Mientras el martes 3 de noviembre pasado nuestra atención estaba clavada en la elección presidencial de Estados Unidos, estados como Arizona, Montana, New Jersey y Dakota del Sur se incorporaban a las ahora 15 entidades de la Unión Americana, junto con el Distrito de Columbia, donde ya se permite el uso recreativo de la marihuana. En México, apenas la semana pasada se dio un primer paso en el Senado, en el que por mayoría, aumentaron el gramaje que una persona puede poseer y transportar, así como también, al menos en la minuta enviada a la Cámara de Diputados, estarían abriendo la puerta a la producción y comercialización de la cannabis, lo cual es una gran noticia por los avances en el reconocimiento de las libertades civiles, la potencial derrama económica, el establecimiento de una nueva política de seguridad y por supuesto la posibilidad de registrar a los consumidores para los efectos necesarios.
En México hemos vivido en una zona gris donde para algunos es permitido consumir marihuana, mientras que a otros los lleva a la cárcel, en el que no hay un registro oficial de consumidores y donde no se pagan impuestos por parte de quienes las producen (ISR), ni por quienes las compran (IEPS), donde las contrataciones de los trabajadores de esta industria ilícita lo son sin ningún tipo de seguridad social, pero que al final esta droga sí está disponible para ser adquirida ilegalmente de manera sencilla en las calles de nuestro país.
El debate sobre el tema ha evolucionado, social y jurídicamente, en particular con respecto a la marihuana, sin embargo sigue siendo controvertido y una especie de papa caliente para la mayoría de los políticos en funciones, más cuando se acercan las elecciones, que por cierto siempre están cerca. Quizá por esta razón algunos partidos como el PAN votaron en bloque, salvo excepciones como los Senadores Xochitl Galvez, Gustavo Madero y Raúl Paz Alonso, en contra de la iniciativa que legaliza, con sus asegunes, el consumo, producción y comercialización de marihuana para uso lúdico.
El paso de la marihuana a su legalización, como ya sucede en gran parte del territorio de Estados Unidos y Canadá, ha sido tortuoso en nuestro país, esto a pesar de que tanto los presidentes Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Enrique Peña Nieto, así como la actual Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en su breve paso por el Senado, pero ya sabiendo cuál sería su papel en el gobierno federal, manifestaron su posición a favor del libre consumo y venta de marihuana para fines lúdicos y medicinales, algunas de estas respaldadas por iniciativas de ley.
En su momento, la hoy Secretaria de Gobernación llamó a “replantear la política de drogas en nuestro país” al tiempo que ella presentaba una iniciativa para legalizar la marihuana. Cito a la entonces Senadora que suscribió: “El combate frontal a través de las armas solo ha producido más muertes en nuestro país. No estamos a favor de la liberación absoluta de las drogas, sino de la regulación del cannabis”.
La pelota está ahora en la cancha de los diputados federales, quienes aún tendrán la oportunidad de ir más allá de lo aprobado en el Senado, despenalizando por completo el uso de la marihuana. Podría también haber timoratos en la cámara baja que prefieran la simulación de status quo y su mercado ilícito, en comparación con dar paso a una realidad que se pueda medir, atender en caso de adicción y tener el provecho que hoy tienen otras economías, donde dejaron de fingir que esto no pasaba diario y decidieron legalizar el mercado de un producto que se consume todos los días por millones de personas sin ningún registro ni control, ya no digamos ganancias lícitas. La realidad en México que por tanto tiempo hemos querido negar.
Notario y Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP