ALHAJERO
Urzúa casi la libra
Con dificultades –entre reclamos y pancartas–, pero Carlos Urzúa la iba librando en su comparecencia ante los diputados para explicar el paquete económico del año entrante. Unas veces asombrando con sus explicaciones:
-El presupuesto para el aeropuerto de Santa Lucía se incluye en el de la Sedena “porque va a ser construido por ingenieros militares, que son buenísimos…”.
Otras, desarmando a sus críticos del PRI, PAN, PRD y MC:
-Las reducciones al INE y al INAI fueron de motu proprio, “nosotros no tuvimos vela en el entierro”.
-Nosotros mismos, Hacienda, tenemos una reducción de 20%. “Todos estamos haciendo esfuerzos, todos tenemos que cooperar…, ¡el gasto corriente nos está llevando a la ruina!”. En ocasiones, intentando convencer de sus programas y de su visión: -Este gobierno es todo, menos asistencialista. Incluso el Programa de Adultos Mayores inicia por un motivo humanitario: darles autoestima, una jerarquía en la familia…; “dense cuenta de la situación tan dramática que viven”. -Casi todas las comunidades van a donar los terrenos para las cien nuevas universidades. Van a ser universidades pequeñas, con carreras específicas, “es un experimento muy interesante”.
Otras veces, eludiendo los temas o dándoles la vuelta con respuestas a medias:
-La reducción a Salud, a Educación, a Universidades Públicas, a Ciencia y Tecnología, a Medio Ambiente, al Campo…
Pero sin duda, lo que más le valía al secretario de Hacienda era su manera de ser: su buen trato, su sencillez, su gusto por explicar, su conocimiento de los temas y el no responder a críticas hirientes e incluso soeces de algunos legisladores. Así iba, pues, hasta que ya casi al final de su comparecencia, Urzúa se topó con los señalamientos de la panista Laura Angélica Rojas sobre la reducción del presupuesto a las universidades públicas.
El tema aparecía por enésima ocasión, sólo que en esta ocasión venía envuelto en esta frase:“López Obrador rompió su palabra…, díganos por qué rompió su palabra”.
Fue cuando Urzúa alegó que las reducciones eran en el gasto de operación, porque “todos sabemos que se estaban haciendo mal las cosas; el gasto se ejercía de manera poco eficiente, con poca transparencia y corrupción”.
Entonces, Rojas le reviró –con el caso de la UNAM y de la ANUIES- y demostró que las reducciones no iban al gasto corriente, sino que afectaban programas sustantivos: “No nos quiera engañar, no falte a la verdad…”, le espetó a don Carlos. Fue el momento más incómodo para el titular de Hacienda. Urzúa no diría más al respecto. Cerraría su comparecencia señalando que se trataba de un paquete “muy responsable, muy razonado…; y creo que con esto las cosas van a cambiar y México va a ser un país mejor”.
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