No prestar atención a los datos científicos es ya un gran error, pero lo realmente grave son las consecuencias.
Desde el 2003 y posteriormente en el 2015 que se actualizaron los datos, se advierte que hay 9 fronteras ambientales que no deben traspasarse, pues de lo contrario entraremos en una etapa de colapso.
Estas 9 fronteras, diríamos sagradas, se refieren al: Cambio climático, el declive de la biodiversidad, la acidificación de los océanos, la destrucción del ozono estratosférico, la alteración del ciclo del fósforo y del nitrógeno, la carga de aerosoles atmosféricos, el consumo de agua dulce, los cambios de uso de la tierra y la contaminación química.
De las anteriores fronteras, se conoce que ya hemos traspasado 4. Las dos primeras son el cambio climático y el declive de la biodiversidad y las otras dos consisten en el cambio de uso del suelo que acarrea la perdida de cobertura arbórea y la otra, la alteración de los ciclos geoquímicos del fósforo y del nitrógeno.
¿Qué nos hace pensar que vamos bien? Acaso será la gran publicidad, mentiras y miedo que circulan diariamente en diferentes medios, centros de trabajo y pláticas sociales o de plano, la indiferencia y la falta de futuro.
Vivimos en un mundo altamente interdependiente y eso incrementa la complejidad y el alto riesgo. Una chispa, puede disparar una crisis financiera, una ruptura en las cadenas de abastecimiento o en las infraestructuras, lo cual, sin duda alguna nos conducirá al colapso.
Pero no hay que esperar a que suceda en la escala global, ya hoy en día se presentan colapsos en una escala local o regional que se materializan en perdidas limitadas y bloqueos temporales como expresión de los riesgos sistémicos.
Aún así, son alertas, focos rojos o llamadas de atención de lo que puede magnificarse. Padecemos de lo que llamó “sordera ambiental” pues no oímos los llamados científicos, los gritos ambientalistas, ni las noticias reales sobre catástrofes naturales. Seguimos con nuestras vidas y lo demás nos parece irrelevante y sólo importa el momento que se vive, sin saber que esos momentos terminarán en el colapso. Se glorifica el éxito instantáneo, el producto inmediato, el beneficio momentáneo, pero todo ello, nos conduce irremediablemente a una cadena de sucesos, que desembocará en el desastre.
Todo en su conjunto, produce un trastorno social que disminuye nuestras capacidades cognitivas para entender la realidad y las necesidades para cambiar de rumbo. Por ello, se requiere de dispositivos que permitan a las personas, valga la expresión, de cambiar de canal.
La transgresión de límites y fronteras, socavan el futuro, nos adentran en el punto de no retorno, y nos llevan, como pollos de granja, en un camión hacia nuestro destino fatal.
El planeta tiene muchos mecanismos para evolucionar, pero el ser humano cuenta con una caja limitada de herramientas. Por eso insistimos en que el humano es la única especie que por decisión propia camina hacia su extinción.
¿Podremos detener el viaje a tiempo? Eso depende de cada uno de nosotros en su conjunto y se construye diariamente en la toma de nuestras decisiones.
Y de entrada, lo que hay que mirar es hacia el futuro próximo, no en lo inmediato.