Claudia Scheinbaum).
Ahora vamos con los que ellos mismos —desde las entrañas del equipo presidencial—, consideran, ocupan un lugar en la segunda línea.
Y no, no es para despreciarlos ni mucho menos. De hecho, algunos de ellos se asoman ahí porque a lo largo del primer año de gobierno han ido ganando espacio cerca del tabasqueño y quizás hasta podrían saltar a su primer círculo en un momento dado.
Entre ellos está, por ejemplo, Zoé Robledo, director del Seguro Social, quien realizó múltiples giras por el país guiando a AMLO por clínicas y hospitales, y a quien el Presidente ha encargado distintos eventos de corte histórico, como fueron el desfile militar y la celebración del 20 de Noviembre.
Otro personaje que ha cobrado relevancia más allá de su papel original, es Santiago Nieto. Dado el carácter persecutorio de su cargo y la facilidad con que hace señalamientos, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera ha sabido obsequiarle municiones al Presidente para reforzar su discurso anticorrupción y “acalambrar” —llevar al borde de la renuncia, incluso— a quienes consideran “adversarios” de la 4T.
Raquel Buenrostro es otro de esos casos de funcionarios que ganaron terreno rápidamente ante López Obrador. La ex oficial mayor de Hacienda —a cargo en su momento de todas las compras del gobierno— se ganó a pulso su ascenso, convirtiéndose en la jefa del Servicio de Administración Tributaria (SAT) en diciembre pasado, sustituyendo a Margarita Ríos-Farjat, quien a su vez se convirtió en ministra de la Suprema Corte.
El director del Insabi (Instituto de Salud para el Bienestar) Juan Antonio Ferrer aparece también en esta segunda línea del gabinete por la importancia y lo delicado de la función de la institución. La confianza que Andrés Manuel le tiene para sacar adelante tamaño reto no deja de llamar la atención. Pero así es.
La relación con los empresarios —aunque no le guste ni tantito— sigue siendo de importancia fundamental para AMLO. Así que Alfonso Romo —con altas y bajas y aunque no siempre le haga caso— sigue cerca del Presidente.
Arturo Herrera, secretario de Hacienda, es alguien a quien no puede dejar de ver y escuchar el jefe del Ejecutivo, aunque no le gusten sus opiniones ni concuerde con su visión económica. Pero es una figura fundamental para mantener la confianza y la estabilidad.
Dos nombres se suman a este grupo: Rocío Nahle, a cargo de la construcción de la refinería de Dos Bocas, y Luisa María Alcalde, a cargo de cambios en materia laboral.
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GEMAS: El próximo jueves viene de nuevo a México el fiscal general de Estados Unidos, William Barr.