ALHAJERO
V Informe, entre el hielo y la ojeriza
Por un lado, el hielo entre los de Morena; por el otro, el Frente y la ojeriza contra López Obrador
La mejor defensa que recibió ayer Mancera en su V Informe de Gobierno ante la Asamblea Legislativa, fue del ex perredista Fernando Zárate.
Mejor momento no pudo encontrar para lucirse el hoy diputado por el partido Verde, pues ante él tenía no sólo al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, sino a su padrino político: el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Por si no fuera suficiente, le escuchaban también invitados de primer orden como Ricardo Anaya, Alejandra Barrales, Dante Delgado —los tres en la cresta del Frente Amplio-; junto con Luis Castro, Manuel Espino, Juan Zepeda, Santiago Creel, Héctor Serrano, Mariana Gómez del Campo, Héctor Bautista.
Auditorio más que ideal para escuchar no sólo loas de despedida para Miguel Ángel Mancera –ya que se va del Gobierno a finales de octubre en busca de la candidatura presidencial- sino, y sobre todo, a golpear a Andrés Manuel López Obrador.
Eso los unifica a todos: la ojeriza al tabasqueño.
Rencores, odios, regateos, medias verdades, cruzan discursos –muy malos la mayoría, por cierto-, alegatos y posicionamientos de priistas, panistas, perredistas, verdes, neoaliancistas y demás.
La tribuna de la Asamblea Legislativa convertida en vertedero, como atestiguan Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Luis Serna, Huberto Bátiz, Patricia Mercado.
El propio Frente Amplio, convertido en figura principal en este último Informe de Mancera, trasluce su rechazo a López Obrador. La figura del tabasqueño asoma como telón de fondo del Frente y sus tres cabezas unificadas hoy en su contra.
Los de Morena callan. Esta vez no hay pancartas ni protestas durante la sesión. Entre ellos mismos viven bajo el hielo sus propios agravios.
Ricardo Monreal intenta evitar el saludo con Claudia Sheinbaum. Ella le busca la mirada insistentemente; él la rehúye. En un momento dado, ambos se ponen de pie a saludar a quienes arriban al salón de sesiones. Quedan de frente. Claudia lo saluda y lo abraza. Ricardo lo recibe.
No hay gusto, ni afecto, ni ganas de hacer las paces por parte del delegado en Cuauhtémoc. El gesto queda apenas en el tramo de “lo educado”, como bien registra desde lo alto de la Mesa el priista Enrique Alfaro.
Tal es el escenario ante el que Zárate prende la chispa y arranca los primeros aplausos producto de la oratoria anti AMLO. Suelta frases como éstas: “Nadie tiene derecho a destruirnos…” “Mi dedito no es el que va a decidir…” “Nuestra libertad no la vamos a catafixiar por un dedito…”
El delegado en Cuauhtémoc se queda inmóvil. La de Tlalpan se traga una sonrisa amarga.
Seguirían otros oradores. Se significarían en buena medida por cantar alabanzas a Mancera y por lanzar porquería o regatear cualquier reconocimiento a los dos gobernantes previos: Marcelo Ebrard y Andrés Manuel.
De esta Legislatura podría decirse que la grandeza no es lo suyo.
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