El pasado viernes 17 de mayo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el ahora mandatario de Guatemala, Bernardo Arévalo de León, celebraron su primera reunión bilateral tras el triunfo electoral de este último.
El sitio del encuentro no pudo ser más significativo: Tapachula, Chiapas, espacio de contactos económicos, comerciales y culturales entre ambas naciones. Más allá de los retos actuales y futuros, esa ciudad representa para los dos países un espacio de histórico intercambio. “Espacio virtuoso”, calificado así por los mandatarios al referirse a la frontera común.
No hay duda de que la reunión representa la inauguración de una nueva etapa de relaciones bilaterales. El presidente Arévalo recorrió un largo proceso para llegar a la primera magistratura de su país. En los últimos años, Guatemala ha enfrentado difíciles situaciones, debidas a la crisis de corrupción en las más altas esferas del Estado. Arévalo representó desde su campaña una opción para acabar con ese mal.
Logró ganar la Presidencia, a pesar de los intentos desde el Poder Judicial de anular la elección; retirarle su inmunidad; ilegalizar al Movimiento Semilla, que lo postuló, y emitir órdenes de aprehensión en su contra. Ahora, como presidente, Bernardo Arévalo intenta derrumbar el sistema de complicidad vigente desde hace muchos años, pero los pactos de impunidad resisten. El más reciente es la permanencia de la fiscal general en su puesto, un remanente del conservadurismo en esa nación vecina.
La renovada política guatemalteca permitirá profundizar los vínculos con nuestro país, a favor de la construcción de mejores naciones y del desarrollo para ambas poblaciones. El presidente López Obrador afirmó que su afinidad con el presidente Arévalo ayudará “a que nos hermanemos aún más y podamos trabajar juntos en el desarrollo, en proyectos en beneficio de Guatemala y México”.
En ese campo, ambos mandatarios dialogaron en torno a cuatro temas fundamentales: migración, seguridad fronteriza, infraestructura ferroviaria y portuaria —específicamente, la extensión hasta Guatemala del Tren Maya y del Ferrocarril Interoceánico— y cooperación para el desarrollo. Además, al concluir el encuentro se presentaron ocho ejes prioritarios, entre los que destacan seguridad, conectividad ferroviaria, migración y cooperación para el desarrollo.
Aunque los temas no resultan novedosos, la diferenciación clara es que las coincidencias políticas en ambos lados de la frontera permitirán trabajar en un mismo sentido. De ahí la importancia de la reunión y sus resultados, así como los planes de desarrollo, que abonarán al bienestar de los dos países.