VOCES DE MUJERES
La Cartilla Moral -que hoy se reparte por el Gobierno de López Obrador en iglesias evangélicas- fue escrita por Alfonso Reyes en 1944. En ella no se menciona una sola vez la palabra mujer, por supuesto no hace referencia a los derechos humanos y mucho menos a la obligación de todas las autoridades de acatar lo señalado en los tratados internacionales. La Cartilla Moral -que el gobierno federal distribuye hoy de la mano de pastores- precede a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, al reconocimiento del derecho al voto de las mujeres mexicanas en 1953 y a la modificación constitucional de 1974 que garantizó la igualdad jurídica entre mujeres y hombres.
La Cartilla Moral -que hoy se reparte en sitios de culto que de manera sistemática promueven la obediencia de las mujeres a roles y estereotipos de género y su subordinación a una figura masculina- se escribió 55 años antes de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en 1995 en Beijing; 67 años antes de la reforma constitucional en materia de derechos humanos del 2011 y 75 años antes de la reforma que obliga a la paridad de género de 2019.
La Cartilla Moral dicta que las religiones contienen preceptos obligatorios para todos los mexicanos, en violación al articulo 24 Constitucional que es puntual en señalar que todas las personas tenemos derecho a la libertad de convicciones éticas y de conciencia y a poder practicar la religión de nuestro agrado. Ese artículo también es categórico en su prohibición de utilizar los actos de culto religioso con fines políticos, como hace el Presidente de México, en desacato del principio histórico de la separación del Estado y las iglesias y en franca desobediencia del artículo 130 constitucional que garantiza que la norma jurídica no dependa de dogmas, doctrinas, tabues o prejuicios religiosos. Conforme avanza su administración nos es cada vez más evidente que el Presidente de México, de manera abierta, ha decidido violentar las normas que nos rigen como estado laico, contrario al espíritu repúblicano y juarista que con tanta frecuencia invoca.
La Cartilla Moral que impulsa el gobierno Andrés Manuel López Obrador, hoy se distribuye en iglesias que prohiben expresamente la participación de las mujeres en la toma de decisiones de sus congregaciones y que se oponen a tal grado a la igualdad y el libre albedrío que dictan a mujeres y niñas la forma en que deben hablar, actuar y hasta vestir con argumentos supuestamente religiosos que son violatorios de sus derechos. Por eso no debería sorprendernos que estas iglesias hayan sido tan prontas para compartir el texto de Reyes entre sus feligreces, ya que éste supone textualmente el acatamiento a una serie de “respetos”, que equivalen a los “mandamientos” de la religión y que son inapelables. “Respetos” previos al reconocimiento de los múltiples tipos de familias que integran nuestra sociedad y a la prohibición de la discriminación por género, sexo, preferencia sexual y estado civil. Esos “respetos” son previos a que la violación conyugal no solo no se considerara un delito sino que fuera vista como una obligación de las mujeres a satisfacer, aun en contra de su voluntad, los impulsos sexuales de sus maridos, quienes además podían exigirles obediencia ciega a golpes. Estos “respetos” son previos al reconocimiento del derecho de las mujeres y niñas a vivir libres de violencia.
La Cartilla Moral que el presidente rescató de los anales de la historia -más cercana al porfiriato que a la realidad social del 2019- es coherente con la postura de un gobierno que insiste en incluir en la toma de decisiones a líderes religiosos y que abiertamente ha excluido a las mujeres que luchan y han luchado por sus derechos. Desde su logo oficial -donde no figuran- pasando por la omisión deliberada para enfrentar el feminicidio y la violencia de género, eliminando, por ejemplo, los recursos federales para la atención de refugios para mujeres violentadas; su evidente falta de uso de lenguaje incluyente y la obvia ausencia de las palabras mujer o mujeres en el contenido de la Cartilla Moral que hoy promueve.
La Cartilla Moral del gobierno federal hoy se distribuye en iglesias evangélicas de origen extranjero que buscan imponer desde sus púlpitos ideas quasi colonialistas y doctrinas globalistas de ultraderecha y contrarias a nuestra soberanía. Estas mismas iglesias se oponen explícitamente a la lucha por alcanzar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres; a la libre determinación y control de las mujeres sobre sus cuerpos; y al ejercicio de la autonomía y libre desarrollo de la personalidad.
Sin embargo en esa misma Cartilla Moral, Alfonso Reyes nos hace una advertencia puntual que el líder de la Cuarta Transformación ha decidio no escuchar: “Cuando el gobierno (que no es lo mismo que la ley) comienza a contravenir las leyes, o a desoír los anhelos de reforma que el pueblo expresa, sobrevienen las revoluciones”.