La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado diversos sectores, pero también ha generado un debate sobre su impacto ambiental. Uno de los aspectos más relevantes de este debate es el consumo de agua en los procesos asociados con la IA, especialmente en actividades como la generación de imágenes. Un ejemplo interesante de este impacto puede observarse con la tendencia de moda a la que el 90% de las y los usuarios de redes sociales recientemente se subió; la generación de imágenes con estilos artísticos populares, como el de Studio Ghibli, a través de algoritmos de aprendizaje profundo.
El proceso de creación de imágenes con IA requiere de grandes cantidades de energía y, por ende, de recursos naturales como el agua. En términos generales, las redes neuronales profundas que alimentan estos sistemas de IA son entrenadas en potentes centros de datos que operan a gran escala. Estos centros, al funcionar continuamente, consumen energía eléctrica para realizar cálculos complejos, lo cual indirectamente demanda agua. Esto se debe a que gran parte de la energía eléctrica proviene de fuentes térmicas o hidroeléctricas, las cuales requieren agua para generar electricidad.
En el caso específico de la creación de imágenes al estilo Ghibli, que implica la simulación de estilos visuales complejos, como la suave combinación de colores, las sombras y las texturas características de las películas de Hayao Miyazaki, la IA debe procesar una enorme cantidad de datos para “aprender” cómo replicar ese estilo de manera convincente. Este proceso de “entrenamiento” puede durar días o semanas, dependiendo del modelo, lo que implica un alto consumo de recursos, tanto en términos de energía como de agua.
El uso de agua se vincula directamente al enfriamiento de los servidores que alojan los modelos de IA. Los centros de datos requieren sistemas de refrigeración eficientes para mantener la temperatura adecuada en sus instalaciones. En muchos casos, estos sistemas utilizan agua, ya sea de ríos, lagos o sistemas de reciclaje, para evitar el sobrecalentamiento de los equipos. Aunque algunos centros de datos están implementando prácticas más sostenibles, como el uso de refrigeración líquida o el aprovechamiento de energía renovable, el consumo total de agua sigue siendo un factor a tener en cuenta.
Es importante destacar que el impacto ambiental de la IA no es exclusivo de la generación de imágenes artísticas. Procesos como la clasificación de textos, la interpretación de datos o la creación de modelos predictivos también requieren importantes recursos energéticos. Sin embargo, el caso de la generación de imágenes con IA, como las creadas en el estilo de Ghibli, resalta cómo incluso las actividades aparentemente más artísticas y creativas pueden tener un impacto significativo en el medio ambiente.
Como conclusión puedo comentar que la inteligencia artificial es una herramienta poderosa, pero no está exenta de generar consecuencias ambientales. La cantidad de agua utilizada en sus operaciones es un aspecto crucial que debe ser considerado a medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más digitalizado. Por lo tanto, es necesario seguir investigando e invirtiendo en tecnologías más sostenibles que permitan aprovechar los beneficios de la IA sin comprometer los recursos naturales vitales para la vida en el planeta