ALHAERO
Los políticos refieren que es muy difícil decirle “no” al presidente de la República. No importa si es del PRI, del PAN, de Morena, o de cualquier otro partido. Sencillamente, es el jefe de Estado y la banda presidencial pesa.
Pero si además de lo que el Presidente está pidiendo es que lo ayudes desde un cargo en el gabinete, o como gobernador de un estado (lo que se supondría debería poner feliz al aludido), la situación se complica.
Y sin embargo, ocurre…
A Francisco Labastida Ochoa le sucedió varias veces: Con José López Portillo cuando le ofreció la gubernatura de Sinaloa; con Ernesto Zedillo cuando le pidió coordinar toda el área de seguridad; y frente a Enrique Peña Nieto, a quien le rechazó en dos ocasiones integrarse a su gabinete.
Esas anécdotas nos las platicó el sinaloense durante una charla para El Heraldo TV (la primera parte se transmitió ayer domingo), y desde luego también nos narró algunos de los momentos vividos aquel domingo del año 2000 en que el priista perdió la Presidencia de la República.
Vamos con una probadita de esas historias. Ya era presidente electo Zedillo y le dijo: “Te quiero en el gabinete, aún no sé en qué, pero vete despidiendo (Labastida era embajador en Portugal)”.
Así lo hizo y antes de la toma de posesión EZP lo llamó:
—Quiero crear una coordinación en Seguridad, tenemos un problema en seguridad pública y quiero que tú te encargues…
—Presidente, perdóneme pero eso no existe. Ni la cree. Cómo va a meter una instancia entre usted y el secretario de la Defensa, y el de Marina y el procurador. Usted es su jefe directo, ¡es absolutamente irracional!
Zedillo se molestó mucho por el rechazo y Labastida se fue a trabajar a su despacho (tiempo después le ofrecería otros cargos: sería secretario de Agricultura, de Gobernación y candidato a la Presidencia de la República).
Peña Nieto le ofreció también ser secretario de Estado. Dos veces. Y las dos las rechazó. Esto fue lo que respondió al presidente electo en el retorno del PRI a Los Pinos: “Muchas gracias por la invitación, pero ya decidí que no sigo en el sector público…”.
¿Las verdaderas razones detrás de aquella decisión?
La coyuntural: “Porque sabía que iba a tener dificultades con el equipo de Peña, pensaban diferente en algunas cosas…, veía cosas que no me gustaban”. Algo más influiría: “No me gustaba la superficialidad, la ligereza”.
Labastida viene de una escuela distinta a la del común de los políticos. Y sí, es de los pocos que saben decir “no”:
“Yo no acepto que me encarguen algo en lo cual no creo —o considera que no está preparado para ello— ¡no lo acepto! No me alquilo para cualquier cosa.”
GEMAS: Obsequio de Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte: “El feminicidio no se castiga diferente porque se trate de una mujer, se castiga diferente porque es un crimen de odio por motivo de género. Por ello, el tipo penal tiene sentido; se puede mejorar, pero no puede desaparecer”.