Ubaldo Neftalí Sáenz Bárcenas
cronista municipal de San juan del río
Esta es una reconstrucción histórica, ya que hasta ahora se ha escrito muy poco acerca del período previo a la consumación de la Independencia, sobre la capitulación de San Juan del Río y la estancia de Agustín de Iturbide en el entonces pueblo en 1821.
Iturbide salió de Iguala y se dirigió al Bajío con rumbo a Acámbaro, de allí a Salvatierra, hasta llegar a León, y en la hacienda de San Antonio sostuvo una conferencia con el Mariscal de Campo José de la Cruz, que era el que ejercía el mando en la Nueva Galicia. José de la Cruz le ofreció en esta plática, ser neutral. Con esta oferta Iturbide se regresó a Valladolid (Morelia), para ponerle sitio, que fue el sábado 12 de mayo, capitulando la plaza el martes 22 del mismo mes, sin disparar un solo tiro, pasándose la guarnición establecida en esta población a las filas del Ejército de las Tres Garantías; así como el comandante militar de Valladolid, el general don Luis Quintanar, personaje nacido en San Juan del Río.
El Plan de Iguala ya se había proclamado en la mayoría de las provincias. En Querétaro, en los pueblos de la serranía de El Doctor, volvió a ser proclamada la independencia por don José Antonio Magos, quien, como don Ramón Rayón, don Nicolás bravo, los Pachones y otros insurgentes de la primera época, había vuelto a tomar las armas. Para sofocar este movimiento el virrey destacó al coronel Novoa con una sección de doscientos caballos de Frontera, Sierra Gorda, Príncipe y Urbanos de San Juan del Río, cuyo jefe atacó y derrotó a Magos en las inmediaciones de Ixmiquilpan (Hidalgo), reduciendo así dichos pueblos a la obediencia del gobierno.
La proclamación de la independencia por las tropas realistas del Bajío y a la sazón que el general Iturbide estrechaba Valladolid a que se rindiese, hicieron sentir al gobierno virreinal la necesidad de reforzar Querétaro para contener allí el desatado torrente que del interior amenazaba correr hasta la capital. Para ello era preciso ante todo conservar San Juan del Río, que por su situación sobre el camino que conduce de México a Querétaro, y por su proximidad a esta última población, era punto importantísimo, y del cual dependía la suerte de la misma Querétaro. Así, antes de recibir el virrey la noticia de la capitulación de Valladolid, ordenó que las tres compañías del batallón de Murcia, con las cuales volvió a la obediencia del gobierno virreinal el teniente coronel Martín Almela, y que habían marchado a reforzar la guarnición de Toluca, saliesen de esta ciudad y se dirigiesen violentamente a San Juan del Río; dispuso también que las secciones destinadas a perseguir a don José Antonio Magos se concentraran en esa población, y nombró comandante de la plaza al coronel don José María Novoa en lugar del teniente coronel Reyna, a fines de mayo.
Tuvo aviso Iturbide de esas disposiciones militares, y con el propósito de impedir la entrada de las compañías de Murcia en San Juan del Río, destacó desde Valladolid al teniente coronel Parres con el batallón de Celaya y ochocientos caballos. Esta fuerte sección marchó rápidamente, pero con mayor violencia anduvieron las compañías de Murcia, logrando llegar a San Juan del Río cuando los independientes entraban en la hacienda de El Colorado, lugar que se halla entre San Juan y Querétaro. Parres continuó su marcha y al llegar a tiro de fusil, estableció sus posiciones y entregó el mando al coronel don Anastasio Bustamante, quien llegó al campo de los independientes con un refuerzo de doscientos caballos. La guarnición realista, compuesta de mil cien hombres, comenzó a desertar desde que se presentaron los independientes a la vista, y mayor fue el desbandamiento a la llegada del coronel Luis Quintanar -quien ya se había unido a Iturbide al capitular Valladolid- a San Juan del Río al mediodía del lunes 4 de junio de 1821, al frente de otra división, la cual acabó de ceñir por todo viento a este pueblo.
Los insurgentes, que desde su llegada a San Juan ocupaban el Puente de Piedra (Puente de la Historia) –ubicado sobre el Camino Real en la salida poniente del pueblo-, se mantenían en el con serenidad, dispuestos a esperar la acción en el pequeño espacio que hay entre la Venta y el puente. En este punto llegó el coronel Anastasio Bustamante con ciento ochenta caballos de su división y quedaron a sus órdenes las fuerzas de Parres. De este modo la fuerza española situada en San Juan del Río quedó compuesta de mil cien hombres totalmente cortada, perdida después toda esperanza con la estrechez del sitio que acabó de ponerle la división de don Luis Quintanar. Debilitada su fuerza con la continua deserción y temerosos de un asalto que no podían resistir, se procuraron un honroso acomodamiento que solicitó su comandante, el coronel don José María Novoa, logrando así la capitulación de la plaza. Mucha infantería y caballería se pasó al lado insurgente. La Venta era propiedad de don Luis Quintanar y por ello se convirtió, a partir de este momento, en el cuartel del Ejército Trigarante en San Juan del Río.
Rendición de la plaza de San Juan del Río
El 6 de junio de 1821, sin haberse disparado un solo tiro, los defensores se vieron reducidos a cuatrocientos hombres y entonces el comandante realista Novoa solicitó una capitulación que le fue concedida inmediatamente, siendo casi igual a la que acababa de ajustarse en Valladolid con el comandante virreinal Manuel Rodríguez de Cela. Novoa se retiró a México con los cuatrocientos que habían permanecido fieles y los independientes tomaron posesión de San Juan del Río el jueves 7 de junio de 1821, donde hallaron varias piezas de artillería, muchos fusiles, parque abundantísimo y los fondos depositados en las cajas de la Hacienda pública. San Juan del Río Capituló después de un sitio de quince días.
Generalmente las tomas se presentaron en ciudades capitales de provincia o en puntos estratégicos cuya defensa por parte de las fuerzas fieles al gobierno virreinal impedían una pronta ocupación. Ante la presencia de la oposición armada, y en caso de que las fuerzas trigarantes contarán con el suficiente contingente, se establecía el sitio de la plaza y de manera concomitante se entablaban negociaciones con las autoridades sitiadas. Conforme el sitio se estrechaba, se reforzada o simplemente se mantenía, los trigarantes manipulaban la información a su favor y endurecían los términos de las intimaciones apremiando la rendición de la plaza. Los comandantes independentistas generaban presión por todas las vías posibles de negociación y mantenían contacto a través de cartas y de comisionados no sólo con los oficiales del gobierno sino con autoridades civiles (señaladamente los ayuntamientos), eclesiásticas (obispos, miembros del cabildo o curas, según el caso) y funcionarios (intendentes, administradores de rentas). Finalmente se llegaba a la rendición a través de capitulaciones puntuales, en general negociadas y rubricadas por oficiales comisionados por vencedores y rendidos. En función de dichos documentos formales, como lo muestra el de la capitulación de San Juan del Río, se procedía los siguientes días a la paulatina evacuación de los capitulados y la subsecuente ocupación de los trigarantes.
Entre las capitulaciones documentadas más significativas está la de San Juan del Río, llevada a cabo precisamente por un personaje nacido en esta tierra: Luis Quintanar, única hecha por él bajo el mandamiento de Iturbide.
Con San Juan del Río bajo control Trigarante, Querétaro quedaba sin posibilidad de recibir refuerzos desde la capital.
Entra Iturbide a San Juan del Río. Se le presenta Guadalupe Victoria y lanza una proclama en el pueblo
Después de la batalla de Arroyo Hondo, el primer jefe del ejército libertador entró en San Juan del Río. Iturbide permaneció en el pueblo por quince días naturales: del jueves 7 y hasta el jueves 21 de junio del 1821. El recibimiento que se le hizo debió ser eufórico y alegre pues se juntaron en San Juan, además de la mayor parte del Ejército Trigarante, los altos jefes del mismo: el propio Iturbide, Bustamante, el sanjuanense general Quintanar, el coronel Parres, otros oficiales de alto rango además de Guadalupe Victoria.
El viernes 8 de junio de 1821, a San Juan del Río llegó el general Guadalupe Victoria, jefe de los insurrectos de la primera época, quien se separó de don Nicolás Bravo en Pachuca con el objeto de entrevistarse con Iturbide, para exponerle un asunto muy particular. En la entrevista que sostuvieron, el antiguo insurgente mostró algunos apuntes y pidió corregir el Plan de Iguala para adaptar un sistema de monarquía moderada.
Lucas Alamán dice que “El intento de Victoria era hacer que Iturbide variase el plan de la revolución, no para que se adoptase una forma de gobierno republicano como estos pretendían, sino para que se llamase al trono, en lugar de Fernando VII y demás príncipes designados en el Plan de Iguala, a un antiguo insurgente que no se hubiera indultado y que no siendo casado se matrimoniaran con una india de Guatemala, para formar de ambos países una sola nación: y como no había insurgente alguno en quien concurriese en estas calidades, pues casi todos se habían acogido al indulto, y los que no lo habían hecho como Ramón Rayón y Nicolás Bravo, eran casados, Victoria parecía designarse a sí mismo”. Las condiciones exigidas por Victoria respecto de la persona del emperador, hicieron conocer que él pretendía empuñar el cetro, pues ningún otro caudillo reunía todas esas circunstancias.
El autor antes citado asienta que “Iturbide vio con desprecio semejante idea y formó tan triste concepto del que se la propuso, que no le dio grado alguno en el ejército, previniendo que se tuviese vigilancia sobre él. El mismo Victoria se contentó por entonces con publicar una proclama en elogio del primer jefe Iturbide, recomendando la unión tan necesaria para el buen éxito.”
Lucas Alamán, asienta que fue informado de este plan político por don José Domínguez Manso, secretario de Iturbide, quién le aseguró haberlo tenido en su poder algún tiempo, formado por Victoria.
Por su parte, Bustamante en su Cuadro histórico (Tomo V, p. 2010), dice que el general Guadalupe Victoria se dirigió a San Juan del Río en busca de Iturbide, “llevándole un plan bastante peregrino, que por sí mismo había formado para la felicidad de la nación.”
Este intento de Victoria por hacer que Iturbide variase el Plan de Iguala y que adoptase la forma de Gobierno Republicano en ese momento no tuvo frutos; aunque más tarde lo haría el mismo Victoria al convertirse en el primer presidente de México. Como no obtuvo buen resultado de su entrevista con Iturbide y para congraciarse con él, creyó prudente lanzar una arenga en su loor, misma que fue impresa en San Juan del Río mediante la Imprenta Portátil del Ejército de las Tres Garantías. Fue publicada el sábado 16 de junio de 1821.
La relación entre ambos personajes fue de apoyo para la independencia, pero con mutuo recelo personal.
A estas alturas, con la capitulación de San Juan del Río, Iturbide era consciente del escenario favorable. Los días que permaneció en San Juan mantuvo estrecha comunicación con Echávarri, Herrera, Bravo, Bustamante y Filisola para que impidieran, en sus respectivas regiones, que los contingentes fieles al conde del Venadito, se reincorporaran a México para su defensa.
Terminado el asedio de San Juan del Río y conseguido el fin que al ordenar la excursión de Echávarri se propuso Iturbide, quedó éste expedito para consagrarse exclusivamente a poner sitio a Querétaro. Para dirigir mejor las operaciones, Iturbide trasladó ese mismo día su cuartel general de San Juan del Río a la hacienda de El Colorado, lugar poco distante de Querétaro.