Aprendió español junto con la cultura teatral cuando llegó de Polonia a México, en 1957. Llegó en las postrimerías del grupo de Poesía en Voz Alta, cuando sus creadores “pusieron el teatro mexicano de aquellos años en la misma línea de pensamiento que el teatro europeo y la mejor expresión del teatro estadunidense… todos ellos fueron mis maestros de México y de mi aspiración escénica”, según cuenta a Rodolfo Obregón en Memorias, libro de ediciones el milagro. Aunque, “ante todo mi maestro era el teatro europeo que vi desde chiquito, que luego expresé en mi español”. A él le debemos montajes como El tío Vania, De la vida de las marionetas, Cuarteto y Querida Lulú, mis preferidos.
¿Por qué Poesía en voz alta es “verdadero parteaguas del teatro en México”? Porque sus miembros –Héctor Mendoza a la cabeza de la escena– “irrumpieron en la construcción de una puesta que correspondía a los nuevos tiempos; rompiendo con el nacionalismo, encontraron el idioma español de México mejor que los dramaturgos”, a los que “faltó la capacidad poética de los directores que salieron de aquel grupo”. Margules no tiene pelos en la lengua para tildar a los dramaturgos de “un espantoso costumbrismo”. Ya con el escenógrafo Alejandro Luna el polaco –y mexicano– aprendería “la respiración del espacio que debe conllevar todo hecho escénico”; Luna “crea la gran poesía en el espacio, poesía que se basa en la síntesis, la belleza y la organicidad”. 25 años de creación que Ludwig trabajó con el escenógrafo.
Impulsor en México de las teorías de Meyerhold, esa “supermarioneta” que es el actor en manos de un buen director. “Descebollar” al actor para sacar lo mejor de sí mismo. No era Margules un director fácil de aceptar por actores sin experiencia o reacios a la perfección de un montaje. No en balde él mismo decidió dejar sin estrenar tres obras tras largos ensayos. “Jamás seré una fábrica de puestas en escena”, dice a Obregón. La complejidad humana era el tema en sus obras. “Siempre me ha interesado la dimensión de la tragedia”. “¿Porqué voy a ser optimista?”.
Se fue un 10 de marzo de 2006. Se quedó “la basura comercial… y, encima, echa manos de recursos del Estado”. Época dorada del teatro, que no volverá.