Por décadas se nos hizo sentir a los mexicanos que la idea de que los funcionarios de elección pudieran postularse para cumplir periodos consecutivos era algo inaceptable. Y no hay nada de que extrañarse al respecto, uno de los proceres de este país, Francisco I. Madero, utilizó como su lema la histórica frase “sufragio efectivo no reelección”, misma que a la postre sería tomada como estandarte de nuestra democracia. La figura de la reelección se satanizó entre nuestro electorado, pero, sin hacer mucho ruido, esta se reinstauró en 2014 para efectos legislativos locales y federales, así como para ayuntamientos.
Sin embargo, Madero, quien acuñara el lema más poderoso contra la reelección, vivió en tiempos donde el Presidente Porfirio Díaz llevaba más de tres décadas en el poder, por lo que su lucha era en contra de la reelección presidencial de Díaz, no necesariamente de los demás cargos de elección popular. Su ideario triunfó y este principio anti reelecionista quedó plasmado en la Constitución de 1917 y posteriormente, en 1933, se extendió a los cargos legislativos, así como en su momento a los ayuntamientos, prohibiéndose en ambos la reelección consecutiva, aunque sí se permitía la interrumpida.
Antes de 2014 y durante 80 años, nuestro país fue prácticamente una excepción mundial, en donde no existía la reelección parlamentaria consecutiva, lo que le mereció críticas de los politólogos más renombrados del mundo, para quienes la posibilidad de ser reelectos les daba un incentivo a los legisladores para hacer bien su trabajo, estar pendientes de las necesidades de sus representados, así como de tomar decisiones a favor de ellos y no de los partidos que los postulaban, quienes eran dueños de su futuro político y no el electorado como debería ser en una democracia representativa.
Quizá la reforma política que incluyó la reelección de legisladores federales o locales, para estar en el cargo hasta doce años de manera consecutiva, cuatro elecciones en el caso de los diputados y dos en el caso del senado, así como la de una reelección consecutiva de los ayuntamientos, pasó de noche para el grueso de la población, entre otras reformas paralelas como la educativa, de telecomunicaciones y energética, que no permitieron al electorado mantenerse al tanto de todo. Los analistas políticos y los medios no estaban en contra de la reelección, precisamente porque los argumentos a favor eran más que aquellos en contra.
Ahora el tema de la reelección vuelve a ser materia de jalonéo político y de crítica en algunos casos, ya que, por lo que toca a los legisladores, estos mismos determinaron que en 2021 podrán hacer campaña sin separarse de su cargo ni de sus respectivas prerrogativas, como en efecto sucede en la gran mayoría de los países. La condición que se está poniendo para estos legisladores es la no utilización de recursos públicos en la campaña y continuar atendiendo sus obligaciones parlamentarias como por ejemplo estar presentes en sus comisiones y votaciones en el pleno.
A pesar de que es legal y ahora está regulada de manera muy similar a la de otros países con democracias sólidas, la figura de la reelección pudiera no ser la más popular entre los electores, a quienes es difícil quitarles de la mente el lema de Madero, así como la desconfianza de que los políticos caigan en la tentación de utlizar indebidamente recursos públicos para lograr su meta de reelegirse. ¿Será un activo o un lastre para los reelegibles?
Notario y Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP