ALHAJERO
El retorno de Otto
Hay una anécdota que se cuenta del regreso de Otto Granados Roldán a las grandes ligas de la política.
Ocurrió hace un par de años.
Por esa fecha, la cancillería había organizado un foro sobre los desafíos internacionales de México o algo parecido. Tenía lugar en el patio de la vieja casona de Xicoténcatl, y ahí se apersonaron distintos diplomáticos y académicos.
Uno de ellos fue Otto. Pocos en su derredor lo (re)conocían, aún y cuando era embajador de México en Chile y cargaba un curriculum que, entre otras cosas, lo llevó a la vocería de la Presidencia de la República con Carlos Salinas de Gortari y la gubernatura de Aguascalientes.
Pero en esos días, decíamos, Granados poco “encanto” tenía para la clase política.
Apareció entonces por ahí el entonces rector de la UNAM, José Narro Robles. Él sí lo reconoció y comenzaron a charlar. En un momento dado –refieren- Otto le dijo al doctor: Ya sé que eres el bueno…
Narro señaló hacia otro personaje que por ahí cruzaba y le indicó: Ese es el bueno…
Era Aurelio Nuño.
Otto se acercó a él en ese mismo evento y comenzaron a charlar.
No pasó mucho tiempo para que el también profesor e investigador en el Tecnológico de Monterrey, dejara la Embajada de México en Chile y se incorporara la Secretaría de Educación con Nuño, como subsecretario de Planeación, Evaluación y Coordinación.
Gracias a –o a pesar de- la sombra de Salinas, tampoco tardó gran cosa en ganarse la confianza del titular de la SEP y desbancar a Javier Treviño, subsecretario de Educación Básica, en la sucesión por venir.
El caso es que ayer, Otto Granados vio cumplido uno de sus mayores sueños: retomar los pasos –en los mismos pasillos y la misma oficina- de uno de los hombres que más ha admirado y de quien fue secretario particular: Jesús Reyes Heroles, en su etapa de Secretario de Educación.
De ahí que ayer fuera sin duda, el más feliz en Los Pinos. ¡Más que Nuño!, que ya es decir.
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PEÑA, INCÓMODO EN EL SENADO.- Entregarle la Medalla Belisario Domínguez a Julia Carabias –la gran bióloga, ambientalista y defensora de la Selva Lacandona- era todo un honor, sin duda.
Pero lo que no le hizo ni tantita gracia al Presidente de la República fue la parte final del discurso del senador Zoé Robledo. Discurso que pasó de narrar bellamente la lucha ambientalista de Carabias a convocar a “cambiar el régimen”.
Enrique Peña Nieto apenas si marcó una palmada al final del discurso del de Morena. Pero de hecho, evitó el aplauso.
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GEMAS: Obsequio de Germán Martínez, ex presidente del PAN: “¿Cuál es la diferencia cívica entre el perdón absurdo de López Obrador a los delincuentes, y el adelantado perdón que el PRI pretende para las Fuerzas Armadas que violen los derechos humanos? Ni indulgencia plena a los cárteles de la droga, ni clemencia previa a los cuarteles de soldados.”