Hay libros que acompañan el paso de la historia LGBTTTIQ. Pero no son los mismos que se nombran desde los años 70. No. Si el movimiento no se ha detenido, la literatura tampoco. La lista se amplía porque los escritores no dejan de crear cuento, poesía, novela, ensayo, crónica de la diversidad sexual. El poeta Luis Aguilar acaba de publicar este año en Vaso Roto Qué bellos los ojos de este idiota: un grito al yo del que nadie puede escapar: “Quien teme al yo no ha aprendido/ a dormir y despertar con sus desastres”. Hermoso libro circular donde el encuentro con nosotros es con una poesía que exige pensar, más que sentir.
Tenemos una pionera de la poesía lésbica, Reyna Barrera: “Las plantas solas/ en su vejez, hundidas/ sin sol y agua/ heridas de muerte/ aun dan vida”. Confiesa: “A todas aquellas a las que he amado, les he escrito sendas cartas, las he entregado sin guardar, por educación, una copia… Así aprobé latín en la Facultad de Filosofía y Letras”. Conocida activista desde los 70, crítica de teatro un largo tiempo, hemos sido injustos con Reyna Barrera al dejar de nombrarla en su trabajo creativo. Árboles y tierra es un libro de 2018 que se ocupa de la naturaleza: “Como la ceiba eres/mujer de transparencias/pezones encendidos/ y fuego en los labios”.
O León Guillermo Gutiérrez que publica El muchacho de Caravaggio, editado por la Universidad Autónoma de Querétaro, en 2020: “Una tarde, casi al anochecer,/ llegaste a casa con frutas llenas de néctar./ El negro cabello ensortijado caía en tu frente,/ eras el muchacho de Caravaggio./ En esta tarde de otoño/ cargo tu muerte como paloma en mi pecho,/ y arde en la tumba que lleva tu nombre,/ Rafael, el muchacho de Caravaggio,/ y mío, porque mía es tu muerte, y mío fue tu cuerpo de arlequín”.
Poetas juegan con los clásicos que hoy deletreamos como nuestros antecedentes. La poesía es río que pasa por los sexos y atraviesa sentidos.
Los ensayos de Roberto González Villarreal con su indispensable Foucault no fue a los Baños Ecuador. Crítica del movimiento LGBT+. El imprescindible cronista Antonio Marquet; mi libro preferido, ¡Que se quede el infinito sin estrellas!
Hoy que todo es mes del orgullo gay habría que buscar lecturas más allá de los de siempre.