LA APUESTA DE ECALA
Consolidación de la familia
Uno de los conceptos que hoy en día, en que estamos trabajando diferentes plataformas de la sociedad, es la consolidación de la familia, no como un cliché publicitario, o una idea tradicionalista – o como algunas personas critican- un concepto viejo y de concepto decimonónico.
Para ser más exactos, la Familia es y será el único concepto que ataquen, que a su vez se les vendrá en contra, debido a que –planeado o no- todos vamos y venimos de la familia.
La Familia como la conocemos, como naturalmente ha existido por miles de años, se sustenta en una forma de vida: La comunidad.
Toda comunidad pone sus bases en la familia, y a toda familia le toca dar parte a su propia sociedad.
Es tan sencillo de entender, que se complica cuando la atacan.
Pero, ¿los ataques a la familia están fundamentados en una idea distorsionada de que seremos mejor sociedad acabando con ella?
¿De verdad un conjunto de personas se pone de acuerdo y deciden sentados alrededor de una mesa redonda: ¡ataquemos a la familia!?
No creo que las cosas funcionen así, o ¿Usted sí lo cree amable Lector?
Entonces dirá, ¿de dónde salen tantos ataques a la familia?
El momento exacto de dar con una fecha, en donde podamos decir que “comienzan” los ataques a la familia no existe, no está directamente ligado a un hecho o a un periodo de la historia, que nos dé de inmediato una razón para lograr el cometido.
Lo que sí vemos todos los días, es esa costumbre de hacernos ver lo malo como bueno, y lo bueno como malo, algo así como el mundo del revés, que en varias ocasiones hemos escrito de ello.
Y empiezan a surgir ideas colectivas, de casos particulares, que, al pasarlos a la comunidad, parecieran ser problemas generales, de “toda” la sociedad, aunque en realidad, son excepciones a la regla.
¿Una familia en donde los papás se divorcian dejan de ser familia?, ¡Claro que no!
¿Una Mamá soltera deja de ser familia para su hijo?, ¡por supuesto que no!
¿Una familia de Papá, Mamá e hijos es mejor familia?, ¡No!
Entonces, ¿a qué le llamamos familia?
El caso de las grandes excepciones, comienza, en que denominamos como familia y que no, cuando alguien o “algo” suple a un integrante de la familia.
Explico.
Imaginemos que Papá y Mamá viven juntos, y tienen hijos, – hasta aquí todo tradicional- y vemos que los hijos se desarrollan en lo que sería un ambiente sano, hacen tareas, crecen y conviven, los problemas de salud los solventan y las vicisitudes que se presentan las enfrentan.
Pero por alguna razón, fallece Papá.
La familia se convierte en un pequeño caos, en lo que se ajustan las cosas, las emociones y se le da continuidad a la vida, que indiscutiblemente debe continuar.
Es cierto que los integrantes de esta familia en específico, han sufrido una pérdida y se debe atender de manera inmediata, de lo contrario, algunas emociones y conductas de pueden acrecentar y convertirse en una continua depresión.
¿Quién a su sano juicio debiera ocupar el lugar de Papá fallecido?
¿Una nueva pareja de Mamá?, ¿El hijo mayor?… ¿quién?
De las opciones anteriores, en caso de escoger alguna, ¿quién tendría el mayor éxito?
Este caso, es la base de todos aquellos males a los que nos enfrentamos como sociedad:
Habrá quien juzgue a la esposa por volverse a casar, otros más, observarán como injusto que un hijo se haga cargo de los hermanos pequeños, que porque no es su papel.
Pero ¿le han preguntado a Mamá de esa familia que quiere?
Y por, sobre todo, ¿Qué a ella le parece lo correcto?
La familia es una realidad, lo que le pasa es una verdad, y lo que se decida por el bienestar de ella – la familia- siempre tendrá que ir acompañada de la experiencia y el análisis de lo que se deba hacer.
Pero ¿quién dice qué se deba hacer? ¿existe un manual? ¿se dan clases de ello?
Cuando vemos excepciones en la sociedad de la familia, algunas personas desean que se convierta en ley o norma, para que no volvamos a sufrir, con ver una familia destrozada por la muerte de un integrante de ella.
En los casos más fuertes, cuando los dos padres de familia fallecen en accidentes, por citar un ejemplo, ¿qué es mejor para los niños que quedan?
Y las personas se preguntan: ¿ahora qué va a pasar con ellos?
Entonces, si ponemos atención, descubrimos que todas aquellas cosas que pasan en la comunidad, que nos espantan, que nos hacen dudar, que no sabemos hacia dónde vamos, o que requieren de una ayuda de varios, a quienes menos tienen, son resultado de las emociones y las dudas del qué hacer.
No de que necesitemos una ley, que evite vuelva a pasar una tragedia, y mejor nos concentremos en acciones, para el apoyo de quienes ya vivieron esas circunstancias de pérdida de un familiar.
Si alguna persona tiene un accidente en la carretera, y choca con un poste, ¿deberá existir unja ley que prohíba los postes?
Si un chiquillo se accidenta en una bicicleta, como sociedad ¿se deberán prohibir las bicicletas?
¿verdad que no?
El miedo de las personas, de algunos, es lo que ha dado como ley, algunas cuestiones de las cuales no todos estamos de acuerdo, no solo porque daña a la familia, sino porque son excepciones a la regla, y que no necesariamente abonan para un proyecto de sociedad a largo plazo.
Si una niña de secundaria se embaraza ¿se debe de generar mayores campañas regalando anticonceptivos para que el número de embarazos disminuya?, ¡se hace! Y no ha disminuido esta excepción.
Pero si como familia tomamos este problema, lo analizamos en la comunidad y damos herramientas para la información correcta, cercana a la dignidad de las personas, y a su vez, una serie de pláticas entre familias completas, dan como resultado, una disminución radical del problema.
Cuando decimos que lo analizamos como sociedad, no se trata de un gran congreso, ¡porque van ir todos menos los interesados!
¿Qué tal unas reuniones en la colonia donde vivimos?, si estas reuniones las hacemos tal vez en un salón de alguna parroquia o algún centro comunitario, si acercamos a esta reunión a algún experto, o gente que se ha preparado en estos temas.
Si aunamos unas pláticas acerca de la dignidad de las personas, de lo ético que es hablar de estos temas como comunidad.
Tal vez unas pláticas de Escuela para Padres de la pastoral familiar, que nos den herramientas sólidas y no solo excepciones.
¡Sería enriquecedor!
Hay muchas familias que se esfuerzan por nobles ideales, morales y éticos, que aportan a la antropología de las personas.
Pero si todo lo queremos arreglar con miedo, lo único que lograremos, es acabar cada día con la familia, núcleo de la comunidad y único resquicio de valores, que ya está por quedarnos.
… es como si quisiéramos arreglar la delincuencia dándole pistolas a todo mundo… nos daríamos de balazos unos con otros, mientras que los ladrones hacen su agosto…
¡Ya ve!, nuestros vecinos del norte, que tienen las armas legales, no acaban de aniquilarse unos contra otros, y de refilón, hacen leyes en contra de la familia, a favor del aborto y la eutanasia, dos grandes excepciones que requieren su propia atención.
¡Que ni duda cabe!
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…
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