En el contexto actual estamos pasando a la era de la restauración ambiental y esto se debe a (Conviene tener en cuenta que las iniciativas orientadas a impulsar la restauración en Latinoamérica pues desde el 2021, la Organización de las Naciones Unidas declaró el Decenio sobre la restauración de los Ecosistemas que culmina en 2030, una iniciativa que tiene entre sus objetivos prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas a nivel mundial), pues en estos tiempos en los que la actividad humana ha alterado casi el 75 % de la superficie terrestre y alrededor de un millón de especies animales y plantas se encuentran en peligro de extinción, la restauración de ecosistemas cobra una importancia mayor.
En principio diremos que las causas de la restauración ambiental son diversas, pero se derivan de la degradación de los ecosistemas por diversas actividades humanas y fenómenos naturales. Y entre las causas más comunes se encuentran: la deforestación, la contaminación del agua y el suelo, la expansión urbana e industrial, el cambio climático, la minería, la agricultura intensiva, los incendios forestales y el sobrepastoreo, entre otros.
Pero ¿qué es la restauración ambiental?, pues bien, la mayoría de escritos publicados coincide en que la restauración ambiental es el proceso que busca volver un ecosistema dañado, alterado o degradado, a su condición original, o por lo menos, a un estado cercano a como era antes de haber sufrido el daño. En sí, restaurar, quiere decir reparar, recuperar, volver a su estado anterior lo que está dañado.
De lo anterior se deduce que la era de la restauración ambiental, se debe al gran deterioro o degradación que hemos causado a los ecosistemas.
Por ejemplo, la degradación de la tierra es uno de los fenómenos que agrava el cambio climático, y ocurre en todas partes del mundo y afecta a dos quintas partes de la humanidad. Que de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), se estima que cerca del 25% de la superficie terrestre está degradada, lo cual impacta negativamente a 3 mil 200 millones de personas. Y se espera, de continuar con ésta tendencia, se tendría un 95% de la superficie degradada para 2050.
No obstante, hay que decir que no hay lugar para la economía y las sociedades prósperas en un planeta degradado. Por eso es importante que aseguremos el mínimo impacto ambiental de las actividades humanas. De esta manera la Restauración Ecológica puede ayudar a corregir y compensar los impactos sobre los ecosistemas.
Y hay quien pregunta si el aprovechamiento de los ecosistemas ya no va a continuar, y lo cierto es que hoy lo prioritario, más que el aprovechamiento y la conservación, es justo la restauración ecológica.
Por ello, varios países (como Brasil- que incluso cuenta con planes a nivel municipal-, Colombia, Ecuador y Guatemala) ya iniciaron con la elaboración de su programa o plan nacional de restauración. En México, recientemente se dio a conocer el Programa Nacional de Restauración Ambiental, en el cual, se plantea recuperar ecosistemas degradados y promover la conservación del medio ambiente. Dicho programa busca también, restaurar áreas como bosques, selvas, manglares y cuencas hidrográficas prioritarias. Y también, se enfoca en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la implementación de sistemas comunitarios de vigilancia ambiental. De esta forma, el programa se plantea como objetivo general: restaurar ecosistemas degradados en sitios prioritarios, mediante acciones estratégicas, plazos definidos y la participación activa de diversos sectores. Busca revertir la pérdida de biodiversidad, mejorar los servicios ecosistémicos y contribuir a la justicia ambiental y al bienestar humano.
Y se plantea como metas: Restaurar el 5% de la superficie degradada de ecosistemas costeros y marinos al 2025, y alcanzar el 30 % para 2030, con prioridad en manglares. Y contribuir a la meta nacional de deforestación neta cero al año 2030. (La SEMARNAT ha identificado 50 sitios prioritarios para la restauración, de un total de 300 sitios identificados en México y restaurar cuatro cuencas prioritarias al 2030: Tula, Lerma-Santiago, Atoyac, Río Sonora, y dos presas -Endhó y Zapatillo-).
Recientemente, el Secretario de la SEDESU en el estado, hablo que impulsarán los bancos de restauración en el estado de Querétaro, que no son otra cosa que bancos de hábitat, o sea, son espacios donde se llevan a cabo actividades de conservación, recuperación y restauración ambiental con el objetivo de salvaguardar la biodiversidad y compensar impactos ambientales negativos y funcionan como un mecanismo para asegurar que, a pesar de las actividades humanas que puedan generar daños al medio ambiente, el impacto neto sea mínimo o incluso positivo. Para ello, hay que identificar y seleccionar los sitios con potencial para la restauración ecológica.
Existen opiniones en el sentido de que no es posible llevar a cabo la restauración ecológica, no obstante, en los hechos la restauración se traduce en una recuperación o reparación, pues efectivamente no es posible al 100%, restaurar un ecosistema a su estado natural anterior.
En este sentido habría que señalar que la probabilidad de restaurar los ecosistemas es variable y depende de muchos factores, incluyendo el tipo de ecosistema, el grado de degradación, las acciones de restauración implementadas y las condiciones ambientales locales. No hay una respuesta única, pero la restauración de ecosistemas es posible y necesaria para mitigar la pérdida de biodiversidad y los impactos del cambio climático.
Ahora bien, en ello influyen los siguientes Factores:
Tipo de ecosistema:
Algunos ecosistemas, como los bosques, pueden tener una mayor capacidad de regeneración natural que otros, como los humedales, que han sufrido mayores pérdidas.
Grado de degradación:
Ecosistemas con una degradación severa pueden requerir más tiempo e inversión para su restauración, mientras que otros pueden responder mejor a la regeneración natural o a intervenciones más simples.
Acciones de restauración:
La efectividad de las acciones de restauración, como la plantación de especies nativas, la eliminación de presiones externas o la implementación de prácticas sostenibles, es crucial para el éxito de la restauración.
Condiciones ambientales locales:
Factores como la disponibilidad de agua, la calidad del suelo y el clima pueden afectar la velocidad y el éxito de la restauración.
Pero también hay que decir, que existen dos enfoques de intervención de la restauración ecológica, a saber:
Una pasiva, que busca detener la fuente de perturbación,
Y la otra activa, que implementa acciones para restablecer o aumentar la abundancia de organismos, especies o poblaciones.
Cabe citar que, en el municipio de Querétaro, en la Secretaria de Medio Ambiente, se ha concebido los Bonos de Biodiversidad, como, instrumentos económicos financieros, diseñados para canalizar capital hacia proyectos que buscan proteger y restaurar la naturaleza (como en los fragmentos de biodiversidad).
La ONU y la FAO han señalado que “De aquí a 2030, la restauración de 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados podría generar 9 billones de dólares estadounidenses en materia de servicios ecosistémicos. La restauración también podría eliminar de la atmósfera de 13 a 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero. Los beneficios económicos de estas intervenciones exceden en diez veces el costo de la inversión, mientras que el precio de la inacción es al menos tres veces mayor que el de la restauración de los ecosistemas.”
Y nos quedamos con la pregunta de ¿cuál será la característica de la restauración en la zona metropolitana? (¿multifuncional, para la conservación de la diversidad, la recuperación de servicios ambientales, la recuperación de la vegetación nativa –el cual remite indirectamente a un ecosistema de referencia-, la restauración del paisaje, la restauración ecológica, la revegetación o la recuperación de áreas degradas y deforestadas, de sitios prioritarios?).
En resumen, la restauración de ecosistemas es un proceso complejo, lento, costoso y diverso, pero con esfuerzos coordinados (gobiernos, sociedad, academia y empresas) y basados en evidencia científica, es posible recuperar la salud de nuestros ecosistemas y mejorar la calidad de vida de las personas y el planeta.