Los Retos Ambientales del 2024
En el anterior artículo abordamos dos de los tres retos ambientales para el 2024 y tomaré en cuenta la recomendación de un lector que me hizo en el sentido de escribir de forma más sencilla.
Ahora me enfocaré en el tercer elemento que se refiere al Modelo de gestión ambiental de la administración pública.
En principio diré que la gestión ambiental de la administración pública municipal debe adoptar un proceso para lograr una mayor inteligencia institucional a fin de gobernar las complejas redes públicas y privadas con el objetivo de aportar valor público a las actividades administrativas y atender de manera proactiva las necesidades de la ciudadanía.
Ello implica dos ejes claves: la gobernanza ambiental y la automatización de ciertos trámites.
En cuanto al primer eje, hay que anotar o puntualizar que la complejidad de actores y de los problemas ambientales vinculados al bien común y del interés general, hoy en día ya no es posible atender de forma exclusiva por el poder público. Por ello, es imprescindible la colaboración y corresponsabilidad de las organizaciones sociales, la academia, las empresas, los movimientos sociales y ciudadanos, con una base tecnológica. De ahí que el lema sería “entre todos defenderemos el bien común y el interés público”.
No obstante, hay que tener claro, que muchas de las veces, cada sector, organización o punto de vista ciudadano, carece de una visión transversal o presenta posturas parciales que atienden a sus intereses. Con lo cual se pueden generar externalidades negativas ambientales al interés general o común.
Razón por la cual en éste eje de gobernanza ambiental, se requiere de una figura que funja como director de orquesta, es decir, en términos técnicos, de un metagobernador.
En este sentido, debemos pensar en nuevas figuras colaborativas, de cogestión, de corresponsabilidad y empoderamiento social, en las cuales el poder público municipal juegue el rol de director de orquesta, en términos de orientar la estrategia, para evitar generar externalidades negativas ambientales con visos parciales.
En esta medida, las figuras de la gobernanza ambiental pueden ser diversas, pues unas podrán atender asuntos de corresponsabilidad, o sea, que bajo esta óptica ya no sólo es el poder público el responsable de realizar alguna acción, sino también los demás actores.
Así también pueden crearse figuras participativas que incidan en la toma de decisiones con respecto a alguna política pública o de algún asunto o problemática clave.
Y en igual sentido, puede haber figuras que contribuyan a la coadyuvancia de la autoridad como lo son los Comités Ciudadanos de Vigilancia Ambiental.
En fin, ya no se trata sólo de redición de cuentas o transparencia del actuar de la autoridad, sino de la colaboración, de la cogestión y corresponsabilidad, en la que se ven los distintos actores imbuidos, en torno a lograr el bien común y el interés general.
Pues bien, de lo que se trata es de eliminar la figura de autista de la autoridad y en cambio, sentar las bases y procesos para una figura colaborativa, de cogestión, democrática, de corresponsabilidad. Lo que se demandará es un modelo de gobernanza inteligente que facilita la entrada activa de los ciudadanos y colectivos en donde se maximice los controles de planificación, control y evaluación.
Por ello, la automatización o procesos autogestivos en los trámites es necesario, sobre todo porque cada día es mayor la demanda que rebasa la capacidad física de los recursos humanos de la administración pública.
Y aunque se esgrima el argumento, de que el personal lleva a cabo tareas de analizar y evaluar, esto puede ser retomado con algoritmos bien elaborados que plasmen dichas tareas de análisis y evaluación para determinar la procedencia de un trámite o gestión ciudadana. Obviamente, que habrá tramites o gestiones que implican necesariamente la verificación física en sitio, lo cual no podrá suplantarse mediante la automatización o trámite electrónico, pero seguramente habrá partes de ese procedimiento que si podrá hacerse de manera electrónica, y con base en ello, el personal podrá tomar una decisión de verificar o no en sitio.
El modelo de gestión ambiental administrativa basada en la automatización o procedimiento electrónico, también exhibe como ventaja, al evitar el contacto personal, procesos de corrupción.
En síntesis el Modelo de Gestión Ambiental que se requiere, deberá basarse en la gobernanza ambiental y en la automatización de gestiones, a fin de que la autoridad logre, por otra parte, la eficiencia y eficacia de su actuación, y además una mejora sustancial en lo que respecta a la legalidad de su accionar, basada en la corresponsabilidad, colaboración y cogestión de los actores. Y que adición, también provocará ahorros, menos tiempos y empoderamiento ciudadano.