ALHAJERO
Muertes que marcan
De la elección en Puebla el pasado 1 de julio, sabido era que existió un pacto político entre el exgobernador Rafael Moreno Valle –que apoyaba a su esposa Martha Erika Alonso– y operadores de Morena.
El trato era clarísimo: el panista haría todo lo necesario para conseguir que su esposa ganara la gubernatura poblana, pero no metería las manos en la elección presidencial. Dejaría ser y hacer.
Además, apoyaría a Morena –entiéndase a Andrés Manuel López Obrador– en otras entidades, particularmente en el Estado de México. Así ocurrió. Pero sobrevinieron sucesos inesperados. Primero, que fue tal el nivel de trapacería, que el candidato a la gubernatura por Morena, Miguel Barbosa, impugnó la elección. El exsenador contó con el apoyo de la presidenta del partido, Yeidckol Polevnsky, pero AMLO –candidato triunfante y presidente electo- poco se inmiscuyó entonces en el asunto. Fue hasta que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación rindió su veredicto –en diciembre-, en favor de la panista Martha Erika, que el ya Presidente constitucional hizo comentarios al respecto. Y no muy afortunados que digamos. El 24 de diciembre, la gobernadora y el coordinador de los senadores del PAN fallecieron en la trágica caída del helicóptero que los transportaba a la Ciudad de México.
Sus muertes, además de la ausencia y el dolor que significan para sus seres queridos y de quienes los trataron, han tenido un impacto político muy importante. Al punto de significar realmente un parteaguas para Acción Nacional.
En el Senado, los del blanquiazul perdieron a su gran figura. Moreno Valle era el aglutinador y el gran motor de los panistas -comenzando por los gobernadores, entre los que se contaría su esposa en Puebla-; y se perfilaba para ser el próximo candidato presidencial de Acción Nacional.
En Puebla, como hemos visto –y así apuntan las encuestas-, la muerte de Martha Erika obliga a nuevas elecciones y Morena pinta para arrasar, sea quien sea su candidato a la gubernatura. Pero la tragedia no sólo tocó a los Moreno Valle y a sus seguidores. Lo cierto es que también afectó a Barbosa, por más que el exsenador se niegue a aceptarlo y que doña Yeidckol persista en su terquedad de imponerlo de nuevo como candidato.
Penosamente, aunque no tenga culpa alguna en lo sucedido el 24 de diciembre, la tragedia también lo envuelve a él. Le ocurrió algo muy semejante a lo que vivió Manuel Camacho Solís ante la muerte de Luis Donaldo Colosio. Fue imposible disociarlo.
Les llaman “muertes políticas”. No sé si llega a tanto (Camacho logró revivir con el tiempo); pero uno esperaría de Barbosa –hombre bueno, luchador, de empeño-, prudencia. Un paso atrás por respeto a la tragedia.
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GEMAS: Obsequio de López Obrador a propósito de la renuncia del titular de la CRE, García Alcocer: “Yo no traté ese tema. Cuando él planteó eso (la renuncia), le dije: yo no quiero eso. Él dijo, ‘sí usted quiere…’; le dije, ‘eso ni lo plantees’”.