Por segundo día consecutivo, los mercados reaccionaron negativamente ante las noticias de que la avalancha electoral de Morena el domingo le garantiza la mayoría calificada en el Congreso y prácticamente en el Senado, que temen lleve a la incertidumbre jurídica. El peso sufrió otra caída frente al dólar y cerró en Nueva York en 17.88 unidades por dólar. Sus pérdidas superaron las del lunes, que desataron una volatilidad que no se veía en siete meses, preocupando a la Secretaría de Hacienda y al equipo de campaña de Claudia Sheinbaum, virtual presidenta electa, por el inesperado nerviosismo en los mercados.
El mayor temor, sin embargo, no es por lo que suceda en octubre, cuando arranque el nuevo gobierno, sino lo que varios inversionistas llaman “la ventana de septiembre”, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador cohabite con la supermayoría de Morena y sus aliados en la nueva legislatura. “Es la ventana de mayor preocupación”, declaró Gustavo Medeiros, jefe de Investigación de Ashmore, un grupo especializado en administrar inversiones en países emergentes a Reuters. “Todo es posible”, señaló a Bloomberg Shamalia Khan, jefa de Administración de Activos de UBS para mercados emergentes. “Tienen un muy importante mandato. ¿Lo van a usar para resolver algunos de los temas más importantes como lo fiscal y la reforma energética? O se enfocarán en otras prioridades que no son consideradas positivas para los mercados”.
López Obrador no ayudó a serenar los mercados, y el lunes, en medio de los sobresaltos, dijo que hablaría con Sheinbaum para determinar si presentaba su paquete de reformas constitucionales antes de que iniciara su administración. Las reformas que más inquietan son las del Poder Judicial, porque abriría la puerta para elegir ministros de la Suprema Corte, jueces y magistrados por elección popular, que piensan tomarían decisiones ideológicas, la que desaparece los órganos autónomos y eliminan los contrapesos. Otra reforma que piensan puede regresar es la energética, que con esa mayoría acotaría las inversiones extranjeras, permitiría expropiaciones y perjudicaría las oportunidades de México en el nearshoring.
El nerviosismo no menguó en la madrugada del lunes luego del anuncio de que López Obrador que Ramírez de la O repetiría como secretario de Hacienda. No ayudó internamente que se entrometiera en una responsabilidad única de la virtual presidenta electa, y generó una serie de mensajes contradictorios durante el día sobre ruedas de prensa para tranquilizar los mercados, que fueron canceladas. Ayer a primera hora, Ramírez de la O sostuvo una conferencia telefónica con inversionistas para tratar de tranquilizarlos, pero su mensaje fue decepcionante.
En apenas poco más de dos minutos habló únicamente de lo que hará para reducir el déficit fiscal el próximo año, disminuir el endeudamiento y volver a garantizar la autonomía del Banco de México. Nada dijo para sosegar a los mercados sobre los escenarios de mediano plazo y la “ventana de septiembre” porque no puede garantizar nada. Es imposible que tenga un acuerdo con López Obrador para que no envíe las reformas en septiembre, y tampoco puede comprometerse que si llegan las iniciativas en la siguiente administración, se excluyan las partes que amenazan al estado de Derecho y provean certidumbre jurídica.
Esto es lo que más preocupa a todos los inversionistas y las empresas, acostumbradas a lidiar con dictaduras, regímenes autoritarios, con señores de la guerra que se dividen en territorios un país, y democracias inestables. Para el gran capital no importa el tipo de gobierno en un país, sino que se respeten las reglas o las leyes. La experiencia con López Obrador es que no respeta las leyes y suele cambiar a conveniencia las reglas del juego.
La reforma al Poder Judicial fue el único tema que abordaron con Sheinbaum inversionistas y empresarios en las diversas reuniones que sostuvieron con ella en la Ciudad de México y Monterrey. La petición unánime fue que no se realizara la reforma bajo los términos que está planteada -el acceso por voto directo para ministros, jueces y magistrados-, a lo que Sheinbaum no respondió, pero dejó de hablar del tema desde entonces.
La entonces candidata pensaba que podía lidiar mejor con el tema y patearlo hacia delante si Morena no alcanzaba la mayoría calificada, lo cual no sucedió y la colocó en una situación incómoda porque ella tendría que lidiar con los mercados y las inversiones, mientras que López Obrador, arquitecto de lo que está sucediendo, vería las cosas desde su rancho. El presidente no tiene remedio, y lo debe saber su sucesora. Ayer, López Obrador dijo que los mercados habían reaccionado de esa manera porque están desinformados.
Los inversionistas están esperando una señal de la virtual presidenta electa, como el anuncio de su gabinete económico. Además de Ramírez de la O, otro puesto importante será el director de Pemex, donde el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, y el líder de Morena, Mario Delgado, ya han expresado al equipo de Sheinbaum su interés en la paraestatal. Una gran opción que tiene en Gerardo Esquivel, podría ser vetado por López Obrador, que ya le anticipó a Sheinbaum que desea que el gabinete repita como señal de continuidad.
No parece que Sheinbaum acatará sus deseos, y en su equipo se está manejando el nombre del excanciller Marcelo Ebrard para que encabece la Secretaría de Economía, con la responsabilidad de llevar la renegociación del T-MEC, el acuerdo norteamericano donde participó en el tiempo de la transición del gobierno de Enrique Peña Nieto al de López Obrador. En la Secretaría de Energía se ha estado perfilando Jorge Islas, un académico universitario que se sumó al equipo de Sheinbaum hace un año aproximadamente, y quien desarrolló todo el plan energético.
En la reserva tiene a la empresaria Altragracia Gómez, que ha causado una muy buena impresión entre empresarios e inversionistas, que se ha encargado de desarrollar los perfiles para el gabinete y cumplir con la encomienda de establecer los contactos con los equipos de los candidatos presidenciales Joe Biden y Donald Trump, aunque ha expresado que una vez instaurado el nuevo gobierno, quiere regresar a sus actividades.