- Ebrard busca sustituir a AMLO, Murguía a Nava
- El INE sí se toca con Plan B de López Obrador
- Máscarita de puerco y las patadas de Pancho
- El Historietario: la nacionalización de la banca
Marcelo.
Hacía muchos años no veía a Marcelo Ebrard y llegó a la entrevista de PLAZA DE ARMAS como si fuera ayer, con el tuteo y el abrazo, luego de una comida con representantes de las cámaras empresariales y los colegios de profesionistas, acompañado de la secretaria de Gobierno, Lupita Murguía.
Dos aspirantes a la presidencia, me dije.
Él a la de la República.
Ella a la del Municipio de Querétaro.
Él no sabemos si será el candidato.
Ella, apuesto a que sí.
Pertenecen a dos partidos distintos y opuestos, pero ellos son profesionales y probablemente amigos. Lo parecen.
La gira del secretario de Relaciones Exteriores inició muy temprano ese miércoles 7 con una almuerzo en Palmillas, con el gobernador Mauricio Kuri, la propia Lupita Murguía, el oficial mayor Mario Ramírez Retolaza, el particular Chepe Guerrero y los alcaldes Luis Nava y Roberto Cabrera.
Ahí degustaron la famosa y riquísima barbacoa que sabe distinto -según un experto porque le echan manteca de cerdo, lo que de ser cierto podría constituir un engaño para quienes por salud o creencias no pueden consumirla- y que, por cierto, tanto le agrada al presidente López Obrador.
Era el principio de una larga jornada. Ebrard y Kuri se trasladaron, solos, a Palacio de Gobierno, en el día marcado por la crisis peruana, entre llamadas telefónicas del presidente de México y mensajes al embajador mexicano en Lima.
El canciller (incluido en la terna de Morena para el 24) quería bolearse los zapatos en nuestra Plaza de Armas pero ya no hubo tiempo de eso, porque después de la reunión en Palacio de Gobierno tenía el convivio el Club de industriales y una conferencia de prensa en el bar, que es donde -jejeje- deberían de hacerse siempre.
A la comida ya no lo acompañó Kuri, para quien tuvo cálidas expresiones: Es un tipazo y muy buen gobernador.
En la mesa, además de los empresarios anfitriones, le flanquearon la imprescindible Lupita (antes de su segundo Covid) y la secretaria del Trabajo, Liliana San Martín, una de las revelaciones del sexenio, digna sucesora de Ramírez Retolaza.
Ebrard, el miembro del gabinete lopezobradorista con mayor experiencia y trayectoria, aprovechó a placer el escenario, con los temas de interés para los miembros de la iniciativa privada que, sin lugar a dudas, lo ven como el menos preocupante de la 4-T.
De todo los habló: el Tratado, las ventajas y riesgos en la relación con los vecinos del norte, los asomos de China y la India, el crecimiento de la economía, las perspectivas y hasta les compartió las angustias de esas horas por los hechos en Perú.
Luego la conferencia de prensa y entrevistas exclusivas en un salón cercano, comenzando con los armeros. Le había gustado mucho el tratamiento informativo previo a su visita y especialmente el cartón de Pepe Gómez (“Corcholata”) publicado ese día.
Relajado llegó al encuentro y habló sin reservas del proceso interno de su partido, adelantando que el fin de semana exigiría al dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, encuestas amplias y debates entre los aspirantes, condiciones -junto con lo de renunciar a sus cargos- rechazadas por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, de la que dice toda su campaña es una invocación al dedazo y se autoproclama la favorita de YSQ, aunque éste no lo ha declarado “ni lo hará”.
Marcelo ya se vio en la Presidencia.
Es más, a pregunta sobre dónde estará al día siguiente de las elecciones del 2024, responde que preparando su toma de posesión y que hará un gobierno eficaz, como cuando trajo las vacunas, reconstruyó la capital, bajó la delincuencia o cuando terminó las negociaciones del Tratado con EU y Canadá.
Niega tajantemente ser el plan B del presidente. Es más, le cree que no habrá dedazo porque lo ha dicho y no es un simulador. “A Andrés le puedes criticar todo, menos eso”. Ha trabajado 22 años con él, lo conoce.
Se ve y se siente muy a gusto Ebrad en Querétaro, estado panista, en el que tiene muchos amigos y encuentra coincidencias en proyectos económicos y sociales por su buen crecimiento, décadas sin huelgas y una actitud hospitalaria de la iniciativa privada y el gobierno de oposición.
Las únicas críticas que hubo en los días siguientes fueron de miembros su propia organización política que aquí han estado canteados por Sheinbaum y todavía se quejaron de no ser tomados en cuenta en la gira.
Muy pocos de Morena lo acompañaron: Santiago Nieto Castillo, que fue incorporado a la campaña presidencial de López Obrador por el propio Ebrard, el embajador queretano Carlos Peñafiel Soto, su colaborador, recién confirmado para Corea y algunos otros.
Con todos fue cordial.
No podía ser de otra manera. Ningún aspirante presidencial de Morena o de los demás partidos ha tenido, hasta ahora, una visita tan completa y exitosa.
Incluidos los del PAN.
-BLANCAS Y NEGRAS-
Regalazo.
Ya pasó el Plan B en el Senado, a pesar del posicionamiento en contra del coordinador de la mayoría, Ricardo Monreal Ávila, que tiene un pie afuera. La ley que toca al INE (aunque todavía regresará a San Lázaro y será impugnada ante la Corte por anticonstitucional) tuvo 68 votos a favor, 53 en contra y cero abstenciones.
Hemos visto cosas peores. Sin embargo este columnista no entiende ¿cómo se puede acusar de fraudulento a un sistema electoral que validó el triunfo del panista Vicente Fox en 2000 y el de Andrés Manuel en 2018, además de una veintena de gubernaturas de Morena.
En ambiente tan revuelto y contaminado no deja de sorprender el voto del queretano Gilberto Herrera Ruiz a favor del Plan B, cuando siempre se ha reconocido su congruencia y verticalidad. Se puede aceptar de casi todos los morenos, menos del ex rector de la Universidad Autónoma de Querétaro, formado él sí en la izquierda histórica, como su padre.
Lo de la noche del miércoles en la llamada Cámara Alta fue un circo de tres pistas, botarga incluida, que hizo recordar cuando el priista Roque Villanueva lanzó la Roqueseñal el 17 de marzo de 1995 para festejar el aumento del IVA al 15%, cuando el diputado Marco Rascón se puso una máscara de puerco en el segundo informe del presidente Zedillo el 1 de septiembre de 1996 o cuando en noviembre de ese mismo año el queretano Francisco Domínguez salió del anomimato al agarrarse a patadas con otros legisladores para “defender la tribuna”.
Cenó el alcalde de Querétaro, Luis Nava Guerrero el miércoles con directivos de medios de comunicación, conductores y columnistas en el restaurante “Cúspide” de Jorge Rivadeneyra Díaz, que administra en el incansable Miguel Martínez Moyano. Al sitio, ubicado en el Centro de Congresos, llegaron el presidente de los radiodifusores, Jaime Robledo Hernández y directores como Rafael Bustillos, de Televisa y Romeo Ramos de TV Azteca, Mario León del Diario, El Armero Sergio Arturo Venegas Ramírez y nuestro director operativo Luis René Venegas Ramírez, además de los conductores Aurelio Peña, Pedro Pablo Tejada, Adán Rentería, Adán Olvera, Andrés Estévez y Joss Montes. Buen poder de convocatoria del coordinador de Comunicación Social del municipio, Dante Aguilar, en un excelente restaurante.
Luego de una larga sobremesa, un otrora poderoso y vengativo ex gobernador de Querétaro, aceptó conocer la nueva zona de piano bar en La Bocha de Briaño, en el Bernardo Quintana, para tomarse la del estribo. Contento, acompañado de dos amigos, entró al sitio, pero su rostro cambió cuando notó que en el área departía una decena de comunicadores. Incómodo, saludó de pasadita y se quedó solamente unos minutos, para luego tirar camino a Huimilpan.
Todo cambia.
-EL HISTORIETARIO-
Volver al futuro.
Este reportero presenció su primer informe en San Lázaro hace más de 40 años, el miércoles 1 de septiembre de 1982. Era el día del presidente, decían. Y en este caso el último de José López Portillo, al que había visto desde su campaña en Querétaro como un magnífico orador, de gran personalidad y arrastre, pero ¡oh, sorpresa! esa mañana el jefe del Ejecutivo y de las fuerzas armadas lloró ante la nación y recordó a los pobres, a los que había pedido perdón al inicio de su gobierno.
“Soy responsable del timón pero no de la tormenta” dijo desde la tribuna más alta y anunció la nacionalización de la banca, expropiación en realidad.
Las cámaras captaron en uno de los palcos al presidente electo Miguel de la Madrid con expresión grave y aplaudiendo sin ganas.
Presidía el Congreso un político probadísimo, Humberto Lugo Gil, que en paz descanse, a quien -cosas de la vida- también le había tocado contestar el informe de Gustavo Díaz Ordaz en el convulso 1968, días antes de Tlatelolco.
Don Humberto, también ex gobernador de Hidalgo, con quien coincidimos mucho tiempo después en la Secretaría del Trabajo con Mariano Palacios Alcocer, nos contó su experiencia de 1982 y cómo se blindó el secreto mejor guardado del sexenio.
Faltaban 48 horas para el sexto informe de López Portillo, aún no le entregaban el documento y él debería preparar la respuesta.
“Aún no está terminado” le decían para justificar la demora.
Tuvo que recurrir a José Ramón López Portillo Romano, el “orgullo de su nepotismo”, quien le compartió que JLP probaría micrófonos en San Lázaro la mañana del 31 de agosto. Ahí podría verlo y hablar con él.
Muy temprano estuvo Lugo Gil en la sede legislativa.
Vestido de pants, calaba el primer mandatario la potencia del sonido, súbanle aquí, bájenle allá. Al terminar el ensayo, pudo hablar el líder de los diputados con López Portillo y comentarle su preocupación por no tener todavía ni siquiera un adelanto del documento para preparar su discurso.
Más tarde lo tendría, le dijo. El mismísimo José Ramón se lo llevaría personalmente a sus oficinas de la CNOP, en las calles de Lafragua. Y así fue, pero antes, llegaron elementos del Estado Mayor Presidencial para comunicarle que dentro de una hora cerrarían el edificio. Nadie podría entrar ni salir y los teléfonos serían desconectados.
Don Humberto tuvo tiempo de comunicarse con su esposa para comentarle la situación. Trabajaría toda la noche en la respuesta junto con sus colaboradores más cercanos, entre los que se encontraba un queretano: Fernando Ortiz Arana.
Anochecía cuando llegó el junior con la copia del esperadísimo informe y la petición presidencial -la orden, dicho de otro modo- de guardar el secreto de la nacionalización o expropiación de la banca para evitar fuga de capitales o maniobras de los dueños.
Y, en efecto, Lugo Gil no pudo avisarle a nadie, ni siquiera al amigo al que le debía su nueva y alta posición política, el presidente electo Miguel de la Madrid.
Ya había amanecido el 1 de septiembre de 1982 cuando el presidente del Congreso de la Unión pudo salir de las oficinas (los colaboradores, no) y trasladarse a su casa, acompañado por los militares, para darse un baño, rasurarse y vestirse formalmente. Ahí supo que el teléfono también había sido cortado. Y, por supuesto, aún no había celulares.
A tiempo fue llevado por los miembros del Estado Mayor a San Lázaro para presidir la sesión en la que José López Portillo anunció la nacionalización bancaria, medidas sobre el control del tipo de cambio y la descentralización del Banco de México. “Ya nos saquearon, sentenció, México no se ha acabado. No nos volverán a saquear”.
En su respuesta, Humberto Lugo Gil, declaró: “Esta fecha está ya en la historia” y expresó el apoyo del poder legislativo a las decisiones económicas “patrióticas y revolucionarias” de López Portillo porque respondían a los sentimientos del pueblo.
La política era así.
¿Era?
¿O es?
-JUGADA FINAL-
Serenos.
A los que no eran iguales y ahora quieren regresar a la época del partido único (#El INE sí se toca) un regresivo y autoritario ¡JAQUE MATE!