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Las travesuras eróticas del secretario

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
18 agosto, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya
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Víctor Manuel Toledo es un ecologista re­conocido, por su trayectoria académica y por sus posiciones ideológicas. Desde que fue nombrado secretario de Medio Ambiente en mayo del año pasado, ha sido un funcionario con poca visibilidad, aunque cuan­do habla siempre genera controversia. Algunas de sus declaraciones rozan los linderos del absur­do, como cuando se pronunció contra la energía eólica porque “atrapa los aires de los pueblos in­dígenas”, o una más reciente que lo puso al um­bral de su cese, al mostrar las contradicciones al interior del gobierno y al desinterés del presi­dente Andrés Manuel López Obrador sobre el medio ambiente.

Pese a que desnudó las limitaciones del cam­bio que busca el Presidente, lo defendió, como un hombre honesto. La honestidad, lo hemos visto bien, es concebida por López Obrador como sím­bolo de pureza, integridad y de lo incorruptible. También ya sabemos que su concepto es discre­cional y que los impuros y corruptos son aque­llos que no están con él. Para sus fieles e incon­dicionales, nunca hay sanción, sino eterno per­dón y tolerancia. López Obrador es un hombre religioso, que se mueve en la praxis entre el Vie­jo y el Nuevo Testamento, y que muchas de sus referencias políticas las ancla en los evangelios. Bajo esos parámetros morales mide a las perso­nas y emite sus juicios milenarios.

Toledo entra perfectamente en la dicotomía del Presidente, aunque muy probablemente Ló­pez Obrador no conoce de las travesuras eróticas de su secretario. Desde antes de que fuera nom­brado secretario de Estado de un gobierno que presume de moral, Toledo mostraba proclivi­dad por lugares de masajes donde ofrecen todo tipo de servicio, y un interés particular por in­formación y atención en sitios en internet espe­cializados en ese tipo de prestación. El secretario no fue cuidadoso y dejó huella a su paso regular por empresas en ese ramo de la sexualidad en la Ciudad de México y otras entidades.

Un expediente sobre las debilidades del se­cretario fue conocido por esta columna, donde se aprecia el perfil demográfico por el que se in­clina pero, sobre todo, la forma irresponsable, al ser un secretario de Estado, como establece con­tacto con algunos de esos lugares en zonas ca­lientes, como se registra en particular uno que hizo en una colonia de Xalapa, Veracruz, cono­cida por el control que tiene la delincuencia or­ganizada sobre esos negocios. Al encontrarse en los niveles donde se encuentra, la prudencia y contención deberían ser dos faros que lo guiaran.

Toledo puede hacer de su vida privada lo que desee, siempre y cuando no viole la ley, pero al ser un funcionario público de tan alto nivel, de­bería entender que su vida privada tiene que ser consecuente con su vida pública. Lo que lo rija en privado reflejará lo que es en público, y repercute no únicamente en su calidad como funcionario, sino impacta en la imagen del gobierno al que representa. Por eso, al haber sido políticamen­te irresponsable, por la negligencia como siguió manteniendo sus gustos sin haberlos suspendi­do mientras representara a un gobierno, o incre­mentar su discreción y seguridad, dejó las puer­tas abiertas para que emerja a la luz pública lo que había mantenido en la oscuridad.

El expediente habla mucho de él, por estas razones, pero también del gobierno, que no tu­vo el cuidado de revisar su pasado y sus relacio­nes, para evitar problemas políticos o de ima­gen a la administración con la que colaboraría. La falta de idea sobre lo que este tipo de verifi­cación significa para un gobierno y la falta de profesionalización para hacer de ello un méto­do, subraya la improvisación que caracteriza al gobierno de López Obrador. Por acciones simi­lares a las de Toledo, en otros países cayeron mi­nistros poderosos, o tuvieron que abandonar ca­rreras presidenciales. Esto sucede no por cues­tiones de moralina o hipocresía, sino porque los funcionarios públicos deben ser un ejemplo de comportamiento.

Más aún, en un gobierno como el de López Obrador, donde la moral rige la política y sus decisiones, Toledo es una contradicción. Por un lado, sus acciones se encuentran en los linderos de la legalidad –de hecho, algunas de ellas vio­lan la Ley, aunque en México los gobiernos son tolerantes a ello-, pero por el otro, en el marco de referencia del Presidente, comete un pecado capital. La palabra de un líder moral y religio­so, como se asume López Obrador, que busca la purificación nacional de la sociedad y que repi­te a todos los grupos “pórtense bien”, queda en entredicho por las actitudes de Toledo.

Toledo fue buscado desde el viernes pasado para conocer su opinión. A través de su equipo de comunicación pidió que se le enviara su co­rreo electrónico de la UNAM, con las razones de la búsqueda. El correo se envió el viernes por la noche, con información adicional a la publica­da en este espacio. También se alertó a su equi­po que se había enviado para que lo notificaran.

El sábado y el lunes se volvió a preguntar a su equipo de comunicación sobre la existencia de una respuesta, que hasta el momento de escri­birse esta columna, no se había dado. El viernes y el lunes se habló directamente al teléfono celular del secretario, sin éxito. El viernes nunca respon­dió la llamada y el lunes, su buzón estaba lleno, por lo que tampoco se pudo dejar un mensaje.

Toledo optó por el silencio al derecho de ré­plica.

Nota: La empresa Braskem-Idesa aclaró que nunca dejó de tener trato con Pemex cuando fue cesado Emilio Lozoya. Esta columna publicó que su relevo había suspendido todos los tratos por sospecha de corrupción. Son dos cosas diferen­tes. Braskem-Idesa hablan de la no suspensión del contrato; la columna no se refería al contra­to sino a la relación fluida existente, que era el contexto en el cual fue escrito el párrafo que ob­jeta la empresa.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Etiquetas: ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADORmedio ambienteVíctor Manuel Toledo

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