CONCIENCIA PÚBLICA
En el concepto del estado moderno el gobierno es el conjunto de instituciones y órganos a las que se les ha confiado el ejercicio del poder, sin embargo, en los hechos hemos sido, a pesar de contar con innumerables institutos, comités y organismos, un país con un muy arraigado presidencialismo que se desarrolla en el filo, entre un régimen totalitario y autocrático y otro respetuoso de instituciones y ordenamientos.
Durante muchos años, hemos dependido de la responsabilidad del gobernante para mantener el equilibrio en esa delgada línea, pero hay que reconocer que ha sido el régimen de contrapesos y equilibrios construido hasta hoy, lo que ha contenido las posibles y explicables tentaciones del uso y el abuso del poder.
Alarma a importantes sectores de la población, que estos instrumentos estén siendo debilitados, coptados o destruidos y que las acciones de las instituciones gubernamentales estén ocasionando frecuentes crisis, sea por fundamentos ideológicos, por inexperiencia, ineficacia o ineptitud. Estudiosos de la teoría política (Lucio Levi, Diccionario de Política, Bobbio, Matteucci, Pasquino) han mencionado que: “cuando las instituciones están en crisis, el gobierno tiene carácter carismático y su eficacia depende del prestigio, del ascendiente y de las cualidades personales del jefe del gobierno”, lo que nos coloca de nuevo a merced de la voluntad del gobernante para mantenernos en ese delgado borde entre autoritarismo e institucionalidad.
No abona en favor de la confianza y la tranquilidad, el diario ejercicio de propaganda que son las conferencias mañaneras del presidente. Más que un prudente y equilibrado instrumento de información del ejercicio gubernamental, se han convertido en vehículo de difusión deliberada y sistemática de mensajes destinados a un público determinado y a estimular comportamientos afines, lo que encaja en la definición clásica de propaganda. Todo gobierno y gobernante tiene derecho a publicitar sus actos, lo lamentable aquí es que se reduzca la figura presidencial a un sencillo pero importante propagandista, desperdiciando tiempo que le es necesario para revisar y corregir la marcha irregular de sus instituciones.
Es relevante llamar la atención sobre los efectos de esta propaganda; ya sea que el presidente se dé cuenta o no, los mensajes que transmite transitan también entre ese angostísimo margen entre autoritarismo sectario y la toma de decisiones consensuadas y socialmente aceptables. En los regímenes totalitarios, la propaganda la controla el estado, como él controla sus mañaneras, y es utilizada con fines de consolidación del régimen y para combatir y descalificar a las formas o expresiones de oposición. La similitud puede ser coincidencia no premeditada, lo contrario asusta.
Marshall McLuhan, al referir que el medio es el mensaje, aseguró que el contenido de cualquier medio se ajusta al ambiente hecho por el hombre ya que todo se organiza de acuerdo a sus jerarquías y dominio, acorde con su entorno. Aplicado esto a las conferencias mañaneras, el medio es, cuando menos, desconcertante por la informalidad, el desorden, la indefinición de una agenda de temas, el escaso o nulo seguimiento a ellos. Si este medio es reflejo del gobierno la señal no puede ser más ominosa. El gobierno no puede conducirse en torno a lo que se dice por las mañanas en esas conferencias en lo que más importa es mantener la imagen y la popularidad del presidente, pero que no obstante, han servido para dar órdenes, establecer líneas de políticas públicas y muy frecuentemente decidir e influir sobre la agenda de las instituciones gubernamentales. Más allá de que en ella se emitan sospechas, acusaciones no comprobadas y se señale como adversarios a quienes piensan diferente, en el fondo, como lo dice McLuhan, esos comentarios parecen consecuencia del entorno de competencia electoral en que se ha desenvuelto el presidente en los cuando menos 15 años anteriores y del cual le ha costado desprenderse para ubicarse como presidente de una nación diversa, plural y participativa como es la sociedad mexicana contemporánea.
En el gobierno hace falta dar respuesta a la creciente inseguridad, la sociedad no estará más tranquila sabiendo que el año pasado se murieron más o menos. Hacen falta medicamentos e insumos en los hospitales y no es excusa si en el pasado se los robaban o lucraban con los contratos; es necesario acabar con la tala ilegal y desmesurada, no solo sembrar más arboles; hacen falta fuentes de empleo, no becas para capacitar a gente que luego seguirá desempleada; hace falta más capacitación y honestidad en los ministerios públicos y jueces, no más ministros en la corte; hace falta hablar sobre los problemas fundamentales del país y no de la rifa del avión presidencial.
La propaganda de las conferencias mañaneras es un recurso banal, un instrumento comunicativo que desafortunadamente se ha convertido en eje, centro por el que atraviesan las políticas públicas sin descubrirse, las acciones sin explicarse, y un amplio horizonte para la incertidumbre sobre el rumbo del país.