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Los merolicos del Palacio

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
31 julio, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya
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Termina la semana de Emilio Lozoya, pe­ro los merolicos siguieron inyectando involuntariamente combustible al sar­casmo, y mostrándose desarticulados, sin ejes claros, con ocurrencias que luego tienen que corregirse, e intentos vehementes para tratar de explicar que estamos mejor que antes, aun­que estemos peor que nunca. Los números no mienten: nunca se destruyó tanto valor en tan poco tiempo como ahora; nunca hubo un perio­do más violento en nuestra historia, que en los primeros 18 meses de este gobierno; nunca se ti­ró tanto dinero público a la basura – ¿dónde que­daron los 300 mil millones de pesos que le de­jó en caja el gobierno anterior? -, y nunca se go­bernó con tantas ocurrencias. Y contradicciones.

Se apela a que nunca más dependeremos de hidrocarburos del exterior, por lo que se cons­truirán refinerías y se dejará de vender petróleo al mundo, porque la soberanía nacional -con su marco de referencia de hace casi medio siglo- es­tá por encima de todas las cosas. Pero de repen­te, como el inquilino del Palacio dice que las em­presas farmacéuticas son unas sanguijuelas que formaron parte de la corrupción del pasado, se anuncia que México se va a comprar medicinas al mundo, quedando subordinados al extranje­ro en medicinas.

El Honorable Congreso celebra una sesión extraordinaria para aprobar los caprichos del Presidente. La industria farmacéutica con la que no va a tratar en México es la misma a la que le comprarán lo mismo, a mayor costo, en el ex­tranjero. Si a alguien en el Palacio revisara los antecedentes, sabría que hubo gobiernos ante­riores que hicieron cosas similares y salió peor y más caro. Hoy no importa. Las medidas a raja­tabla construyen imaginarios, no atajan realida­des Si se aduce corrupción, debería atacarse la corrupción y dejarse de balandronadas. Si para evitar que la gangrena suba del pie, ¿por qué se asesina al individuo?

La nueva decisión es reconocimiento implí­cito de que la política de compras consolidadas desde la Oficialía Mayor de Hacienda fracasó. En el caso de las medicinas, el ase­sor fue el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, que a las fac­turas que tendrá que pagar por el manejo de la covi-19, se le suma­rá el desabasto de medicinas para el cáncer y para el HIV. Los muer­tos que se acumularán por esa de­cisión de gobierno podrían vincu­larse con la política que decidieron tres personas, porque el primer in­quilino de Palacio asumió la pun­ta de la cadena de mando, y platear en una corte internacional que hu­bo una Política de Estado que tuvo como objetivo un grupo específico de personas que, como resultado, fallecieron. No será Ruanda o Bos­nia, pero el principio -aunque aquí por ignorancia o incompetencia-, es el mismo.

De palabras estamos llenos. A mediados de junio decía el Presidente que los indicadores de la economía iban mejorando y que ya se había to­cado fondo. Ayer, el INEGI reportó que el segundo trimestre del año, al que se refería el inquilino del Pala­cio, provocó una caída de 17.3% en términos reales, y 18.9% en com­paración con el mismo periodo de 2019, que es el peor resultado en la historia. Pero como siempre suce­de, la fuga es hacia delante. “Ya es­perábamos estos datos”, dijo el in­quilino de Palacio, desmintiéndo­se a sí mismo de su afirmación hace cinco semanas. Y para no olvidar, otra perla: la caída en el crecimien­to no genera más pobreza. Para Pre­mio Nobel de Economía.

Pero vamos a estar mejor, de cualquier forma, porque la econo­mía repuntará en agosto. Ya vere­mos, no si tiene razón, sino qué dirá cuando los datos digan lo contrario. Si el primer trimestre del año estuvo mal, el segundo peor, y el tercero no será mejor y arrastrará el cuarto, quizás los bancos, organismos internacionales e instituciones mexicanas, así como los econo­mistas más cercanos a sus proyectos, tienen ra­zón y la contracción alcanzará los dos dígitos. La única forma como podría haber una buena y rá­pida recuperación es si el rebrote de la covid-19 no es tan severo como en otros países.

Pero sobre esto no sabemos, porque vivimos en la dimensión desconocida, por cortesía del merolico mayor que cobra como subsecretario de Salud, que como dice una cosa dice otra, y luego dice que nunca dijo lo que sí dijo. Pero, en abono a él, es la marca de la casa. ¿Se acuerda cuando la violencia iba a desaparecer en los pri­meros seis meses de 2019 porque todo se trataba de que los sicarios descubrieran que sembrando árboles o consiguiendo una beca de jóvenes iba a cambiar su modus vivendi?

Ya sabemos qué sucedió. En los primeros 18 meses de este gobierno, casi 100 personas fueron asesinadas cada 24 horas, para un total de 53 mil 628 personas, dos veces las registradas en el go­bierno de Felipe Calderón, a quien los fieles del inquilino de Palacio llaman diariamente “asesi­no”, y 55% más alta que en el de Enrique Peña Nieto. Todo esto, sin añadir la entrega extraofi­cial del país a los cárteles de la droga, que como contraprestación, piensa uno, le permiten al in­quilino del Palacio viajar sin problema por todo el país, repartiendo abrazos y saludos a quienes, en el pasado eran enemigos del Estado Mexica­no. Ahora ya no. Los enemigos pagan impues­tos y viven bajo el imperio de la ley. Los nuevos amigos son criminales.

Discurso contra realidad es el nombre del jue­go, mentiras para ocultar verdades. La memoria histórica no existe en el Zócalo, y en algún mo­mento la fuerza de la palabra de los parlanchines llegará al shock de confianza y colapsará. No está cerca ese horizonte, pero la acelerada degrada­ción de la vida en México llevará a ese punto in­variablemente. Es cuestión de tiempo, si no cam­bia el Presidente de administrar un caos crecien­te, a gobernar. Por cierto, esto no es mala idea.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Etiquetas: Emilio Lozoyamexico

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