ALHAJERO
Los políticos priistas solían hacer referencia al tema como la Ley del Péndulo.
Se trataba de aquella suerte de transición que se daba de un sexenio a otro entre políticos del mismo partido, pero pertenecientes a una corriente distinta. Incluso, notoriamente opuesta.
Ejemplo por excelencia de ese péndulo político en el PRI fue el de la sucesión de Lázaro Cárdenas del Río, gobernante nacionalista de centro izquierda, al presidente caballero Manuel Ávila Camacho en 1940 (un militar moderado, más si se le compara con quien lucía como el sucesor natural: Francisco J. Múgica), y de ahí a una política pro empresarial con Miguel Alemán Valdés, en el 46.
Después retornaría (al menos un poco) el péndulo con Adolfo Ruiz Cortines, junto con su revelador y descriptivo lema de campaña: “Austeridad y Trabajo”.
Y así iba y venía el péndulo en el poder. Sobre todo dentro del partido, que era donde se tomaban las decisiones de la sucesión. Unas veces llegaba un grupo político, otras veces otro… hasta que un día fracasaron los políticos y los tecnócratas también.
Ese mismo péndulo que se vivió dentro del PRI, lo emuló el PRD en sus inicios. Recordemos: el primer presidente del sol azteca fue Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (1989-1993) y le siguió Porfirio Muñoz Ledo. Si bien ambos fueron fundadores, encabezaban corrientes distintas dentro del partido.
Y el péndulo siguió en varias sucesiones. En 96 llegó Andrés Manuel López Obrador (más cercano a Cuauhtémoc que a Porfirio), le siguió Amalia García, de un grupo distinto, y de vuelta los cardenistas: Rosario Robles que no terminó su gestión y que concluyó Leonel Godoy (2003-2005). La historia siguió un suave vaivén hasta que el péndulo se detuvo por completo con los Chuchos: Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Carlos Navarrete… hasta que tronó (llevan cinco años dando tumbos).
Miremos ahora lo que ocurre en Morena y veremos que la situación es aún más complicada que en los partidos tradicionales, pues éste, además, es un movimiento variopinto que alcanzó nada menos que la Presidencia de la República.
Y por más que digan sus militantes que todos pertenecen al mismo grupo (al de López Obrador), lo cierto es que hay distintas corrientes en el interior, y hay también factores reales de poder (de antes y nuevos).
El primer presidente de Morena —de corte sectario— fue Martí Batres (le ganó el saque en la elección a la candidata de AMLO, Bertha Luján) Después fue elegido el propio Andrés Manuel (retomando así las riendas del partido), dejando el cargo en manos de Yeidckol Polevnsky para lanzarse por la Presidencia de la República. Lleva ya tres años al frente. Toca un cambio, aunque Yeidckol persista en amorcillarse en las tablas. Falta la decisión del Tribunal Electoral y también ver hasta dónde se moverá el péndulo.
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GEMAS: Obsequio de Alfonso Ramírez Cuéllar: “Ha sido muy lamentable cuando los tribunales imponen a los líderes de los partidos, como pasó con el PRD… se vino abajo”.