A los candidatos de junio los tumban los aguaceros de mayo. Al menos en la ciudad de Querétaro y en su zona conurbada, incluyendo el corredor industrial hasta San Juan del Río, región, en la que por el número de habitantes es donde se deciden los triunfos y derrotas electorales, los aguaceros de mayo ya han tumbado a algunos que la creían ganada.
Quienes han gobernado los municipios de Querétaro, El Marqués, Corregidora, San Juan del Río y aún Tequisquiapan, por angas o mangas, o porque se han querido ir por la fácil, no han corregido definitivamente el problema de las inundaciones que cada año afectan a los habitantes de estas zonas, principalmente, y lo hacen en donde más duele, que es el patrimonio familiar. Muebles y aparatos domésticos, ropa, autos, motocicletas, bicicletas y aunque fuera patín del diablo, cada cosa cuesta y reponerla no se logra ni para la próxima inundación. En tiempos electorales los candidatos, invariablemente hablan de un plan hidráulico para evitarlas, pero al acomodarse en la silla del poder, prefieren hacer obras que les dejen algo y si son inútiles para el pueblo, mejor.
Al igual que muchos asentamientos humanos, la ciudad de Querétaro y sus poblaciones satélites, se fundaron y crecieron al margen de un río. El nuestro, hace ya varias décadas sirvió para dotar de agua a los pobladores y en tiempos modernos fue manantial, pero de sueñosguajiros, como poner a flotar en sus escuálidas aguas: patos, fuentes danzarinas, lanchas, y alguien hasta ideó poner góndolas, si cómo las de Venecia. Hoy, durante casi todo el año, es un hilillo de agua pestilente proveniente de drenajes clandestinos y algunas veces y por horas, lleva agua de lluvia, que rápidamente desaloja en el traspatio de la ciudad, inundando un día sí y otro también barrios pobres como el de Santa María Magdalena.
Así pues, en este Querétaro incomprendido hay un gran canal que cruza la ciudad, le decimos río, pero sin agua es un canal, y nadie ha atinado a hacer la obra adecuada para que el agua desemboque en él; apenas llueve y el agua corre por sus avenidas laterales, inunda las partes bajas de la ciudad y en algún lugar del subsuelo el drenaje pluvial se junta con el doméstico haciendo brotar al interior de los domicilios fuentes de excrementos al tiempo que estos inundan las calles; los cruces de avenidas se vuelven mortales para transeúntes y automovilistas, en fin el agua entra y sale afectando vidas, salud y propiedades y el río Querétaro, bien gracias.
En las colonias de la periferia, también tasajeadas por canales, estos no solo son cuna de un chorrillo de agua hedionda sino basurero de desechos domésticos, como colchones, llantas, sillones desvencijados, que por cierto los camiones de la basura no se quieren llevar, quizá porque no les conviene. Según el tipo de aguacero los canales suelen ser insuficientes, tanto por los estorbosos escombros, como por la nula planeación del crecimiento urbano que permite el exceso de construcciones que impiden la distribución o absorción, como debía de ser, del agua de lluvia.
Total, que las encuestas electorales ya han mostrado encontrar su punto de quiebre en mayo y sus aguaceros, porque los futuros votantes, habiendo sufrido pérdidas que difícilmente pueden subsanar con una despensa o jaladores de agua y cloro para que limpien su casa, se desquitan con su voto. Las consecuencias AL TIEMPO.