La pérdida de diversidad biológica por medio de la urbanización y de forma específica, la pavimentación, provoca que se viva con una pobreza biológica.
Así tenemos que cuanto más crezca la ciudad, mayor pobreza biológica se tendrá. Lo anterior se puede analizar y medir a partir de:
- Porcentaje de crecimiento de superficie urbana
- Disminución de la superficie agrícola
- Disminución de la superficie natural
- Disminución de la vegetación urbana
- Disminución de la fauna silvestre o nativa urbana
- Disminución del paisaje sonoro natural
- Índice de áreas verdes por habitante
- Acceso a áreas verdes
La pérdida de biodiversidad tiene un gran impacto en la salud humana, en el amplio sentido, que abarca la alimentación, producción de medicinas, la estabilidad emocional, el sistema inmunológico y el sentido auditivo.
Tomando en cuenta que la mayor parte de la población vivirá en la urbe, entonces debemos pensar en las diferentes formas de mitigar los impactos negativos a largo plazo y por otra parte, que acciones se tomarán para lograr una adaptación en condiciones urbanas.
Hoy en día se privilegia más el valor inmediato aunque sea pequeño, que la valorización negativa enorme a largo plazo. Y esto es un gran problema que nubla u opaca la visión.
El valor inmediato se representa en la ampliación y mejoramiento (pavimentado) de la calle o nuevas vialidades o infraestructura urbana, que seguramente en la mayoría de los casos incrementarán la plusvalía de la zona, de donde se deduce, que eso es mejor que considerar en el largo plazo, el impacto negativo en la salud humana.
Por su parte, el banco Mundial ha señalado que “La biodiversidad animal, vegetal y marina constituye el “capital natural” que permite que nuestros ecosistemas funcionen y las economías se mantengan productivas. Pero el mundo está experimentando una pérdida enorme de biodiversidad. El ritmo de la deforestación ha disminuido a nivel mundial desde la década de los noventa, pero aún sigue siendo alto con una tasa anual de unos 13 millones de hectáreas, afectando a hábitats de animales y plantas críticos.” Y agrega que “La deforestación y la transformación del suelo contribuyen con alrededor del 30 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y la pérdida de biodiversidad disminuye la resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático y otras perturbaciones.”
Asimismo, en el 2018, publique un artículo en este medio informativo, bajo el título El Trastorno de Déficit de Naturaleza y la Ciudad, en el cual, lo relevante que señalaba era la relación de la ciudad y la naturaleza. Y citando a Louv, el autor del Síndrome de “Trastorno de Déficit de Naturaleza”, decía que entre más tiempo pasemos en el interior, más alejados estaremos de la naturaleza y tal vez más vulnerables a estados de ánimo negativos o a que se nos reduzca la capacidad de concentración. Y agrega que mientras estemos más conectados a la tecnología moderna y a las cosas que observamos, menos observamos el mundo que nos rodea.
Dentro de los síntomas que se han estudiado, se encuentran los siguientes:
- Ansiedad
- Estrés
- Fatiga atencional
- Y también ha sido asociado con cuatro grandes patologías:
- La obesidad
- Las enfermedades respiratorias
- El trastorno por déficit de atención
- La hipovitaminosis D
El planteamiento parte de la premisa de que como seres biológicos, estamos fisiológicamente adaptados para estar en relación o contacto con la naturaleza, en donde ejercemos una serie de actividades, pero al desligarnos sucede un trastorno mental y por ello, se debe pensar en cómo los espacios verdes juegan un rol determinado, de ahí que el paisaje es, obviamente, un referente que rompe con el estilo de “vida de un ladrillo” y cuya interacción con la naturaleza o espacio verde tiene un cierto potencial. Y se diría que a medida que aumenta la magnitud y la calidad de la misma, los beneficios se multiplican.
Los cambios constantes, vertiginosos y abruptos en el entorno suscitados por el crecimiento de las ciudades que nos van aislando de la naturaleza, tal como sucede en la metrópoli queretana, provocan también éste tipo de trastornos mentales y que afectan en mayor medida a los niños.
El Derecho a la Ciudad, en este sentido, se direcciona hacia un derecho del ciudadano a tener contacto con la naturaleza, a contar con un paisaje vivo y no de anuncios o edificios, a ser educados en las escuelas sobre aspectos naturales y además poder tener contacto directo sea mediante huertos, salidas de campo o arbolados al interior de las escuelas, a contar, en camellones o en las calles, con arbolado.
Una ciudad sin o poca naturaleza, provocará pobreza biológica y trastornos mentales, por consiguiente, la planeación urbana del hábitat en que vivimos debe ir de la mano con un conjunto de elementos que conecten al ser humano con elementos naturales y esto implica, que la ciudad y su instrumento del ordenamiento ecológico debe prever los espacios naturales o forestales, agrícolas, zonas protegidas, paisajes, cuerpos de agua, parques y circuitos de conectividad.
En la actualidad, según la información del Municipio de Querétaro al 2020, se cuenta con 8 millones 175 mil 773 m2 de áreas verdes conformadas por plazas, andadores, camellones, glorietas, jardines, parques, áreas deportivas y distribuidores viales