ALHAJERO
Ser embajador de México en retiro, esposo de la embajadora de México en Washington, tío de la esposa del Presidente de la República y de paso ejercer como articulista, parece un poco complicado.
Por si fuera poco, Agustín Gutiérrez Canet, periodista y diplomático de carrera, también la vio difícil cuando pensando en dar una muestra de civilidad democrática le abrió las puertas de la Embajada de México en España a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, recién pasadas las polémicas elecciones de 1988.
Más aún cuando invitó a comer al ex presidente Carlos Salinas de Gortari a la embajada de nuestro país en Irlanda –“quería darle una lección de civilidad al verdugo y demostrarle que soy un servidor del Estado”-, y recibe una llamada del entonces secretario de Relaciones Exteriores, José Ángel Gurría (supuestamente amiguísimo de Salinas) en este tono: “El embajador ya no goza de la confianza del secretario…”.
A la distancia, casi 25 años después de este último episodio, Gutiérrez Canet dice de Gurría: “Le tengo un gran desprecio porque me parece que no es un hombre coherente… Se necesita mucho cinismo para suponer que el presidente López Obrador, quien lo ha llamado El Ángel de la dependencia, pretenda ser presidente del BID, con el apoyo del Gobierno de México”. Embajador de carrera, retirado por edad, después de 40 años en el servicio exterior –más la circunstancia de la familiaridad con Beatriz Gutiérrez Müller que podría crear un conflicto de interés-, la prioridad hoy para nuestro entrevistado ayer domingo en El HeraldoTV, es la posición de su esposa Martha Bárcena, primera embajadora de México en EU. Y como tal, apunta, su función en Washington es “ser el cónyuge de la embajadora. No ando haciendo política, o en think tanks…, pero cuando se requiere mi presencia, lo hago. Por ejemplo, la acompañé a la presentación de cartas credenciales porque así lo indica el reglamento”.
En cuanto a cómo concilia Gutiérrez Canet su papel de cónyuge con el de periodistas (escribe un artículo semanal en Milenio), reconoce: “Sé que tengo que caminar un estrecho sendero en mi libertad de expresión…, ¿por qué quieren impedir no sólo que sea funcionario diplomático sino que ahora me impidan expresar mis opiniones como periodista?”.
Soy una persona de izquierda –agregó-, un hombre comprometido con mis ideas…, y ningún ataque de columnistas pagados por algunos funcionarios de gobierno, me va a callar. Seguiré escribiendo con libertad pero con prudencia. Tampoco soy un incendiario. Sé las reglas del juego como diplomático y más como esposo de una diplomática.
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