Los muros, tanto físicos como metafóricos, horrorizan al escritor Haruki Murakami, pues son ejemplo de cómo nuestro mundo está dividido.
El actual enfrentamiento en la Franja de Gaza es un ejemplo de ello, señaló el novelista japonés, en España, donde recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Aunque reconoce que ahora solo puede orar por la paz, Murakami confía en que la ficción, lejos de ser un escapismo, puede ayudarnos a comprender, y sobrevivir, en estos tiempos tan peligrosos.
“Tengo amigos judíos en Israel. También soy consciente de que la situación palestina que vi cuando visité Israel es de miseria”, dijo en una entrevista con la agencia Associated Press.
“Por eso, lo único que puedo hacer es rezar para que la paz prevalezca lo antes posible. No puedo decir cuál (bando) tiene razón”.
El choque entre Israel y Hamas encuentra resonancia con el título de la novela más reciente de Murakami, titulada en japonés La ciudad y sus muros inciertos, aún no traducida a otros idiomas.
“En mis novelas, los muros son muros reales. Pero desde luego, al mismo tiempo existen muros metafóricos”, dijo el escritor de 74 años. “Para mí, los muros son cosas muy significativas. Soy un poco claustrofóbico. Si estoy encerrado en un espacio reducido, puedo sufrir un leve pánico. Por eso pienso con frecuencia en los muros”.
“Cuando visité Berlín, el muro seguía ahí. Cuando visité Israel y vi ese muro de seis metros de altura, sentí una especie de terror”, contó.
Murakami, un candidato recurrente al Premio Nobel de Literatura, fue galardonado con el Princesa de Asturias por “su capacidad para conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental en una narrativa ambiciosa e innovadora”, según destacó el jurado del premio que le fue entregado en una ceremonia en Oviedo, presidida por la princesa Leonor de Borbón, y los reyes de España, Felipe VI y Letizia.
En sus memorias, la colección de ensayos Novelist as a Vocation, Murakami expone su teoría de la “inteligencia novelística”, que permite a escritores y lectores, a través de la ficción, aprender a evitar los juicios temerarios y aceptar -como muchos de los protagonistas de sus novelas y cuentos- que es difícil encontrar respuestas definitivas a los problemas del amor y la pérdida en la vida real.
El estilo propio de Murakami, que combina una voz narrativa íntima con sucesos surrealistas en los que navegan sus protagonistas vulnerables, pero resilientes, le ha ganado millones de lectores en el mundo.
Sus novelas, colecciones de cuentos y ensayos han sido traducidos a más de 40 idiomas.