En 1947 Humberto Gómez Landero y Octavio Novaro hicieron una película llama “El niño perdido”, en la cual Germán Valdez, “Tintan”, llevaba líneas de extrema jocosidad muy de acuerdo la naturaleza pícara de su personaje, quien al reto respondía: me canso ganso, dijo un zancudo cuando volar no pudo; una pata se le torció, la otra se le hizo nudo, luego le dio la aftosa y hasta se quedó mudo, ya lo mejor no le sigo porque luego yo sudo…”
La cojera ripiosa de los versitos no impidió su popularización.
Mucho menos –y como nadie se habría imaginado en aquel tiempo de hilarantes salas de cine–, su consagración en el alto discurso político de una revolución social y de las conciencias, sobre cuya verbosidad se alzan los cimientos del porvenir de la patria, la Cuarta Transformación; porque el presidente de la República (más de medio siglo después), ha querido recuperar esa frase de indomable destino, y sintetizar en ella, adoptada ya en el habla popular, lo implacable de su voluntad y lo certero de sus empeños.
Así pues, cuando los obstáculos por vencer se alzan enormes como murallas de infortunado, como un ensalmo infalible y certero, el presidente confirma su empeño: me canso ganso.
Y lo ha dicho ahora, en medio de una catástrofe de dimensiones bíblicas, como si la pecaminosa historia acapulqueña como dice el Génesis de Sodoma hubiera sido fustigada con el huracán del castigo (“…y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra…) para escarmiento de los tiempos venideros.
Sin afán de crítica ni tampoco de alabanza, sólo por dejar un registro de tan certero compromiso, reproduzco las palabras presidenciales. Algún día tan significativas ideas, síntesis de la idea y el acto, serán recogidas por doctos historiadores, cuya investigación lleve estas líneas –ahora cotidianas– a la eternidad del bronce o la marmórea inscripción para herencia de los tiempos actuales y enseñanza de las generaciones venideras. Son una definición y una promesa. Una declaración y una certeza, una exhibición de confianza…
–¿Cuándo la recuperación del arrasado Acapulco, le preguntan:
“…Lo más pronto posible, lo más pronto posible. Nosotros sabemos trabajar para hacer las cosas bien y rápido, y contamos con el apoyo de las Fuerzas Armadas y con servidores públicos civiles muy responsables.
“Esto de que hay mil 500 promotores, servidores de la nación, y van a ser dos mil, son de los mejores cuadros de la gente con más mística, con más ideales, con más principios, de los que trabajan casa por casa, que se llevan sus mochilas y duermen en campamentos, porque le tienen amor al pueblo. Ese es nuestro movimiento.
“Y lo mismo en el caso de la construcción.
–¿Qué, no hicimos el aeropuerto ‘Felipe Ángeles’ en dos años?
¿Qué, no vamos a hacer el Tren Maya en cinco años?
¿Qué, no vamos a poder levantar a Acapulco en muy poco tiempo? Claro.
“No, no, no… (exponer una fecha), decir que vamos a poner de pie a Acapulco. Me canso ganso”.
Pero los cómicos de la cultura popular han permitido incorporar a la axiología de la 4-T no sólo a Valdez, sino también a Mario Moreno (Morena), cuya capacidad cantinflesca fue debidamente expropiada por el doctor López Gatell, quien ahora quiere gobernar la ciudad, pues él mismo, como los cubrebocas, sirve para lo que sirve, y no sirve para lo que no sirve, aunque no sirva para nada en el juego de la democracia:
–“Democracia, mire usted, según la lengua española traducida al castellano, quiere decir demo, como quien dice dimo y dime con qué nos quedamos.”