LA APUESTA DE ECALA
El Querétaro de los 70
El Querétaro de los años 70´s, pequeño, de familias que coincidíamos unos con otros, sea en la escuela, en el trabajo, en los cines o en las cafeterías, tenía como principal atracción, que no nos preocupaba nada del exterior.
Éramos algo así como una comunidad separada del México.
Sólo había dos periódicos: El Diario de Querétaro, que ubicaba su rotativa en Escobedo, entre las calles de Guerrero y Ocampo. Y el Noticias, con su rotativa ubicada en Ezequiel Montes, entre Balvanera y Madero.
Las estaciones de radio, pocas (muy pocas) se ubicaban en Zaragoza 15 Pte.
Comenzaban al aire con un programa llamado “de colores” hasta con su canción y todo, que siempre ponían el cuento de la negrita que comía huevo hirviendo, y el de famoso Gallo Quirico.
Este programa nos llevaba de la mano para prepararnos al comienzo de la escuela.
En la noche el programa “Entre amigos” que ya pasaba tarde, siendo locutor Don Sergio Venegas Alarcón, nos regalaba pases para ir al cine, un disco de 45 revoluciones por minuto, solo y sí, atinábamos el ruido extraño, o descubríamos la respuesta de la adivinanza.
Yo recuerdo escucharle en un radio bastante bueno traído de fayuca (no había otra manera) en un gran cuarto en la casa de mi Madre, sentado en el tapete, y al lado todos mis hermanos, subidos en la cama, de esas elegantes de cabecera blanca y gran tocador.
El radio se ubicaba en el buró, de igual elegancia, y eran los cuartos tan grandes, que cabía otra cama señorial estilo Luis XVI, y dos roperos de tamaño considerable.
Los ricos iban al Queretano, los demás a las públicas, o a las de bajo costo, sea la de la Mtra. Pozas, allá por casa del Mtro. Luis Olvera.
Las niñas ricas al Plancarte, la Asunción, el Alma Muriel. A quienes no les alcanzaba (a casi todos) a las públicas y a la famosa secundaria Federal 1.
La mayoría de los varoncitos, que no les gustaba el Queretano, y los papás querían disciplina – más no tanta como la escuela de la Mtra. Pozas- iban al Ilustre Centro Educativo.
Una escuela ubicada en corregidora, frente al Banco del Atlántico, a los muebles Frey, al Hospital de los Núñez, y hacia vecino a un banco de grandes cristales ahumados.
Dirigida por el Mtro José Guadalupe Corona Puga.
El centro de la ciudad, lleno de grandes negocios, tenía como principal atractivo, qué en cada calle, se ubicaba algún comercio, que hoy sería casi imposible que aún existieran, y si así lo hicieran, los niños de hoy se preguntarían:
¿Eso para qué sirve?
Cómo olvidar las Discotecas Aguilar, un negocio ubicado frente a la Woolwoorth.
Este local vendía discos LP (Long play) o como los conocíamos, de larga duración. Este giraba a 33 revoluciones por minuto.
Acetatos negros, que se cuidaban como si fueran de oro, ya que algún rayón al plástico echaba a perder el disco, con 10 temas de tu artista, 5 del lado “A” y del otro el “B”, los demás.
Los discos tenían una funda de plástico, con la forma de un arco, luego uno de papel, con la letra de las canciones, y luego el cartón de la funda, con un papel plástico que lo sellaba.
Aún recuerdo los míos nuevos (digo míos porque los pedía, pero eran del “banquito rojo” o sea de todos mis hermanos), de Cepillín, del Quico y ya más nuevo: Parchís.
Estos se tocaban en las consolas que eran TV, Radio Internacional, toca discos y grandes bocinas, de la marca Stromber Carlson.
De elegante manufactura, maderas pulidas, hilos de oro, tapas de cedro y caoba, unas verdaderas obras de arte del diseño industrial setentero, por cierto, ¡nada baratas!
Una completa te costaba 45 pesos… ¡Un dineral!, por supuesto en la RCA Víctor de Juárez, frente a Sears.
Esta famosa Discotecas Aguilar no solo vendía el LP; también los éxitos del momento, un disco pequeño de 45 revoluciones, con una hendidura más ancha del LP, que era un pequeño agujero en el centro, y el de 45 rpm, de unos 4 cm.
Cassetes de artistas del momento: Yuri, José Luis Rodríguez, Emanuel, Sandro (algo así como el Luis Miguel de los 70´s) Camilo Sesto, Roberto Carlos…etc .
Los famosos cassetes de 8 tracs, para los “burgueses” de la cimatario.
En grandes muebles que exponían de bajada los discos, los cassetes, agujas para la toca discos.
Para poder tocar estos lp´s se tenía una aguja de punta de diamante, que era la que transmitía el sonido a los reproductores y amplificadores.
Si la echabas a perder, había que comprar otra, para el mismo modelo.
Aún recuerdo a mi hermano Roberto, cuando grababa sus cassetes, en una grabadora de mi Madre, tenía que cerrar la sala, los cuartos y estaba prohibido hacer ruido, porque si no, salía en la grabación cualquier detalle.
Sus discos de Village People, de Men At Work, de Electric Light Orchestra, entre muchos y los demoníacos discos de KISS, que a más de cientos de Mamás queretanas, que decían eran del diablo, y tuvieron que quemarlos… ¡Sí! Así era el Querétaro de los años 70´s.
¡Colecciones completas al boiler!
La Discotecas Aguilar no solo era la venta de los discos y artículos, también vendían los posters de las estrellas favoritas del momento:
Los Ángeles de Charlie, la famosa Bo Dereck y Farrah Fawcett, que por cierto nació en Corpus Christie, lugar de la también famosa Selena de los Dinos (digo solo por dar el dato).
Ya las tías más temerarias, se compraban el poster de los Terrícolas, los Ángeles Negros y Rigo Tovar.
Mis primas las González, eran fan del Sabú.
¿Qué representaba discotecas Aguilar para el Querétaro de 1970?
Era el lugar de reunión, ahí se destinaban los “domingos” de las madrinas para lograr hacerse del disco de moda, de aquellas canciones que pedías en la radio, en el programa de “complacencias” del canal 98, y la canción que más se pedía era la # 1 del cuadrante.
Era el destino y referencia para verte con la noviecilla de secundaria: ¡Nos vemos frente a las discotecas Aguilar!, y de ahí, tomados de la mano, a escondidas de su Mamá, te metías a “ver” las películas al Reforma, según tú, haciéndote el “muy grande”.
La música, es el centro de todas las manifestaciones sociales, es la palabra ofensiva, escondida en los acordes, coros y algún mensaje subversivo. Es el encuentro de las generaciones.
Discotecas Aguilar era el punto de referencia, entre los jóvenes y aquellos que querían serlo.
Siempre que pasaba después de ir a la escuela, estaba lleno, y qué decir los viernes, era paso obligado para ver quien estaba de moda.
Siempre con música, con alegría y variedad.
Ahí te encontrabas desde un disco de Vicente Fernández, hasta colecciones completas de lujo de Orquestas Internacionales, o del Juan Torres, el organista famoso que vivía en Jurica.
¡Luego llegó el progreso…!
Los walkman famosos de los finales de los 80´s, los programas de videos en la TV, la llegada de las videos VHS, la música parecía, que se perdía entre la moda de ver las películas en la casa…
Todos nos distrajimos, y poco a poco, casi desapercibido, Discotecas Aguilar, fue decayendo, ya no lo visitaban, ya no vendía, y un día, casi sin darnos cuenta cerró.
¡Para nunca más volver a abrir!
Así el Querétaro del progreso, el anterior al sismo del 85, que nos trajo, sí, grandes personas y gente entusiasta, que hoy forman el Querétaro cosmopolita, ese del que habló Obama.
Pero no olvidemos esos negocios, que hoy dan fuerza al espíritu de nuestras tradiciones, y tengamos la historia presente, del Querétaro que nunca más volverá a ser, pero que llenó nuestros corazones y alegrías, de aquello que hoy nos nutre.
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…
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