La luz. La Liga Española, ese hermoso coliseo donde los gigantes del fútbol se enfrentan en un duelo épico cada fin de semana, ha alzado nuevamente su telón. Un ballet de piernas ágiles y corazones valientes que nos regala emociones intensas en cada jugada. El Barcelona, con la maestría de Lewandowski y el ímpetu de sus jóvenes promesas surgidas de La Masía, ha iniciado la temporada con un pie firme. La fábrica de talentos culé, una vez más, demuestra su capacidad para moldear a las posibles futuras estrellas del fútbol mundial. La victoria azulgrana es un rayo de luz en un campeonato donde el margen de error es mínimo.
En el otro lado de la moneda, el Real Madrid, ese conjunto de galácticos que nos tiene acostumbrados a la excelencia, ha tropezado en su debut. Un empate ante un Mallorca combativo sabe a derrota para los merengues. En un campeonato tan competitivo como la Liga Española, cada punto cuenta. Y ceder terreno ante un rival directo es un golpe al orgullo madridista.
La Sombra. Mientras en Europa el fútbol nos regala momentos de belleza, en México vivimos una realidad muy distinta. La eliminación de los equipos mexicanos en la Leagues Cup es una mancha en nuestro orgullo futbolístico. La MLS, que hace unos años era vista como una liga menor, nos está superando en todos los aspectos.
El nivel de nuestros equipos es preocupante, especialmente si consideramos el Mundial que se avecina. Equipos como Querétaro, con planteles cortos y directores técnicos limitados, son un ejemplo y reflejo de la crisis que atraviesa nuestro fútbol.
La generación actual es, posiblemente, la peor de nuestra historia. Y el nivel general del fútbol mexicano está en su punto más bajo. Estamos muertos futbolísticamente, esa es nuestra realidad.
En su pedestal de barro, nuestro balompié azteca sueña con conquistas imposibles, ciego ante la realidad que lo circunda. Seguimos con un colosal ego con un nivel cada vez más pequeño.
¿Podremos salir de esta oscuridad?… Hoy no veo por donde.