LA SOCIEDAD de los poetas muertos ya debe protestar por la vandalización de sus estatuas por parte de vagos y metaleros. Primero desapareció el gatito de Francisco Cervantes en el Museo de la Ciudad y ahora la escultura de Salvador Alcocer en San Sebastián. El vigilante de la Casa del Faldón, Luis Ortiz, dijo haber impedido el robo y que el Ayuntamiento retiró la figura para su protección. Yo me pregunto, con el nombre de uno de los libros del poeta Alcocer “¡¿Qué ciudad es ésta?!” Ya no hay respeto.