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La suerte del gol

Juego Profundo

por Salvador González
6 marzo, 2025
en Editoriales
Un nuevo vuelo en el fútbol queretano
59
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El fútbol tiene algo de misterio, algo que es casi inefable, como un susurro que se escapa en el momento exacto de la magia. A veces el balón se cruza en el lugar y el momento preciso, y a veces, solo a veces, el destino se escribe con un taco de escorpión. Fue el caso reciente de Lizbeth Ovalle, jugadora del equipo Tigres Femenil, cuando frente al arco de Chivas, realizó un gol tan espectacular que parecía sacado de un cuento de hadas, pero también, como suele pasar en estas jugadas, impregnado de esa suerte que no siempre se menciona, pero que es esencial al fútbol.

La imagen es clara en la memoria de quienes vimos el gol: Jennifer Hermoso, con la precisión de una artista, envía un centro milimétrico; Ovalle, con la elegancia de quien sabe que está en el momento justo, resuelve con un taconazo, o más bien con un escorpión imperfecto, que termina superando a la portera rival con la misma combinación de talento e intuición que sólo el fútbol sabe regalar en sus momentos de pura magia. Un golazo. Pero… ¿había suerte en la jugada? Claro que sí, y ¿es esto malo? En absoluto.

Hay jugadores cuya técnica parece celestial, como si el fútbol fuera una extensión natural de su cuerpo. Hugo Sánchez nos acostumbró a goles que eran auténticos monumentos, donde la habilidad y la disciplina se fundían en algo perfecto. Pero hoy hablamos de esos goles impredecibles, nacidos de la suerte, esa chispa de destino que, aunque no planificada, marca carreras. Goles que llegan en el momento justo, dejando una huella imborrable, recordándonos que el fútbol es, también, una cuestión de fortuna.

El fútbol no se entiende sin esa pizca de azar que es capaz de transformar lo ordinario en lo extraordinario. Lo que algunos podrían tildar de “suerte” no es más que una danza entre los factores del juego: la precisión del pase, el movimiento inesperado del cuerpo, la intuición de la jugadora, el tiempo exacto que todo ocurre, y, por supuesto, la inevitabilidad del azar. Como si fuera un poema escrito con la pluma de lo improbable, la fortuna se cruza en el campo de juego. Es un toque fugaz, y eso es lo que hace que cada gol sea único, irremplazable.

Lizbeth Ovalle lo admitió en sus declaraciones: “No sé ni qué hice”. Y esa es la magia del fútbol. A veces, los grandes goles no se planean; simplemente surgen, fruto de una combinación de elementos que se alinean con la suerte. No podemos ignorarlo, aunque en ocasiones se prefiera disimular. La jugadora no ensayó ese remate en los entrenamientos, no lo había anticipado, ni siquiera lo buscaba; simplemente ocurrió, producto de una destreza impredecible y, sin duda, de un toque de suerte.

¿Acaso no hemos visto más goles construidos por la mano invisible de la fortuna? Recordemos el gol de Luis Angel Landín cuando militaba con el Cruz Azul en un partido contra el Morelia, un gol de escorpión, un golpe de suerte que nadie pensaba que fuera a encontrar su destino en la red, pero lo hizo. Un golpe de suerte, sí, pero también una chispa de genialidad. Un gol que por su estética es incluso más grande que la propia carrera del futbolista.

El debate sobre si un gol es suerte o talento es tan antiguo como el mismo fútbol. Pero al final, el balompié no es un juego de respuestas absolutas. El fútbol es incertidumbre, es caos controlado y es, en definitiva, una bendición de momentos efímeros que explotan en el aire. Como ese taconazo de Ovalle, que nos recuerda que no hay forma de predecir cómo la magia va a llegar, solo hay que estar ahí, esperando que todos los elementos se alineen en un solo instante de pura belleza.

¿Es la suerte parte del juego? Sin duda. Y sin ella, el fútbol perdería ese halo de imposibilidad, ese lugar en el que lo inesperado siempre puede ocurrir. ¿Qué sería del fútbol sin esos goles inverosímiles, nacidos de una pizca de azar, que nos hacen creer, por un momento, que estamos presenciando algo más que deporte? Algo más cercano a la poesía, a la magia pura.

Así es el fútbol, señores, un campo donde el azar, la habilidad y la suerte se entrelazan en una danza de momentos memorables. Y, a veces, un gol espectacular no es más que la consecuencia de todo eso: talento, intuición y, sí, mucha, pero mucha suerte.

Y tú, ¿Cuántos goles de suerte has metido?

Etiquetas: ChivasOvalleTigres

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