ALHAJERO
¡Puf! Ahora defiende a Videgaray
Lo que les faltaba: Que José Antonio Meade saliera ahora a defender a Luis Videgaray.
Eso fue lo que tiró por la borda lo mucho que mejoró el candidato del PRI en actitud, presencia y desempeño en este segundo debate.
Porque una cosa –admitiendo sin conceder- es defender al Presidente Enrique Peña Nieto y otra muy distinta, e innecesaria, es salir a limpiarle la cara a quien tuvo la aberrante idea de traer a Donald Trump a Los Pinos y obsequiarle un trato presidencial, ayudándole así en su campaña. ¿Acaso ese error no le costó a Videgaray la titularidad de la Secretaría de Hacienda (y tal vez hasta la candidatura presidencial)?
Qué necesidad tenía Meade de justificar la invitación a Trump y salir en pleno debate a decir que fue un acierto, que en justicia…, bla.bla,bla.
Parece no darse cuenta de que el enojo en las calles –y particularmente entre la militancia priista- pasa no sólo por Peña Nieto, sino por el equipo cercano que ha acompañado al mexiquense en su gobierno. Léase particularmente la tríada que asoma tras la figura del propio Meade como una negra sombra: Luis Videgaray, Aurelio Nuño y Enrique Ochoa (mientras fue Presidente del PRI).
Si ya de por sí sus críticos lo ven como el candidato de la continuidad, que va de “tapadera” del Gobierno actual y que detrás de él está el grupo encabezado por Videgaray…, pues valga decir que antenoche abonó con ganas a esa percepción.
Y esa no es precisamente la mejor carta de presentación para cruzar la boleta presidencial.
Carlos Alazraki debe estar revolcándose del coraje.
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AMLO DISTINGUE A MEADE.- Fue bien notorio: Andrés Manuel López Obrador trató mucho mejor a José Antonio Meade que a Ricardo Anaya.
No fue sólo en el lenguaje, en los adjetivos y en los apodos que terminó endilgándole el de Morena al panista (cosa que no ocurrió con sus otros contendientes) y que terminaron convirtiéndose en “la frase” del debate: “Ricki riquín canallín”.
También en el lenguaje corporal. Hubo momentos en que Meade y AMLO se miraron con simpatía, que sonrieron incluso. Que más allá del acto teatral del candidato tricolor de ir a dejarle al atril del tabasqueño la tarjeta de Néstora Salgado, lo que se percibía entre ambos era empatía. El momento cumbre en ese aspecto fue cuando el Bronco incitó a López Obrador a darle un abrazo a Meade. Prueba difícil para Andrés Manuel si recordamos lo que sucedió en el primer debate en el que ni siquiera se despidió.
Pero por lo visto reconoció el error –en general estuvo mejor que en el primer debate- y aunque le costó un poco de trabajo animarse, fue hasta el lugar de Meade a darle el abrazo, o medio abrazo. Ahí había al menos respeto. En cambio con Anaya apenas si le dio la mano al tiempo que soltaba de nuevo aquello de cuidar su cartera (por cierto que fue un gran error no haber abierto la toma de televisión en ese momento).
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GEMAS: Obsequio de la Secretaría de Relaciones Exteriores: “El @gobmx no reconoce la legitimidad de las elecciones de #Venezuela por carecer de las más elementales características y garantías para asegurar que sea la voluntad popular la que determine quién será su próximo Presidente: @LVidegaray”