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Los pecados de Lozoya

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
14 agosto, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya
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A finales de agosto de 2015, Reforma pu­blicó una fotografía donde aparecían Amado Yánez, propietario de Ocea­nografía, y Arturo Henríquez Autrey, en ese entonces director de Procura y Abasteci­miento de Pemex. La gráfica fue tomada en octu­bre de 2013, y el periódico sugería que se habían negociado apoyos para el rescate de la empre­sa, a la cual estaba persiguiendo abiertamente el entonces procurador Jesús Murillo Karam, y tras bambalinas, por el director de la empresa paraestatal, Emilio Lozoya. Hernández Autrey envió una carta al diario para desmentir que el motivo de ese encuentro hubiera sido el de una negociación para el rescate de Oceanografía, y que se había tratado simplemente de un encuen­tro de “carácter social”. Tenía razón en su primer punto, pero mentía en el segundo.

El viaje de Hernández Autrey a los Cabos tuvo un peor propósito. El colaborador de Lozoya, re­velan personas que conocen de aquella reunión, le exigió a Yáñez cuatro millones de pesos men­suales para que el director de Pemex intercedie­ra por él ante el procurador Murillo Karam. De otra manera, amenazó, lo perseguirían. Las per­sonas recuerdan que Yáñez accedió al chantaje y durante los siguientes tres meses pagó puntual­mente cuatro millones de pesos. El “encuentro social” dio como resultado ingresos ilegales e ile­gítimos para el equipo de Lozoya por 12 millo­nes de pesos. El dueño de Oceanografía dejó de pagar y así le fue.

En plena crisis por un diferendo con Bana­mex que sirvió de pretexto para que la PGR y Pemex actuaran en su contra, Lozoya lo presio­nó para que vendiera la empresa a un banquero que le señaló. Yáñez habló con los abogados del banquero y al revisar los papeles de compra-ven­ta descubrió que no le iban a pagar nada por la empresa. Su ganancia, le dijeron, sería no ir a la cárcel. Estuvo a punto de firmar, pero el día que tenía que concluir el traspaso gratuito de Ocea­nografía, un banco en Nueva York aprobó un crédito puente de emergencia con lo cual pudo mantener a flote la petrolera. El costo que pagó, sin embargo, fue la cárcel y que hasta la fecha, libre de las acusaciones, no termina de resarcir todo el daño que le hicieron.

Lo que le sucedió a Yáñez no fue único. Pro­ceso publicó en mayo del año pasado una entre­vista con Javier Camargo, propietario de Evya, una empresa de Ciudad del Carmen vinculada al sector petrolero, donde describió cómo Lozo­ya, “artífice de una trama de corrupción, tráfico de influencias y amenazas para apoderarse de la compañía” –en palabras de la revista-, lo presio­nó para que transfiriera la empresa que tenía 27 contratos con Pemex por 10 mil millones de pe­sos. Camargo explicó que cedió al chantaje por­que estaba viendo lo que estaban haciendo con Oceanografía, acusada de un delito de fraude si­milar al que le endilgaban a Evya.

En octubre de 2015, cuando Lozoya todavía era el rey de Pemex, se publicó en este espacio: “Nadie quiere decir en voz alta lo que para al­gunos es un escándalo palaciego: la confronta­ción entre dos secretarios de Estado, Luis Vide­garay de Hacienda y Pedro Joaquín Coldwell de Energía, con el director de Pemex, Emilio Lozo­ya. Los temas son variados: mala gestión de la empresa por presuntas ilegalidades, como co­misiones multimillonarias por entrar a la lici­tación petrolera, o pagos para conseguir citas con Lozoya.

“Varios inversionistas mexicanos y extranje­ros se han quejado en los últimos meses de abu­sos por parte de mandos en Pemex. Funcionarios federales dijeron que el secretario de Energía in­vestigó denuncias que uno de los colaboradores más cercanos a Lozoya le pidió siete millones de pesos a un empresario petrolero mexicano pa­ra conseguirle una cita con el director de Pemex. Otro caso se dio (en 2014), cuando representan­tes de una empresa petrolera texana estuvieron en Pemex para preguntar detalles sobre la Ron­da Uno de la Reforma Energética. Les pidieron 20 millones de dólares, dijeron personas que ha­blaron con los inversionistas. Los petroleros se negaron y dejaron de interesarse en los campos que se pondrían a subasta meses después”.

Esa investigación conducía a la oficina del coordinador ejecutivo de la Dirección General, Froylán Gracia García, muy cercano a Lozoya, y quien se encargaba de mantener una casa en la colonia Nueva Anzures, con barra libre y mujeres eslavas, a donde se invitaba a políticos y empre­sarios a hacer negocios, y que fue referidas en es­te espacio en mayo de 2017 con el título “La fies­ta inolvidable”. Lozoya y Gracia García siempre negaron actos de corrupción cuando estaban en la Torre de Pemex. Lozoya, incluso, mencionaba que sus colaboradores no tenían ninguna razón para pedir dinero, porque lo tenían de antema­no, como Henríquez Autrey, cuya familia se ha­bía asociado con Alonso Ancira cuando se que­daron con Altos Hornos de México. Ancira se en­cuentra preso en España acusado de corrupción junto con Lozoya, en la compra-venta de Agro­nitrogenados con un sobreprecio.

Agronitrogenados es uno de los casos por los cuales se abrió un proceso a Lozoya, junto con los sobornos de Odebrecht y el Proyecto Etileno XXI. Las presiones a empresarios para quedar­se con sus empresas petroleras, sin embargo, no tienen nada que ver con las acusaciones por las cuales Lozoya se encuentra en juicio, pero ayu­dan a entender que mucho de lo que se está vien­do en este momento es apenas un fragmento de lo que se ha vivido en este país.

El ex director de Pemex se encuentra en una situación de privilegio tras un acuerdo con el fis­cal general, Alejandro Gertz Manero, de colabo­ración a cambio de ofrecer información que per­mita romper cadenas de corrupción. Pero tam­bién se abre ahora una nueva vertiente de lo que pudiera enfrentar Lozoya, si los empresarios que se quejan de extorsiones y pidió millones de pe­sos, se animan y lo denuncian penalmente por sus atropellos.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Etiquetas: AgostoArturo Henríquez Autreydo Yánezfotografía AmaOcea­nografíaPEMEXreforma

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