ALHAJERO
Mensajes entre AMLO y Slim
Podría decirse que se rompió el hielo entre AMLO y Slim, pero en la cuestión de los negocios se ve que aún no hay arreglo.
Fue en la vieja prisión de Lecumberri, hoy sede del Archivo General de la Nación, donde ayer se encontraron.
Ni muy cerquita (físicamente), ni muy lejos el uno del otro.
Pero lo suficientemente simbólica la sola presencia de Carlos Slim Helú como para romper la distancia y frialdad que, desde la cancelación del Aeropuerto Internacional en Texcoco, estableció públicamente el hombre más rico de México ante el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Llegaron al mismo tiempo. Uno ingresó por una puerta, el otro por otra. El arribo de AMLO fue cubierto de aplausos. El del presidente del Grupo Carso pocos lo notaron.
Pero sería el propio López Obrador quien destacaría su presencia entre los asistentes. Y no sólo eso. Al iniciar su intervención, obsequiaría un amplio reconocimiento a Slim –en evidente operación cicatriz- a ese hombre que le miraba a unos metros en su carácter de promotor de la cultura. Porque en ese carácter asistió Slim a la presentación del proyecto que busca rescatar y difundir la Memoria Histórica y Cultura de México, y cuyo Consejo Honorario estará presidido por Beatriz Gutierrez Müller (esposa de Andrés Manuel).
El matiz es importante porque así lo hicieron sentir tanto AMLO como Slim.
Pero sobre todo el empresario, pues, aunque de manera cortés, dejó muy en claro que el tema de los negocios estaba aparte. Sólo aparte. Júzguenlo ustedes. López Obrador reconoció la presencia del empresario así: “Gracias a Carlos Slim, me consta que Carlos siempre ha sido promotor, antes se llamaba mecenas a quienes apoyaban a los creadores… Carlos fue amigo de Fernando Benítez y de don Pepe Iturriaga, que decía, recordando a Vasconcelos, que todavía pastaban los búfalos en Nueva York y nosotros ya teníamos universidades…
“Carlos Slim ayudó para que se creara el Museo del Estanquillo. Rafael Barajas El Fisgón, que está aquí, es testigo… Carlos Monsiváis donó su colección de arte popular porque se lo pedimos –lo invité a desayunar cuando fui jefe de Gobierno- y él me puso como condición que, cuando ya no fuéramos gobierno, se mantuviera como Museo independiente y se garantizara su conservación… Slim ayudó para que se creara el Museo del Estanquillo. Por eso celebro que está aquí entre nosotros…”
Slim haría lo propio. Conversaría unos minutos con Beatriz, al término del evento. Con la historiadora e investigadora sólo hablaría de los acervos digitalizados y lo que él podría aportar para la memoria histórica.
Luego, ante las cámaras y micrófonos de los reporteros, el hombre del dinero rechazaría toda pregunta relacionada con la cancelación del aeropuerto en Texcoco o del rompimiento de su relación con López Obrador. Sólo el Slim amante y promotor de la historia de México y su cultura era el que estaba presente. Y así lo hacía saber a las claras.