LA APUESTA DE ECALA
Memorias del TLC
El lugar favorito de Pedro Carlos Aspe Armella -dentro de la suntuosa oficina de la secretaria de Hacienda y Crédito Público- era indiscutiblemente su sillón reposet, un reclinable de color miel, que le había sido recomendado por su fisioterapeuta, para aliviar los males de su tensión de la ciática – mal que por cierto le había dado baja calidad de vida los últimos años- y que disfrutaba en la lectura de los informes.
En esta ocasión revisaba todos los casos de los empresarios, distanciados del estado mexicano, por cuestiones de políticas como las de Echeverría, que había restringido a los inversionistas extranjeros, los cual había generado un enojo.
¡Ahora con Salinas de Gortari la situación era diferente!
Los empresarios ahora son pieza fundamental del Tratado de Libre Comercio con los norteamericanos y canadienses, mismo que permitía políticas nuevas acerca de la inversión extranjera y el manejo de los recursos financieros.
La estabilidad del sexenio se debió en mucho, gracias a las acciones del propio Aspe Armella, quien había vigilado con recelo, el procedimiento del precio del dólar y de las divisas.
Y ahora, a días de entregar el sexenio, se le veía un poco cercano a Zedillo y su equipo de transición, que buscaba una ligera alza del 15% por sobre el cambio de la divisa gringa, el candidato ganador ya realizaba labores de un presidente.
¡a Aspe no le satisfacía esta anticipación!
La presentación del nuevo gabinete de Zedillo no le gustó en nada a los inversionistas – por inexperto decían- y de manera sigilosa -pero visible ante la bolsa mexicana de valores- comenzaron a emigrar sus capitales, de tal forma que la bolsa perdió números importantes, debido a este movimiento, tan solo el 30 de noviembre.
Al 2 de diciembre de 1994, los mandos inmediatos de Aspe fueron removidos, así como los tres subsecretarios, el de egresos, el procurador fiscal, el tesorero y más del 90% del personal de la secretaria de Hacienda fue removido de sus puestos, de manera inmediata.
Los inversionistas se quedaron sin las personas que ya conocían, y que eran de sus intereses el lograr establecer una participación financiera en el nuevo periodo presidencial.
Una inflación del 6.9% – la menor en veinte años- le daba una estabilidad al nuevo proyecto de egresos del sistema federal, y un augurio centrado a lograr un año sin pérdidas ni déficit.
Para el 14 de diciembre, la bolsa mexicana ya tenía una fuerte debacle y el sistema financiero comenzaba a tener visas de un problema mayor, aunque el nuevo gobierno desestimaba lo sucedido, Aspe mantenía preocupaciones acerca de lo que se avecinaba.
¡Los inversionistas extranjeros estaban poniéndose nerviosos!
Aspe no esperó situación alguna y de inmediato le marcó al privado de Jaime José Serra Puche, quien recién llegado le tomó la llamada -a regañadientes-
-¡Dime Pedro! estoy ocupado, ¡sabes cuánto!… pero dime, ¡anda! ¿en qué te puedo ayudar?
-mira Jaime, en un fólder de color piel negro, que te dejé en el escritorio con una nota de urgente, te explico lo inmediato….
Serra lo interrumpió…
-¡sí dime ya lo leí! – desdén.
-¿en serio?… porque no veo que se apliquen las políticas de control de las divisas…
-¡mira Aspe ya hiciste lo propio! y vimos que maquillaste muchas circunstancias, ¡déjame trabajar y disfruta tu retiro!
-¡pero Pepe…! …. si deseas te puedo asesorar….
¡Serra Puche le colgó la llamada!
Seis años antes, Washington.
El vicepresidente de Ronald Reagan, George Herbert Walker Bush, miraba con enojo el desorden de México, debido a que faltaban algunos meses para firmar el acuerdo de North American Free Trade Agreement – un renovado contrato de un antiguo tratado- y las negociaciones ponían atención en el punto más álgido de la política mexicana: el antagonismo histórico de empresarios y gobierno.
Para ello se acordó una llamada, entre los mandatarios, con el fin de poner fin a la suspicacia del cuerpo empresarial norteamericano -quien llevaba meses molestando al presidente Reagan- y su homónimo Salinas de Gortari, para establecer los puntos finos del tratado.
-¡Mr Salinas…! ¡qué gusto saludarle! – en excelente español.
-¡Reagan es un gusto lograr comunicarme con Usted!
La plática se derivó en varios puntos, siendo el más importante, las condiciones finales para firmar el NAFTA – por sus siglas en inglés-
-¡quedamos vaquero! ¡inmediatamente logres alinear a los empresarios y me avises! tendremos el contrato firmado.
-¡así lo haremos presidente! y recordarle de la invitación para que nos acompañe…
Unas carcajadas sonoras se escucharon y colgaron.
La Coordinadora de Organizaciones Empresariales de Comercio Exterior (COECE), creada en junio de 1990 -pero que comenzó los trabajos desde 1988- procuraba que los empresarios exportadores e importadores de México, tuvieran una cercanía hacia mejorar el antiguo tratado comercial entre los norteamericanos y México, solo que ahora, entraría Canadá en el combo.
Sectores fueron convocados y reaccionaron con propuestas hacia el sentido de esta nueva manera de hacer comercio, con el sector productivo de América del norte.
Algunos sectores se mantuvieron al margen, pero el Consejo Coordinador Empresarial tomó la batuta y logró reunir en mesas, a lo más selecto de la producción privada de nuestro País, CONCANACO, COPARMEX, AMCB, CANACINTRA, CEMAI… y otras cámaras formaron un bloque de estudio de la situación comercial, junto con la SECOFI.
El objetivo era colocar a Juan Gallardo Thurlow, entonces presidente de la Comisión México-Estados Unidos del CEMAI, como el responsable del proyecto, fue el de contar con un experto en negociaciones y la facilidad de lograr desde las sedes en Washington, para que todos los aspectos estuvieran cubiertos.
Todo avanzó con la dinámica de una relación entre los empresarios y el estado, dando mayor interés a los aspectos técnicos, que ahora desempeñaban los empresarios, para igualar a sus homólogos, debido a que en México los controles de calidad de muchos productos no estaban alineados.
Departamento de la CIA, Washington, 27 de dic, 1993.
Dentro de los múltiples archivos que ya se determinaban como clasificados, resaltaban tres procesos dentro de las políticas comerciales de Estados Unidos con México y Canadá.
La falta de capacitación y de carreras universitarias, en México, afines al comienzo del tratado de libre comercio, que permitiera la sustentabilidad de los especialistas en estas nuevas áreas.
La tradición mexicana de evitar a toda costa los procesos de calidad, en la producción y manufactura, así como más del 78% de empresas no certificadas o con evidencia de no estar haciéndolo.
La posibilidad de un levantamiento armado en la selva del sur del país.
Cuando le llegó este documento se leía en el primer informe:
El acuerdo… – NAFTA- fue un importante avance psicológico para México. Su principal resultado fue el establecimiento de un mecanismo consultivo -COECE- que puede ser invocado por cualquiera de las partes en cualquier momento para aclarar las respectivas políticas comerciales, resolver disputas específicas o negociar la eliminación o reducción de obstáculos al comercio y la inversión…
Dictaba el documento secreto a pie de la letra.
Solo existe un problema: ¡la contaminación del aguacate es severa! ¡imposible lograr negociar esta parte!
Así, a razón de todo lo explícito y profundo del documento, se le daba permiso al gobierno de Estados Unidos de firmar este acuerdo, llamado Tratado de Libre Comercio con América del Norte, entre México y Canadá.
¡la CIA daba el visto bueno!
Lunes 19 de diciembre de 1994… 4:00 am. Oficina de Serra Puche.
-¡Mira Santiago ahora sí ya nos cargó la chingada…
-¡vamos Serra que pasa!
-¡perdimos 855 millones de dólares de las reservas internacionales en un día!
-¡debemos devaluar al 15% el dólar o colapsaremos!
-¡mañana nos vamos a casa de Fidel y arreglamos esto!
La casa de Fidel de las Lomas, una suntuosa mansión setentera, al digno estilo del secretario sindicalista, daba la razón de decenas de años en el poder, es más, para muchos políticos, ¡era la casa de los sueños! – que así le apodaban varios- jardines amplios, arcadas, albercas, cascadas artificiales y ¡hasta un lago! dejaban claro quien mandaba en mucho, la rienda del país.
Serra, Oñate y Fidel se acercaron a la barra lujosa de mármol italiano, para servirse en copas de coñac, un brandy fuerte… ¡la ocasión lo ameritaba!
-¡vamos a devaluar el peso!
-¡no mamen!… es un madrazo a los mexicanos!…- dijo Fidel.
-¡no hay de otra, o perderemos el cambiario a cantidades exorbitantes! los empresarios están desapareciendo y retirando sus capitales invertidos.
-¡sean precavidos… pregunten a Carlos Aspe si él les puede orientar.
-¡ya nos mandó al carajo!
-ni modo, a veces se gana y otras… ¡se aprende!
La noche del 19 de diciembre de 1994, en una reunión en la secretaria del trabajo federal, los empresarios más importantes de México y los altos funcionarios del nuevo sexenio, se declaraban incómodos por la decisión del gobierno de dejar fluctuar el dólar…
-¿Por qué fluctuarlo?… lo mejor es dejar el techo arriba y esperar la estabilidad cambiaria, ¿15% de devaluación?
-¡no podemos!
-¡nos vamos ir a la crisis!
¡Los empresarios que sabían del movimiento comenzaron a comprar dólares a diestra y siniestra…! ¡cambiaron de pesos a miles de millones de dólares!
¡agotaron las reservas internacionales!
¡y la banda de flotación reventó!
¡Serra Puche renunció ante tal y fallido error! y tomó el cargo Guillermo Ortiz, el EZLN seguía tomando municipios y volviendo autónomos otros tantos más.
¡México se sumergió en la crisis económica más dura de todo el siglo XX!
El 1º de marzo de 1995, en la calle de Baco 8732, de la colonia Fomerrey 111, en el sector San Bernabé, Monterrey N.L., Carlos Salinas hace una huelga de hambre, cansado de que se le acusara del asesinato de Colosio, el levantamiento del EZLN, por entorpecer las investigaciones que acusaban a su hermano Raúl y por el llamado efecto Tequila – la crisis de diciembre de 1994- Tras 36 horas de ayuno el secretario de la reforma agraria, el académico etnólogo Arturo Warman Gryj, va personalmente y le atiende, le invita a terminar dicho acto.
-¡El presidente Zedillo está muy preocupado por su salud lic. Carlos!
¡Salinas cede!
¿Qué me cuentas a mí que se tu historia?
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…