Cuerpo, alma, espíritu más emociones, cuatro elementos que unidos a través del Yoga se convierten en una restructuración, una reingeniería en beneficio de la salud física y mental; para demostrarlo está Karina Campos Ortega, quien ha experimentado y llevado a la práctica una filosofía de vida que la sanó y ahora comparte para sanar a otros.
La muerte de su padre, y justo al día siguiente un grave accidente automovilístico, la cimbraron, literalmente hasta la médula, ya que el sacro se elevó 15 grados rompiendo tejidos internos, le denervó los nervios de la columna a la pierna derecha, se le compactaron todas las vértebras con más énfasis la zona lumbar, sufrió esguince de tercer grado en el cuello y dislocación de rodilla, por lo que la joven ingeniera se tuvo que replantear la vida de manera abrupta.
Karina sabe lo que es el dolor físico y emocional, entiende que el cuerpo es el vehículo que nos mueve, pero también absorbe todas las emociones, las cuales llevó hasta el límite en la Policía Federal, en donde trabajó para de ahí darle un giro a su vida y fue a través del yoga que retomó su propio rumbo.
“El 28 de junio de 2014 mi vida cambió; ese día fallece mi papá y al día siguiente tenemos un accidente automovilístico muy fuerte. Ese accidente me llevó a estar un mes de incapacidad, un año de rehabilitación y en ese proceso fue cuando escuché la palabra yoga. Empecé a buscar alternativas, ya que me iban operar de la columna, pero decidí buscar otras opciones y vi el yoga, pero observé que se contorsionaban que se doblaban y yo pensé que no iba a poder con eso, si apenas podía caminar, cómo me iba a contorsionar”, comentó de entrada Karina Campos.
Si el dolor la acompañaba al caminar, no soportaba pasar por un tope o un bache veía lejana esa actividad, descartó el yoga en ese momento, época en que trabajaba en la Policía Federal.
“Tras la rehabilitación y la natación pude evitar la cirugía, pero en 2017 llegué a tener algunas crisis de ansiedad y terminé hospitalizada; no podía respirar, pensaba que tenía un infarto, mi corazón latía fuertísimo. Trabajar en Policía Federal no es algo fácil ya que era un ambiente muy complicado, con misoginia, nepotismo que tienes que enfrentar y surge una impotencia de no poder desarrollar mis ideas”, lo que al final derivó en crisis de ansiedad, sin encontrar qué la provocaba, ya que su salud física estaba perfecta.
“Salí del hospital, pero tuve que volver a ser internada, sin poder respirar y tras múltiples estudios vieron que mi cuerpo estaba perfecto y una segunda opinión me sugirió acudir a un psiquiatra, quien me recomendó ansiolíticos, pero sentí que era como estar presa dentro de mi propia mente, dentro de mi cuerpo”, comparte con total sinceridad Karina, quien inició un camino alterno hacia la paz.
Una búsqueda más espiritual
Los ansiolíticos sólo la llevaron a un camino de evasión sin enfrentar el problema, por lo que observaba que estas conductas de ansiedad eran producto de un cúmulo de emociones mal gestionadas.
Siempre fui muy espiritual, pero yo me sentía enojada por todo lo que había vivido con la muerte de mi papá y el accidente, me enojé con Dios y empecé a buscar respuestas; en 2017 encontré la aromaterapia y cinco días después dejé los ansiolíticos, cuando me habían dicho que eran para siempre”.
Este apoyo para la salud le permitió estar más tranquila, luego de ver que su mente le hacía daño a su cuerpo, se lastimaba y autosaboteaba.
“Me di cuenta que el problema venía de adentro, no de afuera, por lo que inicié una búsqueda más intensa para sanar de manera natural sin evadir la realidad. Desde el dolor comencé a observar al yoga y en 2018 conocí a Lú Muñoz, una señora, que también sufría de lesiones en la columna, pero además vivía con dos tornillos en los cervicales y una cirugía de esófago y no sólo hacía yoga, era maestra. Entré a su clase y quedé encantada y dije si ella puede, yo también puedo”, y Karina Campos Ortega pudo y puede.
Se abre la puerta entra al mundo del Yoga y fluyen las emociones
Al adentrarse al mundo del Yoga, definida como una disciplina físico-mental originaria de la India, encaminada a lograr la perfección espiritual, antes de flexibilizar el cuerpo, se doblaron las emociones y llegaron las lágrimas en un primer ejercicio liberador con su gran gurú Iván Gamboa.
“Recordé que cuando mi papá falleció yo no lloré, al día siguiente vino el accidente y una acumulación de duelos inconclusos, de un control absoluto emocional. No me permitía fluir, entré a la clase y comencé a fluir empapé mi playera de lágrimas con todo lo que tenía”.
Karina dejó la Policía Federal un 13 de septiembre para irse a vivir a Vancouver y el 14 de septiembre, al día siguiente, internan a su mamá con un tema que inicialmente parecía anemia, pero que tres semanas después le confirmaron que tenía leucemia.
Este nuevo golpe la trajo de regreso a México, acompaña a su mamá un mes en el hospital quien le pide que cumpla su objetivo de regresar a Canadá, cosa que cumplió cuando dejaron el hospital.
“Mi mamá sale un jueves del hospital, me regreso a Vancouver el viernes y el lunes fallece en noviembre de 2019”.
De la Policía Federal entra a trabajar a una empresa canadiense, en temas afines a su carrera de ingeniería, para descubrir que los abusos y las malas prácticas laborales no sólo se daban en el servicio público, ya que en la Iniciativa Privada también hay nepotismo, se explota y trata mal a los colaboradores, por lo que decide alejarse de la empresa.
En 2018 Karina se compromete con el Yoga, comienza a preparase para ser maestra, se certifica en 2020, derrota a un COVID-19 agresivo que le dañó los pulmones un 75 por ciento.
“Tras superar un COVID muy agresivo me detectan unos nódulos en la tiroides, uno de ellos implica que vaya a cancerología en el Centro Médico Siglo XXI. En oncología pensé cuál era el sentido de mi vida, y ya sin estar enojada le dije a Dios qué me dijera para qué sigo viva, pensé “ Han pasado tantas cosas y si sigo aquí es por algo, tú hazme saber para qué”, por lo que cambió el rumbo ya con un espíritu mucho más fortalecido para empezar a dar clases gratis de yoga para personas que sufrieron daños pulmonares por COVID.
Un Yoga diferente, emocional y restaurativo
El yoga que enseña y comparte Karina Campos no requiere una lucha del cuerpo, un tremendo esfuerzo físico, ya que ella, a la unión física-mental-espiritual, agrega el tema emocional como un elemento restaurador.
Tras dar clases para enfermos de COVID y cursos de verano para niños comenzó a dar clases de yoga restaurativo en silla para personas con lesiones, con alguna discapacidad adquirida o genética y clases secuenciales de yoga en tapete, clases que imparte los martes y jueves vía ZOOM. Karina también da clases a través de ZOOM los lunes y miércoles y de forma presencial en La Casa de Faldón los martes y jueves.
“Tras el COVID pude desarrollar ejercicios para hacer sesiones de yoga restaurativo pulmonar, entender que las emociones se somatizan por lo que trabajamos para identificar y trabajar las emociones”.
Karina Campos brinda de manera generosa paz, confianza y espiritualidad a través de la enseñanza de la forma adecuada de respirar, flexibilizar el cuerpo, pero sobre todo de las emociones, siempre pensando en el yoga como un elemento restaurativo y terapéutico para regresarle al cuerpo su poder natural de sanación.
“Si vuelves tu cuerpo flexible tu mente se vuelve flexible; cuando eres rígido de cuerpo, tu mente es rígida, cuando vuelves tu cuerpo más accesible, tu mente es más accesible, cuando permites observarte sin compararte con nadie más, cuando abrazas tu oscuridad y reconoces tus limitantes sin castigarte ni juzgarte, te liberas y al volverte libre fluyes, logras reencontrarte con tu verdadero ser y conectas con el amor incondicional para tí y los demás”.
Karina ha aprendido a dejarse ir en la vida como flujo de un río, soltarse de esas piedras que la lastimaban y al fluir ha sanado. Ahora acompaña a sus alumnos a que fluyan como gotas de un inmenso mar por más adversa que parezca la corriente.