LA APUESTA DE ECALA
Silvia Tirado “La Cheves”
Silvia, o la “cheves”, como le decía sus más cercanos amigos, había recibido una llamada algo extraña, tal vez, de las más raras en su vida.
Siendo ella trabajadora de la embajada de cuba en México, allá por septiembre de 1963, estaba acostumbrada a constantes telegramas y llamadas telefónicas de infinidad de jóvenes comunistas, o de tendencia socialista.
Algunos deseaban informarse de como viajar a Cuba, otros saber si había libros de escritores de la isla, y los menos, tratan de sacar visas para irse de visita, o de plano, a vivir a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS por sus siglas.
Aquella llamada le ocupó:
-Buenos días… ¿señorita Silvia Tirado…?
-¡sí! ¿quién le ocupa?
-Soy Lee Harvey y deseo entrevistarme con Usted… ¡si lo ve posible!
-¿De dónde me habla?
-… mmm… estoy aquí en un hotel que se llama de Comercio, me dicen que es la colonia Buenavista…
-¡lo ubico bien!… ¿desea que nos veamos allí?… me acompañará mi esposo Horacio Durán.
-¡aquí la espero…!
Esta llamada había sido rastreada e interceptada por LITEMPO 2, tal vez uno de los informantes menos conocidos del sistema de inteligencia de la CIA, pero que aportaba información sustancial de varios casos, en este, el de Lee Harvey, era el de mayor enfoque en el momento.
La información viajó de inmediato a las oficinas centrales de la CIA, y el sistema de encriptamiento de los gringos alertaron sobre el aviso.
De inmediato una serie de agentes secretos se dedicaron a seguir a todos lados a la joven Silvia, desde sus actividades comunes, hasta sus más íntimos encuentros, no solo con su esposo Horacio, sino con personal de la embajada de la URSS en México.
¡Libre paso a los agentes de la CIA en México era el pan de todos los días!
Durante el sexenio de Adolfo López Mateos se implementó una “política” de no intervencionismo de los norteamericanos -de manera pública- pero los agentes de la guerra fría paseaban a sus anchas, y cuidadosos de no ser descubiertos por los infiltrados agentes soviéticos.
México era pues, un hervidero de espías en la guerra fría, un poco por la cercanía de la isla cubana y otra, más en particular, por convertir en ancha, la frontera sur de los norteamericanos.
Adolfo López Mateos recibió el informe de la existencia de canales soviéticos, en la embajada en México de la URSS, que trataban de confabular acciones en contra de los Estados Unidos, y posiblemente hacia nuestro mismo país; es el 23 de noviembre de 1963, un día después del asesinato de JFK, en Dallas, Tex.
-¡Irma! Comunica de inmediato a Gustavo que venga… ¡pero ya!
-¡Sí Sr. presidente.
El joven Secretario de Gobernación se acercó apresurado – casi corriendo- al despacho de Palacio Nacional, no era un aviso común, ¡era relevante lo que pasaba!
Tocó la puerta y el joven guardia presidencial, de un metro noventa, fornido, uniformado y con grado alto -de características físicas de los jóvenes de Oaxaca, de cara de roca y fría expresión- le abrió la puerta.
El Lic. Gustavo Díaz Ordaz Bolaños, más bien menudo y delgado, de expresión caricaturesca, por sus dientes grandes y su mentón salido, pero de una inteligencia formidable, excepcional y con un coeficiente por encima de más políticos de cepa.
-¡Sr Presidente! me ocupo de su voz y atención al tanto de sus órdenes.
-¡Siéntate cabrón!
En elegante sala de piel oscura y paredes bañadas de cedros rojos -aromáticos- todo el ambiente reluciente y lleno de detalles finos, al fondo un óleo de Benito Juárez -hermosa pieza del hidalguense, egresado de la Academia de San Carlos, Tiburcio Sánchez de la Barquera- que resalta los valores del Benemérito de las Américas.
-¡No voy andar con rodeos!, los gringos me ordenan capturar a Silvia Tirado de Durán, y de manera inmediata… ¡no hay tiempo…!… olvídate de cualquier formalismo, ¡cáiganles a los cabrones! ¡y de inmediato los mantienen incomunicados!… ¡pero a la voz de ya…!
Se paró como un resorte el joven ya candidato del PRI a la presidencia, instruyó a un grupo de guardias presidenciales, y salieron disparados hacia el centro de la ciudad de México.
López Mateos mandó un telegrama encriptado a Washington:
“niña buena en casa… no hay vuelos con el velo de la novia…! LITENSOR.
Marrion Baker, un regordete policía de Dallas, a cargo del asesino de JFK, Lee Harvey Oswald, mantiene la calma y es felicitado por toda la compañía y el cuartel entero, su ego tal vez no cabe de gusto, aunque por su experiencia en balística, reconoce que el asesinato no pudo haber sido por un solo tirador, pero guarda discreción del asunto.
Gracias a su esfuerzo y tenacidad de Baker, se logró detectar una huella digital del asesino en un fusil Carcano M91 calibre 38, posiblemente el tiro que destrozó el lado derecho de la cabeza del presidente.
Ante este momento de orgullo al policía, se ve disminuido por un hecho desastroso.
El 24 e noviembre, dos días después del atentado presidencial, Jack Ruby, dueño de clubes nocturnos, toma a Lee Harvey Oswald caminando en un pasillo de la policía de Dallas y arremete con un disparo a al pecho del asesino y lo mata delante de toda una multitud.
¡Los ojos de la CIA se volcaron hacia México!
Los militares en el centro de la ciudad, atraparon a Silvia Durán y obtuvieron una declaración, de la amiga en nuestro país del asesino de JFK, trabajadora de la embajada de Cuba en México y sus fuertes nexos con el sistema soviético.
Fue enviada esta declaración a la CIA, bajo el autor: LIENVOY.
Velery Kostikov, espía ruso de la KGB, denominado “el 13” interceptó este envío y descubrió la declaración completa del proyecto LIENVOY, que hablaba no solo de Durán.
Se detallaba todos los procedimientos de Lee Harvey en México, su intento por salir hacia la URSS y el santo y seña de todas las actividades que haría el grupo comunista en los Estados Unidos.
Además, el espía de la KGB, descifró los encriptamientos de los personajes que en México eran apoyo de la CIA, mandos altos de la política, y de inmediato mandó el reporte a su agencia de espionaje.
Recibió la siguiente orden, del propio Nikita Serguéievich Jruschov, un día después:
“Desarticula tu posición y deja en paz a “quinto sol” – México- no hay evidencia de atentado alguno”
José González Torres, próspero hijo de ranchero de Cotija Michoacán, se enfrentaría en elecciones presidenciales al Lic. Gustavo Díaz Ordaz, quien iba por la coalición PRI, PPS y PARM; siendo José González, el abanderado del PAN.
El originario de San Andrés Chalchicomula, Puebla – Díaz Ordaz- tenía la bendición del Tata Cárdenas:
“Los hombres de la Revolución, señor licenciado, deseamos que logre usted realizar su programa social que el pueblo ha conocido por usted mismo”, le dijo, un emocionado -casi lagrimeando- general Lázaro Cárdenas.
Un dolor de cabeza de Adolfo López Mateos para las elecciones presidenciales, es en ese momento el Frente Electoral del Pueblo, FEP, un partido que había logrado su registro en abril de 1963, en gobernación – o al menos eso creyeron- por haber obtenido por todo México más de ochenta y seis mil firmas de ciudadanos a favor, incluyendo sindicatos de obreros, campesinos, ferrocarrileros y simpatizantes no afiliados.
A días de comenzar campañas presidenciales, el órgano electoral federal, que dependía de la secretaria de gobernación, les indicó que sus firmas eran fraudulentas, porque peritos en grafoscopía y pruebas dactilares, habían reconocido que más del 90% de las firmas eran apócrifas.
¡Negándose a que aparecieran en las boletas electorales!
Ellos no lo aceptaron y se lanzaron a la campaña por todo México, con discursos de verdaderos líderes, buenos oradores y su máximo exponente: Ramón Danzos Palomino, su candidato de un ultra comunismo.
Por otro lado, en Chihuahua, en pleno discurso de campaña, un alumno de la Escuela Normal Rural de Salaices, le mienta la madre al candidato del PRI, argumentado su apoyo a la CIA norteamericana, sus compañeros estudiantes que lo acompañaban, se alebrestaron y le quemaron el tapanco y la tribuna…
¡El candidato se molestó de sobremanera! y tratando de calmarlo, los equipos de avanzada le reiteraban paciencia y pudor ante la prensa… ¡Díaz Ordaz les regresó las mentadas y los acusó de reventadores…!
¡Hijos de su…! ¡bola de acarreados de la izquierda…! ¡comunistas!
Ya calmados los ánimos, y en una cena que le otorgaba el gobernador de Chihuahua el general Práxedes Giner Durán -estando ya en la parte de las bebidas- un joven de ojos claros y con ferviente acento de extranjero, le da un pequeño papel al candidato Ordaz.
Al que se le leía: Que triunfe su revolución LITEMPO 2…
Ordaz volteó la cara para ver a donde estaba quien le había dado el papel…
…¡no lo encontró!
¿Qué me cuentas a mí que se tu historia?
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…