Después de escuchar gritos y reclamos por la violencia de gente que busca respuestas, el objetivo del Foro por la Paz, además de escuchar a las diversas voces, fue el analizar las causas como ciudadanos y cristianos para generar propuestas que se traduzcan en proyectos para darle seguimiento, compartió el Obispo de Querétaro, Fidencio López Plaza.
“Con Jesús la paz está en casa”, y bajo ese lema el Obispo López Plaza puso énfasis en que es desde las familias, desde ese primer núcleo en donde se debe empezar a trabajar para combatir a la violencia y hallar la paz.
“Creemos firmemente que no nacemos violentos, lo aprendemos, y la primera escuela es la familia es la casa. Cuando Jesús está en el corazón se irradia la paz en la casa, en la familia y de ahí a la sociedad para generar esa cultura por la paz que tanto estamos deseando”, compartió en entrevista.
El décimo Obispo de Querétaro habló de la importancia de modificar los esquemas de pensamiento y replantear un nuevo proceso educativo.
“Necesitamos un proceso educativo para la paz. En la mente tenemos que cambiar, tenemos ideas violentas que se manifiesta en las canciones, en los dichos. Debemos educar la cabeza; el corazón, los sentimientos, el lenguaje, para hablar más de la paz y menos de la violencia”, apuntó desde el Instituto La Paz.
Monseñor Fidencio López hizo un balance del tema por la Paz, el cual ha tocado en tres etapas la Diócesis de Querétaro.
“Primero en julio realizamos un mes dedicado a la oración, en agosto lo dedicamos a la evangelización y ahora estamos en las acciones por la paz, para después reunirnos y discernir cómo tenemos que hacer las cosas para hallar todos juntos la paz. La idea es incidir en este tema y caminar juntos todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, comentó Fidencio López Plaza.
Foro por una cultura de paz
A lo largo del día en el Instituto la Paz, escuela fundada en 1946, posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, uno de los símbolo para la paz en Querétaro se escucharon en el Auditorio Juan Pablo II testimonios de familiares de desaparecidos, estadísticas, diagnósticos y posibles alternativas para enfrenar a la violencia en México y en Querétaro.
Brenda Rangel Ortiz, quien desde 2009 busca junto a su familia a su hermano Héctor, desaparecido en un retén policiaco, compartió su testimonio, en el que el dolor y las lágrimas siguen tan vigentes, como el día de su desaparición.
“Siempre lo buscamos, no hemos parado en un día, es uno de los 105 mil personas desaparecidas, pero son más, porque no han denunciado o porque muchos son migrantes”.
Las diversas voces hablaban de que para obtener la paz es necesario perdonar y que la paz debe iniciar desde el corazón, como comentó la rectora de la UAQ, Teresa García Gasca, quien destacó en su exposición los elevados índices de violencia en el estado, principalmente contra la mujer.
El maestro Efraín Mendoza Zaragoza analizó la realidad de la violencia, ofreció un complicado panorama general bajo la premisa de que la única paz posible es la que es fruto de la justicia, palabras acompañadas de una cifra que hablaba de 105 mil desaparecidos, según datos oficiales por quienes se han atrevido a denunciar.
Se transmitió un video con el Obispo de Chilapa Monseñor Salvador Rangel Mendoza, en el que comentó que se debe buscar la paz, correr tras ella, ya que es un don de Dios.
“Para ello hay que buscar el diálogo sin importar que se trate con narcotraficantes e integrantes del crimen organizado para lograr la liberación de muchos secuestrados y buscar que dialoguen los grupos rivales”, explicó en un video transmitido en el auditorio.
Durante el Foro se coincidió que la familia y desde la casa, es donde debe comenzar el camino de la paz y que recuperarla y conservarla es una responsabilidad compartida por las autoridades, la sociedad en su conjunto.
Otro testimonio que cimbró al foro fue el del caso de Aracelli, jovencita que fue víctima de feminicidio a los 12 años. Ella era integrante de una familia integrada solo por mujeres y que vivían en una vivienda sumamente precaria en Amealco, prácticamente una choza en medio de un maizal, de donde la raptó su agresor, abusó de ella y posteriormente la golpeó hasta dejarla abandonada.
Aracelli tuvo una agonía de 9 días hasta que muere y dio marcha un camino en busca de justicia a través de Desarrollo Comunitario para lograr, luego de cinco años que se cumpla la sentencia, una sentencia que tuvo que ser traducida al otomí, para que fuera entendida por la madre y la abuela de la pequeña y la cual no se ha podido cumplir.