LA APUESTA DE ECALA
Mario Moya Palencia
El enojo del presidente era notorio…
-¿Cómo se le ocurre decir tal estupidez a este Echeverría? ¿cómo que habrá un cambio y lo que hemos hecho por el país está mal?…
Le decía, al ya bien aceitado Mario Moya Palencia, quien había ascendido a Secretario de Gobernación, después de haber recaudado todo el material fílmico, fotográfico y periodístico del movimiento del 68, que había sido posible porque era el titular de una subsecretaría que atendía a las direcciones de Gobierno, de Investigaciones Políticas y Sociales, de Cinematografía y de Información, y el Registro Nacional de Electores.
¡todo en una sola oficina! – cómo le gustan las cosas a Díaz Ordaz-
Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, habían sido asesorados – en su camino a la presidencia- por el propio Moya, quien era un artífice de políticos, constructor de personalidades públicas, que le había valido gran calado, en el tenor de construir presidentes.
Afamado especialista de imagen pública -Moya- y de relaciones envidiables, por mandatarios estatales y uno que otro senador – más aún mandatarios de otros países-
-¡Calma señor presidente!, el Lic. Echeverría solo hace su trabajo, está construyendo su discurso que le atraerá simpatizantes…
Le platicaba el mismo Moya, sirviéndose un aromático café, y aún escuchando como el azúcar de su bebida raspaba el fondo de la taza.
-¡lo sé!, pero ¿porqué me desprestigia este cabrón?… ¡la historia me lo cobrará!
-¡le invito a la serenidad señor presidente!, mejor repasemos su último informe, ¡ándele!, no se moleste, y repita el párrafo en donde nos quedamos…
-… los precipitados confunden las horas con los años y los años con los siglos y olvidan que el avance de una revolución no es un gran salto…
-¡énfasis presidente!… deseo escucharlo molesto y altivo…
Para aquellos años, Luis Echeverría Álvarez ya era el candidato por parte del PRI, el día 22 de octubre de 1969, en un acto en donde se conmemoraba al caudillo Zapata, la CNC – Confederación Nacional Campesina- le da a conocer a Echeverría, que será el próximo presidente de México.
A partir de ese momento, el candidato por el PRI, PPS y PARM, coincidieron en una alianza, en donde el principal discurso sería el regreso de la atención a los temas agrarios, y el crecimiento de México, por medio de política públicas populares.
Una preocupación se vislumbraba por el sector empresarial de aquellos años, la creciente amistad de Luis Echeverría y el político chileno Salvador Allende.
Los empresarios de Grupo Alfa – que se conformaba por la acerera, empaques de cartón, y minería- Televisa; Grupo Camco, que conglomeraba en México a filiales de más de 2 500 transnacionales; Grupo Monterrey – Alfa misma, Vitro, Visa y Cydsa- así como Bancomer, Banamex, Serfín y Comermex, sus ejecutivos levantaban la mano, porque observaban un comportamiento y un discurso de Luis Echeverría, que dejaba mucho qué pensar:
… Pero no dejaré de hacer nada que esté a mi alcance para desterrar vicios, combatir abusos y fomentar la utilización prudente y equitativa del patrimonio común…la solidaridad efectiva entre los mexicanos es filosofía básica… aunque hemos liquidado antiguas desigualdades estructurales, otras han surgido en los últimos lustros, pero son circunstanciales y deben ser pasajeras…
Los empresarios descubrían una tendencia de izquierda, en la plataforma del candidato a la presidencia.
¡verdaderamente se preocuparon!
Los cerveceros -grupo Monterrey- citaron a todo el sector empresarial de aquellos años, a una reunión, en donde se tomaría acciones a las posibles medidas económicas y políticas del candidato Luis Echeverría Álvarez.
Fueron invitadas las más altas cúpulas de la iniciativa privada del país, textileros, celulosas y derivados, acereros, vidrieras, así como los sectores de producción de México de 1970.
En un elegante salón en la ciudad de Monterrey, dentro de las instalaciones de un Tecnológico privado -fundado en 1943 por el mismo grupo de Cervecería Cuauhtémoc, para formar a sus mandos – tomó la palabra el líder Roberto G. Sada, quien en ese momento dirigía la vidriera de la cervecera:
-¡No andaré con rodeos!, hemos descubierto dentro de las políticas a implementar por parte de Luis Echeverría, que desea nivelar las inversiones extranjeras en México, dejando que sea el Estado, quien determine la construcción de las empresas, las relaciones industriales y las formas y maneras de dirigir el capital privado.
-¡esas son chingaderas!- reclamaba Agustín Ochoa, del grupo Chrysler de México.
¡Más voces se alzaron en el salón!
En aquellos años, el 75% de la operación de más de 300 empresas grandes de diferentes grupos empresariales privados, le daban trabajo a más del 65% de los mexicanos en zona urbana, sueldos bien remunerados, escalafones dentro de las empresas, y existían una cantidad considerable de beneficios hacia los trabajadores.
¡un trabajador bien atendido, es una mejora en la producción!
Rezaba el tríptico de recursos humanos, del año de 1970, de la comisión mexicana de hombres de negocios, la CMHN, junto a una imagen de un ejecutivo abrazando a un obrero de línea de producción, y se vislumbra – de fondo- la construcción de dos casas iguales, logrando un crecimiento en común.
Beneficios en los contratos colectivos de trabajo, así como sistemas de pensiones y jubilaciones, cercanos a los de los norteamericanos, salve las comparaciones en cantidades de dólares ganados.
¡había un futuro prometedor productivo privado en México!… ¡así se veía, así se demostraba!
Luis Echeverría se da cuenta -dentro de su campaña política que le habría hecho recorrer más de 54 mil kilómetros por todo el país- que los empresarios estaban en contra de aquellas políticas de aplicar reformas a las inversiones privadas.
¡No a las reformas de la inversión privada! rezaba la carta que le hicieron llegar, dentro de la campaña presidencial al propio Echeverría.
¡Esto se estaba subiendo de tono!
Así que el candidato, Luis Echeverría Álvarez, recula y cambia el discurso:
… el capitalismo imperialista que nos rodea, que ahorca a los beneficios de la nación, se mantendrá dentro de un esquema de igualdad y participación, así como la toma de decisiones, la haremos en conjunto, pero no permitiremos de ninguna manera, el abuso y saqueo a los bienes de la nación…
-Señor candidato, en lo referente a las reformas que su amigo Allende le hace saber, acerca de lograr que todos los capitales del sector privado pasen a manos del estado, ¡no resulta buena idea!… no al menos por este momento.
-¿y cuál es el momento Moya? ¿cuándo ya no tengamos más dominio de nuestros bienes materiales?… ¡eres un compañero leal y firme!, pero no te pongas pendejo o te voy a bajar de la campaña.
¡Moya se metió las manos a los bolsillos del pantalón, tratando de buscar su pañuelo, y limpiarse la frente… ¡un regaño del presidente sabe amargo!… pero que te bajen de la campaña… ¡Sabe a mier…!
En 1970, el Consejo Coordinador Empresarial – CCE- con 321 unidades económicas, controlaba 7 organizaciones empresariales, con 503 organismos subalternos, y más de 435 mil establecimientos económicos por todo el país,
Conglomeraba al sector privado de mayor jerarquía de México, así como a las empresas que les daban trabajo a los mexicanos, en muchas consideraciones.
Aunque Díaz Ordaz era férreo anticlerical, positivista del derecho y radical presidencialista, tomó el teléfono y le marcó a la casa del Lic. Luis Echeverría, eran la 3:00 am…
-¡Mi estimado candidato! te tengo una encomienda que ya te había hecho, pero que no me cumpliste… por favor y en cuanto tengas tiempo, déjate venir a Palacio Nacional, necesito que contactes el vaticano…
¡Echeverría se fue para atrás de la impresión!
Sala de espera del Tecnológico de Monterrey, 8:03 am.
-¡mire señorita! he desviado la campaña solo por darle gusto a Don Roberto Garza, pero si me hace esperar un minuto más, me largo!
-¡No se preocupe Lic Echeverría! me avisa seguridad que ya está ingresando al estacionamiento.
En un traje ceñido de color guinda oscuro, con una camisa reluciente blanca y una corbata azul fuerte, el empresario Don Roberto, líder del CCE con un lustroso reloj Orient de acero, y un anillo de casado -desproporcionado a su pequeña mano- le ofreció sentarse al candidato.
Una sala de tres piezas de color verde olivo, que combinaban con las paredes y las alfombras de color hueso, una lámpara en el centro y elegantes pisos de mármol, dejaban ver que casi nadie entraba a ese lugar -por lo impecable de la limpieza- y las finas pinturas de un desconocido artista español – al menos para el candidato-, se sentaron y Luciana – la asistente- les ofreció un té.
-¡Agradezco tu vista Luis!
-¡no es a consideración personal! …me obligó el presidente a venir.
-¡obligado o no! agradezco tu tiempo.
-¡no andes con mamadas! ¿qué chingados quieres?
-hemos escuchado de tu intención, una vez seas presidente…
-¡que así será! – le interrumpió el Lic. Echeverría.
-¡sí pues!… volviendo… una vez que ya seas el presidente, quieres hacer unas reformas para supervisar o revisar, ¡ya no sé! las inversiones de las nuestras empresas privadas…
-¡van por la vía libre mi Beto!
-¡no para nada!… pero gracias a estas perspectivas logramos activar la economía y le damos trabajo a muchos mexicanos…
-¡dirás a los menos!… el pueblo tiene hambre y sed de igualdad!
-¡demagogia mi Luis!… pura demagogia…
-¡no te prometo nada pero lo veo con Moya!… ¿cuántos empresarios son?
-más de tres mil… ¡así me quedo tranquilo!… ¿qué les digo a mis amigos empresarios?
-¡por mí se pueden ir mucho a la chin…
¡así se las gastaba el candidato!
Con 11,708,065 el candidato del PRI, PARM y PPS le gana al candidato opositor, el panista jalisciense Efraín González Luna Morfín, quien obtuvo 1,945,070 de sufragios.
En aquella ocasión Cantinflas obtuvo 66,525, votos…
¿Qué me cuentas a mí que se tu historia?
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…