El pasado 31 de octubre se celebró el Día Mundial de las Ciudades, establecido por las Naciones Unidas, para promover el interés en el urbanismo sostenible. Y según datos de la ONU en los últimos decenios, el mundo ha experimentado un crecimiento urbano sin precedentes, ya que, en 2015, cerca de 4 mil millones de personas (el 54% de la población mundial) vivía en ciudades y, según las proyecciones, ese número aumentará hasta aproximadamente 5 mil millones para 2030.
Y la propia ONU advierte que, si no se invierte lo suficiente en las ciudades para hacerlas resilientes, los desastres naturales podrían costar a los estados y municipios, tres veces más del costo de inversión. Datos de ONU-Hábitat indican que, el cambio climático puede llevar a la pobreza a millones de residentes de las ciudades si no se invierte en hacerlas resilientes.
En paralelo, la FAO ha dado a conocer el Informe “El Estado de los Bosques en el Mundo” en el cual asegura lo siguiente: “Datos recientes indican una reducción significativa de la deforestación en algunos países. La tasa de pérdida bruta mundial de manglares disminuyó un 23% entre los períodos 2000-2010 y 2010-2020.”
Por otra parte, afirma que “El cambio climático está haciendo que los bosques sean más vulnerables a los factores de estrés abióticos y bióticos, como los incendios forestales y las plagas. La intensidad y la frecuencia de los incendios forestales están aumentando. Los bosques boreales representaron casi una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono debidos a los incendios forestales en 2021. Se estima que los incendios emitieron 6, 687 megatoneladas de dióxido de carbono a nivel mundial en 2023, lo que representó más del doble de las emisiones de dióxido de carbono de la Unión Europea debido a la quema de combustibles fósiles en ese año. En los Estados Unidos de América, se proyecta que 25 millones de hectáreas de tierras forestales experimentarán pérdidas superiores al 20 por ciento del área basal de los árboles hospedantes, debido a insectos y enfermedades hasta 2027.” Pero resulta preocupante el incremento de madera pues el informe señala que “La producción mundial de madera se encuentra en niveles récord, con unos 4.000 millones de m3 al año. Se estima que en 2022 se cosecharon 2.040 millones de m3 de madera en rollo industrial, un volumen similar al de 2021. En 2022 se cosecharon unos 1.970 millones de m3 para combustible de madera, lo que representa poco menos de la mitad (49,4%) de la cosecha total de madera; la proporción fue mucho mayor en África, con un 90%”. El Informe concluye con esta recomendación “vista de la rápida evolución de las condiciones ambientales y de las crecientes demandas sobre los bosques, se necesita más innovación en el sector forestal. Tres imperativos impulsarán esa innovación: (1) el aumento de los factores de estrés, incluido el cambio climático, que exigirá nuevos enfoques de gestión de los bosques y las tierras; (2) el cambio hacia una bioeconomía en la que la madera será un insumo importante; y (3) las oportunidades que ofrece la amplia gama de productos forestales no madereros para miles de millones de pequeños agricultores.”
Y añade los siguientes datos de desforestación mundial: “En 2020, los bosques cubrían alrededor de 4.100 millones de hectáreas (31 por ciento) de la superficie terrestre del mundo. La mayor parte se encuentra en los trópicos, seguida de los dominios climáticos boreales, templados y subtropicales. Más de la mitad (54 por ciento) de los bosques del mundo se encuentran en solo cinco países: la Federación de Rusia, el Brasil, el Canadá, los Estados Unidos de América y China (en orden descendente, por área). Diez países representan dos tercios de la superficie forestal mundial, incluidos también Australia, la República Democrática del Congo, Indonesia, el Perú y la India (en orden descendente).
Se estima que entre 1990 y 2020 se convirtieron 420 millones de hectáreas de bosques a otros usos de la tierra. La tasa de deforestación disminuyó durante el período, de 15,8 millones de hectáreas por año en 1990-2000 a 10,2 millones de hectáreas por año en 2015-2020. Las tasas anuales de deforestación en 2015-2020 fueron de 4,41 millones de hectáreas en África, 2,95 millones de hectáreas en América del Sur y 2,24 millones de hectáreas en Asia. La Encuesta de Teledetección (RSS) de FRA 2020 confirmó la tendencia descendente de la deforestación mundial. El cambio en la superficie forestal a lo largo del tiempo se debe a dos factores: la deforestación y la expansión de los bosques en zonas que antes estaban destinadas a otros usos de la tierra. A nivel mundial, la tasa neta de cambio en la superficie forestal, que es la diferencia entre la expansión forestal y la deforestación, se estima en -4,7 millones de ha por año en 2010-2020”
Y en cuanto a México las cifras son: “La tasa de deforestación en México entre 2001 y 2021 fue de 208,850 hectáreas por año, lo que representa el 0.31% de la superficie forestal arbolada del país” Y según el gobierno federal “El valor más alto de la tasa anual de deforestación bruta se registró en el año 2016 con 350 mil 298 hectáreas. Y Para el año 2019 la tasa de deforestación fue de 226 mil 581 hectáreas, la cual se redujo a 174 mil 190 hectáreas en 2020 y a 167 mil 811 hectáreas en 2021; en términos porcentuales la reducción es equivalente al 23.12% y 25.94% respectivamente.”
Y de acuerdo con la CONAFOR, se señalan las siguientes causas: “Es importante señalar que la deforestación, la tala clandestina, el comercio ilegal de materias primas y productos forestales, los incendios, plagas y enfermedades y las prácticas inadecuadas de manejo forestal, contribuyen a la pérdida y la degradación de la cobertura forestal.” Y como parte de las medidas que ha tomado la CONAFOR se encuentra: “la ejecución de proyectos de restauración forestal en 142 mil hectáreas y la integración de redes locales de valor y de cadenas productivas forestales. Así como el pago de servicios ambientales para 2.2 millones de hectáreas.
Pero hay una estrecha relación entre lo forestal y las ciudades, pues éstas últimas sin masa forestal, serían un completo caos, máxime por los impactos negativos del cambio climático.
La población que habita las ciudades en gran medida depende de los servicios ambientales que presta la vegetación, tales como la producción de oxígeno, la remoción de contaminantes, la captura de CO2, la infiltración de agua, la termorregulación climática, el hábitat para otras especies de fauna, el paisaje escénico, la recreación, la sombra y ahorro de energía, y la disminución de enfermedades mentales entre otras más.
No es casual que la FAO desde hace años haya impulsado su programa de Ciudades Verdes. Sin duda, las ciudades requieren para beneficio de sus habitantes y para lograr ser sostenibles y resilientes, de la vegetación tanto al interior de la urbe como en sus zonas aledañas.
Pero hay que decir, que una cosa es el incremento del arbolado (mayor número de árboles o mayor densidad por hectárea, que por lo regular son de la misma especie) y otra cosa es la biodiversidad (La biodiversidad es la diversidad de vida, la variedad de seres vivos que existen en el planeta y las relaciones que establecen entre sí y con el medio que los rodea.) de dicha masa vegetal, y además, de la función principal a cumplir, dependiendo de lugar donde se pretenda colocar (función climática, recreativa, de conservación, ornamental y cultural), y el tipo de especies (nativas o exóticas), y también, si dicha masa vegetal logra la conectividad, y/o conexidad o, simplemente esta aislada. Pues transformar una ciudad, en sostenible y resiliente, no es sólo reforestar o plantar árboles, pues va más allá de eso, en donde es clave los servicios ambientales que se protegerán o se incrementarán, la diversidad de especies vegetales para fortalecer los hábitats para otras especies (de fauna), el tipo de especie favoreciendo las nativas por su mayor adaptación y menor consumo de agua, el factor de regulación hídrica para aminorar el riesgo de inundaciones, la reducción del déficit de naturaleza que afecta la salud mental de la población.
En fin, ciudad y naturaleza es un binomio interdependiente y necesario. Y la naturaleza urbana no es una contradicción: comprende la variedad de organismos vivos y sus sistemas ecológicos que se encuentran en un entorno urbano.
A su vez, la región de Latinoamérica, es la región más urbanizada del mundo donde casi un 80% de su población vive en zonas urbanas. Hasta ahora los principales retos de sostenibilidad de las ciudades se han asociado a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el transporte, la producción de electricidad y la industria. También en la región, la expansión urbana se ha caracterizado por ser poco planificada, sin consideración por la conservación de ecosistemas estratégicos y por su desarrollo en zonas de mayor vulnerabilidad, en las que habitan los hogares con menos recursos.
Yo diría que más que Ciudades Verdes como lo propone la FAO, se trataría de una estrategia de “Biodiverciudades”, para reconocer, proteger e integrar la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos para un desarrollo urbano sostenible.
Algo muy importante en la planeación de las ciudades es la estructura ecológica principal y los servicios ecosistémicos que se deben incorporar como principios del ordenamiento territorial, reconociendo las dinámicas de ciudad-región en la provisión de agua, alimentos y materias primas. Por cierto, uno de los acuerdos de la COP16 de Biodiversidad, es el de incorporar la biodiversidad en las políticas públicas.
Las ciudades han demostrado ser espacios agiles de cambios. Y no cabe duda de que las ciudades seguirán siendo laboratorios para la diversidad, creatividad e innovación, para desarrollar las soluciones que propicien la equidad, sostenibilidad ecológica, desarrollo socioeconómico y participación local.