El 2023 es un año de intensos y numerosos procesos electorales en América Latina. En Paraguay apenas tomó posesión el presidente Santiago Peña y el domingo 20 de agosto hubo elecciones de primera vuelta en Ecuador, definitivas en Guatemala y en octubre serán las de Argentina en su ronda inicial. En este año también se han llevado a cabo comicios para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional de Cuba y elecciones para escoger 80 diputados, 45 senadores y 17 gobernadores en Paraguay, dos gubernaturas en México y 160 diputados nuevos en Guatemala. En Argentina se elegirán a 22 gobernadores, 130 diputados y 27 senadores en el otoño y en Colombia habrá 32 gobernadores nuevos, se renovarán sus Asambleas Parlamentarias y la población escogerá 1102 alcaldes.
También se vive una alta intensidad preelectoral, con la definición de los candidatos para 2024 en El Salvador, Panamá, República Dominicana, Uruguay y, eventualmente, Venezuela. En nuestro país estamos en la recta final para elegir a quienes defenderemos el proyecto de la Cuarta Transformación el próximo año, en tanto que la oposición avanza también en su proceso interno hacia los comicios presidenciales.
Es de destacar que de 2018 al 2022, la oposición venció en el 76 por ciento de las elecciones (presidenciales, legislativas, estatales y locales) en América Latina. Solamente en Paraguay, Venezuela y Nicaragua ganó el oficialismo. Además, podemos observar que en este periodo ha sido más frecuente el triunfo de partidos de izquierda y centroizquierda frente a los conservadores. Según registros de académicos, en este tiempo 10 comicios presidenciales han sido para las fuerzas progresistas y 7 para la derecha.
Hace unos días asumió la presidencia de Paraguay Santiago Peña, del conservador Partido Colorado, cuyos principales retos son la reactivación de la economía, la superación de la pobreza y la lucha contra la corrupción. Otro desafío será su actuación en el ámbito internacional, sobre todo por sus relaciones con la Unión Europea y con China.
El domingo 20 de agosto en Guatemala la sociedad votó por el cambio y en contra de la corrupción. Después de un sorpresivo segundo lugar en las elecciones de primera vuelta, Bernardo Arévalo será el nuevo presidente. Venció a la ex primera dama de la República, Sandra Torres, en su tercer intento por llegar al poder. Arévalo es sociólogo y exdiplomático. Se enfrentó a un proceso preelectoral muy complicado y lleno de resistencias. Los fiscales intentaron excluirlo varias veces de la contienda. Finalmente, el espaldarazo de la sociedad se tradujo en casi 25 puntos de diferencia con Torres. En enero del próximo año, Arévalo asumirá como jefe de Gobierno para responder a los desafíos que el país enfrenta, como la inseguridad generalizada, altas tasas de pobreza y hambre, un flujo migratorio constante que busca llegar al norte y la falta de transparencia en las instituciones.
En Ecuador, también el 20 de agosto pasado se llevaron a cabo elecciones, en este caso de manera anticipada por la llamada “muerte cruzada”. En esta ocasión sorprendió uno de los candidatos que pasan a la segunda ronda, el empresario Daniel Noboa, quien enfrentará a la candidata correísta, Luisa González. Hemos observado que el proceso electoral ha estado rodeado de violencia. No hay duda de que lograr condiciones de seguridad para la población será uno de los mayores retos de quien asuma las riendas del país por 15 meses.
En Argentina la moneda está en el aire, con la ultraderecha fuerte y una situación económica difícil. Hace unos días, las primarias para elegir candidatos sorprendieron con la victoria de Javier Milei. Todavía las fuerzas se pueden realinear para que el progresismo avance. Seguiremos con atención los resultados de la primera vuelta en octubre próximo.
La comunidad de América Latina y el Caribe enfrentamos retos comunes: inseguridad, terminar con la pobreza, generar condiciones de prosperidad, combatir la corrupción, evitar la fragmentación social y la polarización, y avanzar en temas de justicia y equidad. Quienes gobiernan lo hacen en regímenes plurales en el que el diálogo es elemento fundamental para construir las reformas y diseñar políticas públicas. Este principio, el de la representación de las diferencias, imprime dinamismo y vitalidad a las democracias. En México, quienes buscamos encabezar el proyecto del cambio social, planteamos anteponer el bien público y la solidaridad sobre los privilegios de unos cuantos que han dominado por décadas. Estamos conscientes de que consolidar la transformación y construir el país que queremos requiere de unir esfuerzos con un enfoque de largo plazo.