Un millón de contagiados, 100 mil difuntos: el saldo trágico de la pandemia. La población es, en parte, responsable: su indisciplina, su ignorancia y, a menudo, su resignación. Y ni qué decir de los gobiernos, sobre todo el federal, el de los López. Por un lado, Gatell, un epidemiólogo positivista, en el sentido peyorativo. Un personaje indigente en su pensar. Carente de aliento pedagógico, sin sensibilidad histórica, incapaz de referirse al devenir de las enfermedades epidémicas que acompañan a la condición humana. Como si no supiera de eso que se llama ‘cartilla de vacunación’. Por otro, el de apellido Obrador, fugitivo de la realidad. Pues o bien huye por todo el territorio para escudriñar las voluntades que le han de conceder el voto, único interés de su ambición, o bien, permanece en su lujosa guarida para desde ahí, implacable, denostar a quien se le ocurre creyendo que hiere mortalmente a sus adversarios cuando la verdad es que aburre. Pues que el templete de sus mañaneras se ha convertido, como alguien dijo por ahí, en el ‘púlpito de la calumnia’. Y no pasa de eso.
Mal piensan aquellos que imaginan que vamos rumbo a una dictadura como la del malogrado Hugo Chávez cuyas frases, eso sí, repite como un loro, sin darse cuenta –él y sus atemorizados intérpretes– que formamos parte de la seguridad nacional de los Estados Unidos, que por ningún motivo permitiría excesos políticos que pongan en riesgo a aquélla. Ya dos años de este des-gobierno y no vemos atentado alguno contra la propiedad privada. Ni lo veremos. Reconocer nuestra insignificancia –comenzando por el cacique– frente al poderío del vecino es el primer paso para ahuyentar nuestros miedos. El tabasqueño no dará un paso hacia futuro, menos aún con carácter revolucionario. Él vive, si eso es vida, en el pasado. Y lo busca, pero de tanto buscarlo, nos está robando el porvenir. Ese es el verdadero peligro. Hasta cierto punto. Pues ese pasado es ya inviable, al menos como el que, en su delirio, el de Macuspana lo concibe. El más reciente delirio de referencia es el de acusar a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como un instrumento literario para atacar a su movimiento. No, señor, alguien lo dijo ya, usted no es tan importante, aunque su egocentrismo pueril le susurre lo contrario. Lo que sí es relevante es su mala conducción de los problemas que a diario encara este país como las inundaciones en Tabasco, donde a toda costa, intentará salvar la ocurrencia de la refinería ‘Dos Bocas’, sin importarle los miles de damnificados. Así son los impíos. ¡Qué vamos a hacer! El sufragante tiene la decisión en el 2021.