- En Freixenet descubrió Ezequiel la gloria
- La historia comenzó en San Juan del Río
- Borges celebró la invención de la alegría
- 400 mil vistas al video de Felifer y la rubia
¡Me engañaron!
Eso exclamó el periodista Ezequiel Martínez Ángeles (qepd ) frente a las miles de botellas de vino espumoso, resguardadas en la cava Doña Dolores, a 25 metros bajo tierra. ¡Me engañaron! repitió. Siempre escuché que la gloria estaba allá arriba.
Era 1988.
El entonces gobernador Mariano Palacios Alcocer, su esposa Ana María González y el presidente del Grupo Freixenet, José Ferrer Sala, acababan de inaugurar la finca en el municipio de Ezequiel Montes y con ello una nueva etapa en la historia de la vinicultura en Querétaro. Fue hace 37 años y ahí estuvimos.
En la comida, que reunió a invitados de España y México, actuaron dos figuras muy representativas de la binacionalidad; Rocío Jurado y Aída Cuevas, además de probar sus magníficos caldos, especialmente el Sala Vivé y el Dolores.
Los viñedos de esa empresa ocupaban 48 hectáreas que producían casi 100 toneladas de uva, apenas el 7.5% de lo necesario. El resto, más de mil toneladas, se compraban aquí y en otros estados.
Desde 1998 Freixenet empezó a desarrollarse también como sitio turístico y de fomento de la cultura vinícola del estado y más de 200 mil personas acuden cada año a la finca, siendo -dicen- el segundo sitio más visitado de la entidad, después del Centro Histórico de Querétaro.
La producción de vinos, hoy de moda, se remonta a los tiempos de la colonia. Un ensayo publicado por Maite Alvarez Saiz sobre el origen de la viticultura en el Estado de Querétaro, registra que las primeras vides de vitis vinífera se sembraron en el valle de San Juan del Río, pero fueron arrasadas en la revolución, volviéndose a cultivar hasta 1952 con la fundación de las bodegas Cruz Blanca, de don Eugenio Nicola, que producía jerez y vinos tintos y blancos.
En 1958 surge Cavas de San Juan con los vinos Hidalgo, propiedad de La Madrileña y en 1972 la bodega La Redonda, creada por el italiano Vittorio Bortoltuz y su hijo Eugenio, en Ezequiel Montes, hasta llegar en los 80 a la catalana Cavas Freixenet, en donde mi compadre Ezequiel Martínez Ángeles descubrió la gloria.
Y déjeme contarle que en tiempos del gobernador Antonio Calzada Urquiza (1973-1979) este reportero atestiguó el auge de la Feria del Queso y el Vino en Tequisquiapan y el éxito de la ya desaparecida planta Martell con sus brandies Cheverny y Tradición, que lamentablemente quebró con la apertura e invasión de alcoholes europeos baratos, pero hoy los conocedores siguen apreciando los espumosos de Freixenet y los sorprendentes tintos denominados Sierra Gorda y San Juanito.
Hay también dos amigos de este columnista que están elaborando unos tintos de primera: Terco y El Santo Oficio.
Lo recordaba en días pasados al enterarme que se atribuye a una ex funcionaria de turismo el auge del vino queretano y es la misma que se dice la inventora de la muñeca artesanal de los pueblos otomíes (rebautizada como “Lele”).
Pero esa es otra historia.
Foto: Plaza de Armas.
-EL HISTORIETARIO-
De memoria.
Si Baudelaire descubrió que el alma del vino cantaba en las botellas, Borges elogió la singular idea de inventar la alegría y pintores de todos los tiempos se han inspirado por y con la sangre de la tierra, es normal la tristeza de los parroquianos por el cierre de nuestras cantinas antiguas, como El Luchador y otras. Y es que, a riesgo de malas interpretaciones, si más de 600 veces menciona la Biblia con sabias palabras la vid y el vino, acreditando la importancia del precioso líquido en la cultura judeo-cristiana, cómo no vamos nosotros -modestos peregrinos- a buscar el milagro de las bodas de Caná en el Bar Varela con el doctor Daniel, en la Selva taurina, El Faro, La Carreta o La Roca, por citar algunos rincones que han sobrevivido a la modernidad.
Este columnista atesora encuentros memorables en esos templos, como aquella vez en que nos reunimos en el Rafaelos -bar de tres generaciones- de Avenida Universidad 192 con el pintor Santiago Carbonell y otros parroquianos, para platicar de un calendario de cantinas, entre copa y copa de Prioratio, el favorito del pintor (antes de que embotellara el suyo).
O aquella otra comida en Josecho con nuestro inolvidable poeta, el más grande que ha dado Querétaro, Francisco Cervantes Vidal que, provocado por un porto lamentó, él que antes tomaba café con coñac desde las diez de la madrugada, estar enfermo de estrago (ruina, daño, asolamiento, según la Real Academia) y ya no disfrutar del vino.
“Ahora sólo puedo beber vodka, gin y güisqui” se quejó antes de decidirse por una margarita, que es algo así como tequila con refresco en una copa escarchada. Para señoritas, pues.
Por cierto, ahí, esa tarde de 2004, el fotógrafo Jesús Ontiveros le tomó a Cervantes con su cayado la foto que luego sirvió como referente para la escultura que le pusieron afuera del Teatro de la Ciudad, en Guerrero 27 norte.
Cabe mencionar que Josecho -el zar de la gastronomía- es un referente queretano, no solamente por las reuniones de gobernadores que terminan con ajustes de cuentas (haya vino o no haya vino), sino de encuentros gratos. Y es que, bien decía Alberto Cortés, el vino puede sacar cosas que el hombre se calla, que deberían salir cuando el hombre bebe agua.
Finalmente, déjeme recuperar el extraordinario poema de otro argentino, más grande, Jorge Luis Borges, sobre el vino.
“¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa conjunción de los astros, en qué secreto día que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa y singular idea de inventar la alegría?
“Con otoños de oro la inventaron. El vino fluye rojo a lo largo de las generaciones como el río del tiempo y en el arduo camino nos prodiga su música, su fuego y sus leones.
“En la noche de júbilo o en la jornada adversa exalta la alegría o mitiga el espanto y el ditirambo nuevo que este día le canto. Otrora lo cantaron el árabe y el persa. Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria”.
¡Salud!
Foto: Archivo.
-LA FRASEDE LA SEMANA-
Valiente.
Que se vayan los chantajistas del PAN. La fruta podrida: Memo Vega, expresidente municipal de San Juan del Río y actual diputado local.
Y se le vino el mundo encima.
-JUGADA FINAL-
Canta corazón.
Más de 400 mil vistas tiene el video del alcalde capitalino Felifer Macías cantando y bailando en el concierto de Alejandro Fernández en el palenque. Al abogado Julio Martínez, que captó la escena para PLAZA DE ARMAS y ya lo andan buscando los de Netflix, un revelador ¡Jaque Mate!
Foto: Julio Martínez Luna
