En el presente año se abrirá una nueva etapa, misma que se caracterizará por demasiados retos, como sucede cuando abrimos una caja que promete muchas sorpresas, entre ellas el desatar los monstruos que no deseamos. Pero en ese cuarto lleno de tiliches, artefactos, y sobre todo de promesas, se encuentra el telar, que se ha venido usando para tejer el manto socioambiental del estado. Pero de cara al futuro próximo, ese telar y no el manto, esta sujeto a varias tensiones que podrían en un escenario no deseado, quebrarlo, destruirlo, inutilizarlo o invalidarlo por decir lo menos.
En la parte social, lo que se ha tejido no llena la perspectiva de la participación social, no alcanza para sentar las bases de una real, objetiva, transparente, vinculante y vigilante inclusión social en la estructura del poder significada por las instituciones. El telar exhibe una tensión fuerte de desconfianza, hartazgo e inconformidad social por ello, en el futuro próximo las estructuras del poder, de no eliminar esa tensión, estarán sujetas de forma más frecuente y endurecida a dicha tensión, que se manifestará de variadas formas.
En lo ambiental, no se diga que es diferente, pues lo tejido, tampoco llena los retos principales y ahí están las cifras, datos y los resultados. La crisis del agua que se avecina es uno de los retos claves, para no llegar como en la CDMX al racionamiento por delegaciones y días. La movilidad centrada en el auto llegará a su colapso en tráfico, emisiones y tiempo. También, podemos hablar de la contaminación atmosférica que, sin ser tan grave de momento, la tendencia es justo esa, de agravarse. Por otra parte, la demanda de mayor energía para soportar el crecimiento económico y demográfico es otro gran reto que aguarda ser atendido de forma clara, contundente y urgente. Estas tensiones jugarán un papel fundamental en otros aspectos como la calidad de vida, la equidad, el ambiente sano, el derecho al agua, el sostenimiento de la economía y los empleos. Por ello, se trata de tensiones y no sólo de pequeños y aislados problemas. Ahora, dichas tensiones, recorrerán los andamios del poder, de la administración pública, de los planes y programas no sólo que se elaboren, sino más que nada de ponerlos en práctica y ello a su vez, implicara el compromiso de financiarlos de dedicar un porcentaje del producto interno bruto a tales temas o tensiones.
La simple declaratoria no bastara, es un tiempo clave, de hacer, no de quedar bien, ni simular, es tiempo de restaurar el telar para evitar su colapso. Para ejemplificarlo, diré que en el pasado era como abrir una tierra al cultivo, y que su productividad natural, daba para lo que fuera y por quien fuera, pero ahora se ha agotado dicha productividad y entonces todo dependerá de que estrategia, momento y forma se tendrá que realizar lo que sigue, para mantener la productividad y en consecuencia, resultará importante quien estará tomando las decisiones, pues la improvisación, las ocurrencias y falta de pericia, ya no podrá ser un asunto menor, ahora se requiere de tomadores de decisiones en los diferentes niveles de la administración pública para resolver esta tensión socio-ambiental.
Restaurar el telar, significa, restaurar las relaciones sociales, políticas, ambientales, institucionales y económicas. Y ello, nos lleva a contravenir lo que se ha venido haciendo y sobre todo, las relaciones de poder que se han tejido. Ese modelo ya esta en sus últimos momentos, ahora Querétaro debe reinventarse, construir otro modelo capaz de ver hacia el futuro en los próximos 10 años. Es el tiempo de los visionarios, innovadores y toma de decisiones primordiales, sólidas y sobre todo decididas.
Ya veremos si nos alcanza el destino o somos capaces de remontarlo. Ya no es tiempo de juzgar, sino de ver el futuro. Tampoco de culpar, sino de transformar.
El reto esta sobre la mesa y se trata del futuro próximo de Querétaro