Hay escenas de películas gringas donde algunas personas están a punto de atrapar a un presunto delincuente y entonces gritan con gran autoridad ¡FBI!, identificándose como agentes gringos al denominado Buró Federal de Investigaciones. El problema y lo insultante del caso es que tales escenas ocurren supuestamente en Francia, España, Afganistán, Corea o algún otro país del mundo, pero no en Estados Unidos de Norteamérica, ante lo cual uno se pregunta, ¿y qué carambas tienen que andar deteniendo gente en otros países los gringos? ¿Quién les dio semejante autoridad de hacer de cualquier otro país de la Tierra una extensión del suyo?, pues nadie lo sabe, el caso es que en sus películas muchas veces los gringos dan entender o que “El Mundo” está compuesto sólo por tres ciudades: Los Ángeles, Nueva York y San Francisco; o que sus “héroes democráticos y libertarios”, que normalmente son su ejército, el FBI, la CIA o la DEA, pueden detener y asesinar personas en cualquier país del mundo. Esto es, en sus películas presentan una realidad donde a su propia gente y a todos los habitantes de la Tierra, les debe quedar muy claro que ellos, los gringos, son los dueños del mundo, y al mismo tiempo, que sus policías, ejército o agentes ya no federales, sino “mundiales”, son los encargados de mantener el orden y la ley en todos los países del Orbe. Semejante soberbia.
Eso pasa en sus películas. Pero ya en la realidad, resulta que pasa lo mismo, los gringos pueden anunciar públicamente que van a lanzar sus soldados o agentes a asesinar mandatarios, funcionarios o militares en algún otro país del mundo, porque sus intereses o su “seguridad nacional” se están viendo amenazados. Y nadie protesta, al contrario, los festejan. Y entonces, asesinan hombres, mujeres, niños, niñas o ancianos, que son parientes de gente relevante de algún país que ellos consideran enemigo. No hace mucho han asesinado a un importante general iraní, asesinaron a Gadafi, Sadam Hussein, intentaron más de 600 veces asesinar a Fidel Castro, asesinaron Hugo Chávez y hace muy poco, intentaron asesinar también a Nicolás Maduro, y sin embargo, la prensa chayotera nada menciona.
Recuerdo con claridad aquel noviembre de 2007 cuando en una Cumbre Iberoamericana, el fascista Rey de España de manera vulgar interrumpió a Hugo Chávez diciéndole “¿por qué no te callas?”, cuando éste desnudaba el actuar criminal de José María Aznar y José Luis Zapatero lo defendía. Los medios chayoteros hicieron “viral” esta actitud majadera del supuesto “Rey” aplaudiéndola, pero nada dijeron cuando ahí mismo el Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, acusó al gobierno español de ser cómplices de los gringos cuando estos utilizaron territorio español para lanzar desde ahí un bombardeo contra la residencia de Muhamar Gadafi, quien afortunadamente no se encontraba en su casa aquel fatídico día, pero quien sí fue encontrada hecha pedazos entre los escombros y hierros retorcidos producidos por las “bombas democráticas gringas”, fue una de sus pequeñas hijas. Ante la mención de tan terrible crimen, el “Rey” se abochornó, se levantó y se fue. Nadie le gritó vulgarmente: ¿por qué no te quedas?
Y como los gringos son un imperio militar y económico, se creen con el derecho de “investigar” a cuanta gente les da la gana, sobre todo en otros países. Y no tanto porque sean unos excelentes investigadores, sino porque poseen los recursos tecnológicos más avanzados para espiar las comunicaciones privadas de los ciudadanos de cualquier país, y entonces se enteran de cosas que por falta de tecnología otros no pueden enterarse, y eso lo utilizan para chantajear o presionar a mandatarios extranjeros, controlar eficazmente sus grandes negocios de drogas o para intentar convencer a la gente de que son súper policías que todo lo saben. Pero no es así, lo que pasa es que si usted amable lector, tiene celular y hace llamadas o manda mensajes y fotos por twitter, Facebook, Instagram, Whats App, etcétera, los gringos pueden enterarse de todo lo que Usted manda y comunica, pero gracias a su tecnología, no porque sean excelentes policías.
Exactamente eso fue lo que ocurrió en el caso de Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional en nuestro país. Los “agentes mundiales” de la DEA obtuvieron unas supuestas pruebas, que no son más que mensajes de texto o llamadas a celular, que seguramente ya tenían desde hace unos cinco o seis años, y que aun teniéndolas, permitieron que este señor Cienfuegos se paseará libremente por sus ciudades, al igual que Genaro García Luna, y un día amanecieron con el antojo de que era un delincuente y lo iban a detener.
¿Es un delincuente Salvador Cienfuegos? ¿Es un cómplice de los gringos y la DEA en sus negocios de tráfico de drogas?, eso el 99 % de los mexicanos no lo sabemos, pero si existen las pruebas indubitables deben presentarse ante las instancias correspondientes. Porque en este mundo cambiante por el trajín diario, paulatinamente se ha ido olvidando uno de los derechos fundamentales de toda persona plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 11: “Toda persona acusada de algún delito ES inocente mientras no se pruebe su culpabilidad”.
Así que, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha avalado el fallo de la Fiscalía General de la República (FGR) que exoneró al General Cienfuegos, ya que según ella las “pruebas” presentadas por la DEA nada prueban contra dicho General. Mas al mismo tiempo, AMLO ha dicho: “si las autoridades norteamericanas tienen otras evidencias que prueben la culpabilidad de Cienfuegos que las presenten y se actuará en consecuencia”. Esto es muy contundente porque sabe muy bien el presidente que un 98 % de los periodistas están en su contra, y que muchos de ellos tienen toda la posibilidad de obtener de las autoridades norteamericanas esas pruebas si es que las hay, y que ninguno de esos periodistas las va a callar, al contrario, estarían encantados de demostrar que el presidente miente. Simple: que lo demuestren.
Y un acierto gigante que se convirtió en un error: dijo también AMLO que pondría a la disposición del pueblo de México el expediente con todas las “pruebas” contra Cienfuegos presentadas por la autoridad norteamericana. Pero en mi opinión, aunque por ley o por prudencia judicial no deban exhibirse todos los mensajes -ya que algunas líneas de las casi 750 hojas que consta el expediente están tachadas con negro de forma que nadie las pueda ver-, es un error haber prometido una cosa y no cumplirla. Esto es, si AMLO sabía que no se podían presentar para su lectura esos textos en su integridad, ¿para qué prometió presentarlos al pueblo?, esto es un error político no porque se esté ocultando algo, sino porque los testaferros de la derecha van a aprovechar para decir que en esas líneas tachadas la 4T oculta los diálogos que inculpan a Cienfuegos. Así lo harán.
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