LA APUESTA DE ECALA
La arena electoral
Hoy en día amable lector, ante un inminente año electoral, en donde veremos de todo, desde las más interesantes bondades y buenos propósitos, hasta lo duro que se darán en los tiempos venideros, como se dicen en el rancho: “hasta con la cubeta”
Y es que cuando hablamos de contiendas electorales, surgen las dudas, los comentarios y pareciera que, en veces, vemos más un ring, que una plataforma de oportunidades, y eso a algunos les conviene, y a otros, les da votos.
¡cuestión de enfoques! y esto es histórico en nuestro México lindo y querido.
Allá por 1876, el buen Don Porfirio, llegó al poder por una revuelta, la revolución de Tuxtepec, que comenzó un 15 de enero, y se propaló por todas las regiones, siendo presidente Sebastián Lerdo de Tejada que recién había anunciado su reelección.
¡y se armó la gorda!
El General Donato Guerra apoya esta revolución en Nuestra Señora de Lagos Jalisco; Juan Crisóstomo en Puebla; El General Teodosio Canto en Yucatán y Aureliano Rivera en San Luis Potosí, por contar algunos, todo esto en febrero del mismo año.
El presidente Lerdo de Tejada envió activos a repeler estos levantamientos, pero perdió las batallas, una de ellas la batalla del Jazmín el 18 de febrero.
La inconformidad de los mexicanos acerca de la reelección de Lerdo de Tejada, era que se había hecho saber a la opinión pública, que el presidente era hijo de españoles, y por el contrario, Porfirio Díaz había sido el héroe de la expulsión de los franceses en la segunda intervención, al sitiar la ciudad de México, durante el mismo sitio de Querétaro.
Tenían a dos contrincantes, Lerdo de Tejada y su reelección y por el otro lado, el General Porfirio Díaz.
Lerdo ya había derrotado a Díaz en 1872, en votaciones para presidente.
Ante estos hechos bélicos, Lerdo de Tejada huye a Michoacán, y hubo una tensa calma.
Lerdo de Tejada continuó con su plan de reelegirse y se prosiguieron las elecciones.
Bajo la sospecha de fraude, el 26 de septiembre de 1876, Lerdo de Tejada es declarado presidente de México, por parte de la legislatura de México, hecho que provocó un estallido por parte de José María Iglesias, que se denominó en la historia de México como Revolución Iglesista.
Desarrollándose combates en Unión de los Adobes, – hoy Unión de San Antonio Jalisco- por parte de pequeños ejércitos, uno de Iglesias y el otro de Porfirio Díaz, una vez que el propio Iglesias se autonombró presidente Interino de México.
Cabe señalar que Díaz había otorgado el voto a favor de Iglesias, tratando de hacerle saber de un pacto entre ellos, pero Iglesias, ante la fuerza que representaba pactar con Díaz, que era más una sentencia de muerte por el alto aprecio de la mayoría de los ejércitos a bien tenían por el General de batallas históricas.
Por su parte Lerdo de Tejada obligaba a los soldados de la república y a los trabajadores del gobierno a votar por él, asegurando un número importante de votos ante la legislatura.
El 16 de noviembre de 1876, se llevó a cabo una batalla cerca de Tlaxcala, entre el ejército de Díaz y el de Lerdo, saliendo triunfante la rebelión en la batalla de Tecoac.
¡Dios que desorden!
Ante estos hechos, buscaban la presidencia de múltiples maneras tres aspirantes: Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias y el General Porfirio Díaz.
Después de la batalla de Tecoac, Lerdo huye a Nueva York y en poco tiempo Iglesias hace lo propio, junto a su fiel amigo el general José Cevallos Cepeda.
La fuerza de Porfirio Díaz fue parte fundamental, además del aprecio de un héroe en la silla presidencial, y bajo el designio de convocar a nuevas elecciones, en un entorno de paz y concordia, toma la presidencia llegando a la ciudad de México un 24 de noviembre de 1876.
Porfirio Díaz estando ya en el poder, y procurando legitimar su estadía en la presidencia, convoca a elecciones y ¡gana la presidencia!
A partir de ese momento, la sociedad mexicana comenzó a descubrir algo interesante, dentro de clubes de fumar y de tratar de emular aquellos clubes ingleses de bebida y tal vez cercanos a algunas logias, Porfirio Díaz comenzó campañas políticas, o si le queremos decir, campañas de propaganda.
En estos clubes se les hacía notar a las personas de las clases altas, y algunos representantes de sectores de comercio y de los negocios, acerca de que Porfirio Díaz era una garantía, para que cada vez que se convocara a elecciones, quedara como único candidato y ganador total de las votaciones.
Inclusive hubo un partido:
¡el Partido Reeleccionista!
7 veces ganó Don Porfirio las elecciones bajo esta dinámica y con este partido.
Cuando ya los círculos empresariales de aquellos años en México observaron que Don Porfirio estaba ya un poco avanzado de edad, y preocupados porque en la octava vez ya no le alcanzara la salud para ser presidente, se pusieron de acuerdo los acaudalados como el neolonés General Bernardo Reyes con un sus partidarios y se lanzó a las votaciones presidenciales de 1909.
Por otro lado, bajo el Partido Antirreeleccionista, Francisco I. Madero, hizo lo propio.
Madero igual que Díaz, sabía que el voto se ganaba en los clubes, que antes eran de reelección y que ahora eran totalmente antirreeleccionistas, su contrincante Reyes, tenía a la mano a los acaudalados y algunos sectores de clase media.
Madero sabía que, si hacía una campaña proselitista por todo el País, lograría dar a conocer los abusos de este régimen porfirista, y así lo hizo.
Además de contar con la empatía de varios sectores a nivel nacional, y estos mismos, teniendo un gusto por él, partió a caballo y tren, un recorrido por toda la República, haciendo campaña en contra de Díaz.
Lo hizo de abril de 1910 a junio del mismo año.
Tras todo el esfuerzo y dinero aplicado en la primera campaña política nacional en México, hecha por Madero en 1910, el 4 de octubre bajo amenazas, fraudes, levantamientos armados en algunas zonas, limitaciones y argumentado todo esto, el partido de Madero acusaba un pre fraude…
…¡ganó las elecciones Porfirio Díaz! quedando como vicepresidente Ramón Corral y la Cámara de Diputados, le dio la carta de nuevo presidente de México.
Madero hizo el Plan de San Luis, al siguiente día 5 de octubre, una vez dados a conocer los resultados, siendo específico el documento que invitaba a todo el País a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910, para derrocar al porfiriato.
Por varias partes los levantamientos armados no se hicieron esperar, siendo Aquiles Serdán, quien más inspiró este proceso, ya que tenía previsto un levantamiento a escondidas de Madero, en contra del propio Díaz, en la ciudad de Puebla, que le costó la vida al propio Aquiles y toda su familia.
Le descubren esta conspiración el 18 de noviembre a Serdán, dos días antes del levantamiento nacional.
En mayo de 1911, Díaz deja el poder y alecciona a Francisco León de la Barra, como presidente interino, haciendo una mesa de transición entre el porfiriato -con hombres de este sistema- y de algunos revolucionarios, para establecer la paz en el país y convocar a nuevas elecciones.
Ante esta expectativa, surgieron nuevos partidos con sus aspirantes a la presidencia, Partido Católico Nacional, el Partido Liberal y el Partido Popular Evolucionista, dentro de otros, ya que el propio Bernardo Reyes, no fue aceptado como candidato por no pertenecer a un partido.
¡no había independientes! diría mi abuela.
Y se hicieron las alianzas, Madero quería renunciar al partido Antirreeleccionista, pero ya estaba la fórmula hecha: Madero, Francisco Vázquez Gómez y, por otro lado, el Partido Constitucional Progresista colocó la formula al mismo Madero pero con Pino Suárez.
Un Partido Evolucionista, que era de los amigos de Porfirio Díaz, que no postuló a nadie para presidente.
Hubo campañas breves de todos los partidos, y al final de cuentas, la votación dio por gane, en unanimidad a Madero, y el pleito se dio para Pino Suárez, quien aún no se designaba si había sido por mayoría absoluta o por mayoría relativa.
En 1912 Madero da a conocer una Ley Electoral, la primera en México, bajo la colocación de voto directo para ganar y la obligación de que las personas estuvieran dentro de un partido para ser candidatos, 100 personas necesarias para ser partido.
¡Ay mi México lindo y querido! dijera alguien:
“que me cuentas a mí, que sé tú historia…”
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…