La compulsión verbal del presidente va más allá de sus infatigables “mañaneras” dedicadas a replicar a sus adversarios. Pero sin que ello le baste, rinde informes cada vez que vuela la mosca. Aunque sus balandronadas reviertan sus propósitos. ¿Qué pasó con el avión? No ha podido venderlo ni rifarlo. El ejército no regresó a los cuarteles, por el contrario; ha militarizado al país. El sistema de salud que prometió, similar al de Dinamarca, el INSABI es un desastre. El anhelado crecimiento de 4% falló en sus cálculos. El resultado de la nueva terminal de aeropuerto no pasa de ser una terminal de autobuses, inconclusa, además. La ilusión de la refinería de Dos Bocas no ha funcionado ni funcionará. El tren Maya sólo ha generado un ecocidio; el Banco del Bienestar, es un fraude. Las universidades prometidas han quedado en eso: promesas incumplibles por falta de recursos en todos los órdenes. La escasez de medicamentos, no alcanza siquiera el tratamiento de los niños con cáncer. Han crecido las muertes violentas (casi 150mil fallecidos). La economía en picada, como el Titanic, en apariencia invencible, pero en realidad muy vulnerable.
Con pena, y mucha, debo decir que la corrupción no ha disminuido, pero sí ha aumentado los escándalos de manejos turbios y nula trasparencia en los altos mandos de las fuerzas armadas y en la familia presidencial: la casa gris de Houston donde habita José Ramón López Beltrán. Y que alguien explique de dónde proceden los recursos para financiar el millonario costo de su hijo menor en Londres si su padre gana apenas un poco más de $100.00 y no sabe llenar un cheque ni usar una tarjeta de crédito. Para no hablar de la educación en manos de mujer más inepta que Delfina Gómez, una tal Leticia Ramírez, que no tiene, la pobre, idea de nada.
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Todo indica que, pese al control autocrático del poder, el presidente comienza a vivir su declive. Como Morena no es partido disciplinado, la diáspora morenista empieza a dar signos alarmantes. La disputa por la sucesión del 2024 se encarniza. Ricardo Montreal se empeña en estar en la boleta aunque no sea garantía del ‘Maximato’, Adán Augusto es hombre férreo, pero obediente que contrasta con la desangelada Claudia Sheinbaum o con un Marcelo Ebrard, desacreditado por el colapso de la Línea 12 del Metro.
¿Cómo resolverá el presidente este enredo? Sólo Dios sabe. No hay fórmula mágica. La sucesión es la prueba. Su indiscreción le hará pagar las consecuencias. Es el Karma de un imprudente.