Durante la gestión de López Obrador ha habido hasta la fecha 173 mil muertos, víctimas de una violencia que el presidente prometió erradicar en unos cuantos meses. Pero lo cierto es que su 4T ha convertido a este país nuestro en un cementerio. Muchas de las víctimas han sido jóvenes, aproximadamente 50 mil. Las masacres son escalofriantes. El caso más sonado es el de aquellos cinco que se mataron unos a otros en Lagos de Moreno. A tal suceso, López respondió con un chistorete. Todo un síntoma de su impiedad. Pero no olvidemos los 6 estudiantes asesinados en Celaya; otros 6 en Zacatecas, 8 más en Zapopan cuyos cadáveres aparecieron en 45 bolsas de plástico; 5 en Nuevo Laredo; 28 internos masacrados en Irapuato.
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¿Cuántos eran jóvenes de los que fallecieron víctimas del huracán Otis que arrasó a Acapulco? ¿Las cifras oficiales son inciertas?. En todos los casos, López, evadiendo su responsabilidad, victimiza a los fallecidos. De ahí que Héctor Mauleón le llame “La generación herida”.
Como si viviésemos en plena pandemia, los jóvenes deberán permanecer en casa, pues que salir a divertirse es de alto riesgo.
El confinamiento es, al parecer, la única manera de permanecer vivos.